Como todo el mundo sabe, en nuestro planeta hay personas que creen que el Universo y todo lo que contiene fue creado por una entidad suprema. Algunas de esas personas incluso dicen tener una idea de qué piensa esa entidad, qué le gusta y qué le cabrea.
Y Dios, al parecer, odia las tetas.
El motivo de tan excéntrica neurosis es un misterio al que ni siquiera los más brillantes teólogos de la historia han encontrado respuesta. La divina aversión hacia el pectoral femenino, que conocemos gracias a la élite blanca y millonaria que dice comprender su sagrada voluntad, ha sido el origen de multitud de conflictos. El último, por ahora, es el protagonizado por Rita Maestre.
En 2011, la portavoz de Ahora Madrid se plantó con más gente en la capilla de la Universidad Complutense, se quitó la camiseta y, en sujetador, se puso a gritar improperios (muchos de los cuales, por cierto, ni siquiera rimaban). Lo hizo para denunciar que una universidad pública de un Estado aconfesional destine un espacio al ejercicio de la superstición, por mucho que se trate de la superstición más popular y rentable de nuestro país.
El problema es que a Dios, según parece, las tetas no solo le molestan en exposición directa sino también a través de una capa de algodón (si son dos, no pasa nada). Así lo aseguran Manos Limpias, Alternativa Española y el Centro Tomás Moro, tres clubs de tiempo libre para mojigatos cuya misión es ofenderse y desofenderse, si procede, por orden judicial. No deja de ser curioso que una entidad todopoderosa y ominsiciente, creadora del tiempo y del espacio, necesite de una panda de españoles malcarados para que la defiendan. Los caminos del Señor, ya se sabe, son inescrutables.
A Rita Maestre le preguntaron en el juicio si no le parece una provocación quedarse en sujetador en un lugar de culto. Maestre, elegantísima y muy educada, respondió que «un torso desnudo no es ofensivo», pero, claro, ¿qué sabrá ella? ¿Acaso es capaz de descifrar los pensamientos del Creador como sí saben hacer las asociaciones de mojigatos?
Si Dios existe y es un tipo serio (porque, como todo el mundo sabe, Dios es un hombre), debería tomar cartas en el asunto. Que lance un rayo a Rita Maestre y la fulmine en el acto. En plena comparecencia, ante las cámaras, que la deje frita y fin de la cuestión. Pero si, por lo que sea, a Dios le dan igual las tetas, como le dan igual los sobacos o las corvas, convendría que lanzase ese rayo contra los clubs de mojigatos y contra los tipos que les conceden subvenciones. Y, ya que se remanga, que dedique cinco minutos a convencer a la Complutense de que esa capilla no tiene ningún sentido.
Quién sabe, igual a Dios le hacen caso.