La fotógrafa británica-iraní Sara Shamsavari firma ‘Las series del velo’, un reportaje sobre mujeres en Occidente que no renuncian al código islámico de vestuario.
Las ‘hiyabistas’ muestran con desenfado e imaginación formas de lucir el ‘hiyab’ que confirman su feminidad y belleza.
Muchas de las jóvenes retratadas aspiran a trabajar como modelos de pasarela para diseños de ropa basada en las diferentes modalidades del velo.
Las llaman y se llaman a sí mismas hiyabistas porque no tienen reparo ideológico o moral alguno en mostrarse vestidas con el velo islámico (hiyab). No son mujeres de países árabes ni pertenecen a guetos sociales cerrados sobre sí mismos. Al contrario: viven en tres de las ciudades más notables de Occidente París, Londres y Nueva York y lucen con orgullo y cierta picardía la prenda tantas veces estigmatizada y vetada en determinados ámbitos por las legislaciones locales.
La fotógrafa británica de origen iraní Sara Shamsavari empezó a retratar a hiyabistas en 2010. Ha seguido en la tarea desde entonces con el reportaje acumulativo The Veil Series (La serie del velo), que acaba de presentar en Londres dentro del festival Women of the World (Mujeres del mundo, WOW en sus siglas en inglés), que se celebra desde hace cinco años en el Southbank Center de la capital del Reino Unido con motivo del Día Internacional de la Mujer.
Vibrantes estilos de ‘hiyab’
Shamsavari, que no sólo es artista visual, sino también cantautora y activista de movimientos en favor de los derechos de la mujer y contra el racismo, quiere “explorar sociopolíticamente” la vida de las jóvenes musulmanas en las megaciudades occidentales y documentar cómo estas chicas y mujeres “muestran y dan testimonio de sus identidades individuales mediante vibrantes estilos de hiyab” que confirman su feminidad y belleza.
La fotógrafa desea que su trabajo muestre la cara positiva del velo islámico, que ha sido objeto de muchas y constantes polémicas en Europa por la prohibición de usarlo, por ejemplo, en centros de enseñanza. Sus modelos, dice, “son jóvenes, femeninas y visiblemente musulmanas”. Por estas tres razones que saltan a la vista Shamsavari deduce que “deben hacer frente a muchos prejuicios y malos entendidos, porque vivimos en una sociedad que se dedica a juzgar”.
‘Brillan con gran belleza’
Las fotografías, en las que las modelos “brillan con gran belleza pese a todos los problemas”, pretenden “cambiar la percepción” del velo, que no es admitido de manera natural porque se le atribuyen valores equivocados. El hiyab islámico cubre partes del cuerpo de la mujer que los hombres consideran “sexualmente atractivas”: el pelo, las orejas, el cuello y a veces también el rostro.
Las hiyabistas retratadas en en el reportaje la autora ya tiene varios centenares de fotos muestran que “no se trata de esconder la belleza” y que algunas mujeres añaden al velo accesorios de oro y plata, cadenas y pins, personalizando como otras personas hacen con diferentes prendas de vestir. Es necesario, añade la fotógrafa, “cambiar la percepción” sobre este código de indumentaria: “Cuando vemos una imagen de una mujer con velo en las noticias, casi siempre está relacionada con escenarios de guerra o política o con un contenido doloroso, pero hay una realidad muy distinta en torno al asunto”.
‘Sentimientos negativos hacia el Islam’
Aunque ha encontrado cierto aumento de la libertad de indumentaria y la transigencia pública, opina que las mujeres jóvenes todavía sufren por los “sentimientos negativos hacia el Islam” que predominan en algunos círculos. Pese a todo tiene la percepción de que la situación ha mejorado y las chicas con hiyab son mejor aceptadas y “menos juzgadas”, lo cual le parece “un signo de que las cosas están cambiando”.
Algunas de las muchachas retratadas quieren dedicarse a trabajar como modelos de pasarela para diseñadores de ropa que emplean las diferentes modalidades de velo. La fotógrafa cita el caso de la agencia neoyorquina Underwraps, montada por la diseñadora y modelo Nailah Lymus, que sólo se dedica a ropa basada en los códigos de vestido islámicos.