Observando muchos conflictos violentos de la historia, no nos queda más remedio que concluir que la religión juega un papel importante en dividir a la gente en bandos y ponerlos unos contra los otros; bandos que poco tienen que ver con decisiones personales racionales o con los intereses y deseos del individuo. Los creyentes suelen defenderse de esta acusación contra la religión diciendo que esos conflictos fueron/son en realidad políticos, fruto de la manipulación de los sentimientos religiosos por parte de las autoridades. La verdadera religión, según ellos, no divide sino que une. Son los prejuicios raciales y étnicos los que separan a la gente, dejando preparado el terreno para las ideologías violentas.
Dos investigadores noruegos publicaron recientemente un paper (Trust and Ethnic Fractionalization: The Importance of Religion as a Cross-Cutting Dimension) en el cual intentaron determinar si es realmente la religión la que divide a los pueblos. Thomas Rees, del excelente blog Epiphenom (que comenta hallazgos de estudios científicos relacionados con la religión), hizo un resumen del paper, que traduzco a continuación.
Religión y etnicidad se refuerzan una a la otra para crear desconfianza
La religión, en otras palabras, no divide por sí misma a la sociedad: más bien se monta sobre otras divisiones, a las que refuerza (y es reforzada por ellas). La sociedad más saludable posible, y la más robusta para resistir a ideologías racistas y etnofóbicas, es una sociedad étnicamente diversa y en la que ninguna persona se vea obligada a profesar una religión (o adherir a una cierta cosmovisión) por el solo hecho de pertenecer a un grupo étnico determinado: una sociedad en la que ni el color de la piel ni la forma de los ojos ni el acento ni la vestimenta ni ninguna otra marca de identidad étnica le puede dar al observador una pista sobre las creencias del observado.
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