El Ministerio del Interior de Marruecos dio la semana pasada una vuelta de tuerca más a su política de hostigamiento a los cristianos, especialmente a los evangélicos. Expulsó a dos mujeres de esa confesión, una suiza y una libanesa, casadas con marroquíes convertidos años atrás al protestantismo, según fuentes de esa comunidad religiosa. A ambas la policía les comunicó verbalmente que constituían una amenaza para la seguridad pública y en 48 horas abandonaron el país donde residían.
La semana concluyó con ocho nuevas salidas forzosas de Marruecos, entre ellas la de la barcelonesa Sara Domene. En total unos 130 cristianos de una docena de nacionalidades, sobre todo evangélicos, pero también algún católico, han sido expulsados desde hace cuatro meses. Muchos vivían en el país desde hace décadas y ejercían la docencia o trabajaban en una ONG.
En la última serie de expulsiones no figura ya ningún estadounidense gracias a una gestión del embajador de EE UU, Samuel Kaplan, ante el ministerio. Hasta junio, 58 estadounidenses se vieron obligados a salir del paísacusados de "actividades de proselitismo".