“Hay que rezar mucho”, respuesta a la familia de la joven, que tuvo que cambiar de centro
El caso está siendo analizado por altas esferas eclesiásticas, que no descartan una intervención, al considerar que tanto el centro educativo Ribamar como el vicario de la Prelatura para Andalucía Occidental y Extremadura, Gabriel de Castro, no hicieron nada por proteger a la menor
“Nos hicieron firmar a mi mujer y a mí un documento que dijeron que era para autorizar al colegio a resolver el conflicto del que hemos pedido copia en reiteradas ocasiones de forma verbal y por escrito y se nos ha negado, vulnerando la legalidad”
“No nos han atendido, informado correctamente o valorado. Han distorsionado la realidad frente a instancias superiores, siempre tratando de salvaguardarse, toda vez que, como se trata de un Centro Concertado, quieren evitar que cualquier problema que ocurra dentro del Centro pueda salpicarles”
Alicia es una adolescente feliz, que estudia 3º de la ESO en el centro histórico de Sevilla. Sin embargo, hace meses su realidad era otra. Bien distina. Burlas, menosprecios, acoso por parte de algunas alumnas del colegio Ribamar, una obra corporativa del Opus Dei en la capital hispalense.
Un episodio continuado de bullying y acoso social que, tal y como relatan sus padres en exclusiva a RD, y demuestran las sucesivas respuestas de los responsables del centro y del Opus Dei en Andalucía (a las que hemos tenido acceso), no fue tomado por el centro con la seriedad que requería y que nunca fue solucionado, teniendo la familia que cambiar de colegio a la hija como única solución posible, a pesar de tratarse de la alumna con mejor expediente académico de su promoción.
El caso está siendo analizado por altas esferas eclesiásticas, que no descartan una intervención, al considerar que tanto el centro educativo Ribamar como el vicario de la Prelatura para Andalucía Occidental y Extremadura, Gabriel de Castro, no hicieron nada por proteger a la menor. “Me dijo que él sólo tenía competencias como profesor de religión y que no podía hacer nada”, relata J.A.M, el padre de Alicia. El de Ribamar no es el único: al menos se han comprobado una docena de casos en varios centros vinculados a la Obra en España, que están siendo objeto de investigación.
¿Qué es el Ribamar? Según su propia web, Ribamar “es una iniciativa de San Josemaría Escrivá, quien vio las posibilidades que tenía de formar a mujeres en igualdad de oportunidades”.
“Basado en el humanismo cristiano, la esencia de Ribamar no ha cambiado en los más de 50 años que lleva formando profesionales, pero sí ha evolucionado apostando por líneas de crecimiento como el Proyecto Ribamar 21 que ofrece oportunidades a alumnado, empresas, familias y a la sociedad en general”, señala el centro, que abunda en que su objetivo no es otro que “formar a mujeres que contribuyan con su trabajo a humanizar y transformar el sector servicios desde la creación de oportunidades”.
¿Qué pasó en Ribamar?
¿Pero qué pasó en Ribamar? “Aunque nuestra hija nos había comentado que sufría burlas y menosprecios por parte de algunas alumnas del colegio, fue sobre todo cuando llegó una tarde y nos contó que había sido espiada desnuda por una alumna de su clase en los baños de uno de los clubes afines al Opus Dei, con ocasión de un certamen de matemáticas llamado “Take Off” y a cuya participación animaba el Colegio Ribamar de Sevilla”, apunta el padre, compositor profesional reconocido mundialmente.
Su madre, M.R.L., reputada abogada de la capital hispalense, abunda en los casos de acoso, que se fueron repitiendo durante meses, antes y después de los primeros contactos de la familia con la Dirección del colegio, que no ha respondido a los intentos de RD por contactar con el centro. “Hay un cambio de actitud por parte de sus antiguas amigas, que no le hablan y le hacen el vacío, con continuas conductas como espiarla desnuda en el cuarto de baño; hablar en voz baja para que ella no se enterara; apartarla de forma explícita en trabajos de equipo; dejarla sola en los juegos del recreo; alguna compañera decir a la profesora que su madre no la dejaba estar con Alicia en un mismo grupo de gimnasia para hacer un baile etc. Llegando alguna alumna a comentar que era la compañera más odiada de la clase”…
“Hay un cambio de actitud por parte de sus antiguas amigas, que no le hablan y le hacen el vacío, con continuas conductas como espiarla desnuda en el cuarto de baño; hablar en voz baja para que ella no se enterara; apartarla de forma explícita en trabajos de equipo; dejarla sola en los juegos del recreo; alguna compañera decir a la profesora que su madre no la dejaba estar con Alicia en un mismo grupo de gimnasia para hacer un baile etc. Llegando alguna alumna a comentar que era la compañera más odiada de la clase…”
“Nos enteramos porque nuestra hija tiene confianza con sus padres y nos contaba la situación que estaba viviendo en el colegio y mostraba, en casa, enfado y frustración ya que no comprendía la actitud de sus compañeras, etc.”, explica la madre. “Nos enteramos por ella, no por la acción del colegio”.
“Hay que rezar mucho”
Tras comprobar que no se trataba de un caso aislado, los padres de Alicia decidieron poner el caso en conocimiento de la dirección del centro. Así fue: “Solicitamos una reunión con la directora de Ribamar”. Sin embargo, tras varios días sin respuesta, “nos personamos en el colegio”. Una semana después, la directora, Marta Valdés de Elizalde, concedió el encuentro, en el que “se intentó poner en duda la versión de nuestra hija, para después decirnos que ya se habían reunido con los padres de otra niña”, una de las supuestas acosadoras. Más tarde, la familia constató que la familia de dicha alumna “es afín al Opus Dei e, incluso, su padre parece haber trabajado como profesor” en uno de los centros de la Obra en Sevilla. “Hay que rezar mucho”, fue la respuesta de la directora.
No se quedó ahí la cosa: “Nos hicieron firmar a mi mujer y a mí un documento que dijeron que era para autorizar al colegio a resolver el conflicto del que hemos pedido copia en reiteradas ocasiones de forma verbal y por escrito y se nos ha negado, vulnerando la legalidad”, asume el padre.
“Ribamar conocía las circunstancias, eran perfectamente conocedores de la situación que estaba sufriendo nuestra hija, pero cuando hablaban con nosotros, siempre después de varios días de haber recibido nuestras quejas, nos aseguraban que habían hablado con las niñas y que el problema estaba resuelto”, sin querer “frenar el continuo acoso social del que era objeto Alicia”, destaca la madre.
La víctima era “la rara”
Mientras tanto, la preceptora que cada alumna de los centros del Opus Dei tiene asignada pedía a la joven que fuera “más sociable”. “Desplazaba la responsabilidad hacia nuestra hija, la intentaba confundir, haciéndole ver que ella era la especial y que si se encontraba sola era porque no se quería relacionar con el resto de compañeras”, explica su madre. “Era más fácil convencer a Alicia que ella era la rara y la especial, que convocar al resto de alumnas y de padres para explicarles la situación y advertirles del daño que la conducta de sus hijas estaban llevando a cabo en la nuestra”.
Solo en privado, esta ‘preceptora’ reconoció a la familia que “hacía años que no vivía nada igual”, sigue explicando la madre. “Me llegó a reconocer que, para hablar con ella, se lo tenía que decir a otra profesora y citarla en un sitio donde no la viera el resto de compañeras ya que estas insinuaban que era “la favorita”; intentó hablar con otras alumnas y sus padres, no encontrando solución alguna ante la actitud de éstos; argumentaba que, incluso, había muchísima envidia y rivalidad de ciertos padres y alumnos con respecto a las notas que sacaba Alicia, cuestionando las notas de ésta, etc”…
La culpa, de los padres
Tras las reuniones con el centro, las cosas para Alicia empeoraron. “Las conductas de hostigamiento y maltrato psicológico se fueron extendiendo a más alumnas”, explica su padre, hasta el punto de que la familia tuvo que solicitar el amparo de un inspector de la Junta de Andalucía para cambiar a la joven de centro.
En los sucesivos requerimientos enviados, y en las respuestas del centro, a los que ha tenido acceso RD, se observa una clara intención, por parte de la dirección de Ribamar, de ‘culpar’ a los padres y a la propia alumna de falta de empatía. “No se dan situaciones de odio, miedo, marginación o exclusión”, afirma el informe de Riobamar.
Al tiempo, sugieren que, más que un caso de acoso, “estamos ante una enemistad entre los padres de las alumnas afectadas, lo que inevitablemente contamina la actitud de unas contra otras”.
“Concluimos de fdorma unánime que las faltas de entendimiento entre determinadas y concretas alumnas tienen una profunda raíz en el entorno familiar, y a pesar de que el centro trabaja en la evitación de faltas de respeto y discriminación, ciertamente será muy difícil erradicar choques mientras no se produzca una reconciliación entre las familias o, al menos, una pacífica relación entre ellas”, añade el colegio de la Obra, que “echa en falta” en la denuncia de los padres de Alicia “alguna propuesta de trabajo conjunto con el centro, que animamos a realizar”. Nunca hubo propuesta por parte de Ribamar.
“Lo más indignante es la actitud de “mirar hacia otro lado”, no ofreciendo soluciones prácticas para tratar de solventar la situación”, lamenta la madre de Alicia. “No incoaron un Protocolo de Acoso Escolar porque siempre daban la situación como resuelta de forma satisfactoria, tratando de engañarnos y confundirnos, ya que indicaban que era nuestra hija la que tenía que relacionarse e integrarse en el grupo. Y, especialmente, tratar de contaminar al Inspector del Centro, adelantando la Directora su versión para desplazar la responsabilidad de la situación que vivía Alicia hacia ésta y sus padres, en lugar del entorno de la clase”, nos explica.
Que el Opus Dei responda
¿Qué le pedís al Opus Dei, como Centro que depende la Prelatura? “Que sepan responder de forma efectiva para frenar situaciones como la que ha vivido nuestra hija, ya que hay algo más importante que salvaguardar la imagen del Opus Dei y es velar por la protección del menor” reclaman los padres de Alicia. “En nuestro caso, no han llevado a cabo ninguna actuación resolutoria para la solución del problema, no nos han atendido, informado correctamente o valorado. Han distorsionado la realidad frente a instancias superiores, siempre tratando de salvaguardarse, toda vez que, como se trata de un Centro Concertado, quieren evitar que cualquier problema que ocurra dentro del Centro pueda salpicarles”.
“Como católicos -añade- nos hemos sentido totalmente desprotegidos en nuestras peticiones de ayuda ante el Acoso Social que sufría Alicia”. “Nosotros nos presentamos como católicos practicantes (en un Centro donde, además, hay mucha diferencia social y donde, aunque hay una minoría del Opus Dei, una gran mayoría no son Practicantes, con orígenes, en muchos casos, muy humildes) y, sin embargo, hemos advertido que eso no era suficiente y que tienes que pertenecer a su clan para que te protejan y se preocupen por la situación, ya que, de lo contrario, te abandonan, no se implican, pasan por alto situaciones graves, con la excusa de que el problema no ocurre en el Centro y que, por tanto, no pueden hacer más de lo que hacen, insistiendo en que el problema lo provoca (Alicia) que no se integra en el grupo de la clase y que, aunque sus antiguas amigas la ignoraban o le hacía el vacío, ella tenía que relacionarse con otras niñas”.
“El Opus es perfecto y, si falla algo, la culpa siempre es del otro”
“En definitiva, como hemos comentado mi marido y yo tras la experiencia vivida, el “clasismo” del que habíamos oído hablar que se daba en el Opus Dei no se trataba tanto de tener un determinado nivel económico o posición social, sino de estar sometido a los dictados de la Obra y su estructura”, argumenta la abogada. “En nuestra experiencia, al Opus Dei no les interesa la gente que tiene criterio propio y no se deja manipular”.
J.A.M. confirma la tesis de su mujer: “No sólo como padres, sino como católicos practicantes que somos nos dolió descubrir cómo, al menos en este centro del Opus Dei, más que el mensaje del Evangelio, lo que se prioriza es proteger la imagen de la Obra en una estructura fuertemente jerarquizada por encima de lo que sea, incluso la defensa de la integridad moral de una menor como en este caso”.
“Algún docente del Centro, en privado, nos ha reconocido la gravedad de la situación y lo injusta que era para nosotros pero en público, callan y el centro y la directora en sus respuestas escritas, nunca reconoce culpa alguna del colegio, y lo que hace es echar balones fuera” recalca el padre de Alicia, que no duda en apuntar que “la institución podría estar más cerca del perfil de una secta que de los preceptos del Evangelio”. “En este caso, se reproduce la máxima de la Obra: El Opus Dei es perfecto y, si falla algo, la culpa siempre es del otro”.
Actualmente, Alicia ha comenzado el curso en un nuevo colegio religioso y de educación mixta, “donde hay un ambiente mucho más sano, tiene muchas amigas y la verdad es que ahora sí que es feliz. Lo que, por si había alguna duda, demuestra que el problema no radicaba en nuestra hija sino en el ambiente del centro escolar anterior y en cómo la dirección de éste no supo o no quiso gestionar el problema.
¿Por qué denunciarlo entonces? “Tras dirigirnos a la directora, la Consejería de Educación de la Junta y al máximo responsable del Opus en Andalucía -explica J.A.M.- nuestra intención era iniciar la vía judicial, pero un jurista conocedor del Opus Dei nos recomendó no hacer nada hasta que la menor estuviera fuera del Centro porque sabía cómo operaba el Opus y las represalias que podían tomar contra ella y la familia”.
“Pero es que además, la sensación que tenemos ahora al ver a nuestra hija tan tan feliz fuera de ese centro, es que la situación era aun más grave de lo que pensábamos. Es como cuando uno escucha los testimonios de alguien que sale de una secta, que no se da cuenta realmente de dónde estaba, hasta que está fuera. No queremos que su caso se repita, como parece estar ocurriendo”, finaliza. Otras alumnas también estarían planteándose denunciar. Mientras tanto, el colegio, y la Obra, callan.