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Por qué la manifestación laica terminó en revuelta policial

La agrupación Europa Laica con el apoyo de un centenar de colectivos, entre los que se encuentran Redes Cristianas, convocó este miércoles una manifestación en contra de la inversión económica pública a las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) y la visita del Papa Benedicto XVI. Bajo el lema (de la manifestación y del manifiesto) “De mis impuestos, al Papa cero”, cerca de 10.000 personas se manifestaron por un recorrido que no estuvo exento de confrontaciones con participantes de las jornadas católicas y que increpaban a los manifestantes cuya presencia en el centro de la ciudad estaba legitimada por la Delegación del Gobierno.

Una hora antes de la establecida para iniciar el recorrido (19:30 horas), la Plaza de Tirso de Molina era ya un hervidero de gente. Carteles con consignas relativas al laicismo y a la separación real del Estado y la Iglesia (en un país declarado aconfesional) eran levantados por manifestantes cuya media de edad era muy superior a la de otras concentraciones de los pasados meses convocadas por el movimiento 15M. Un elemento llamativo fue un enorme cartel colocado en una gran estructura móvil por el actor italiano Leo Bassi que parecía sacado de un combate de boxeo. Bajo el título “Choque de titanes”, Bassi proponía un enfrentamiento entre el escritor alemán Stéphane Hessel, autor del texto ¡Indignaos!, y al actual Papa Benedicto XVI, Joseph Ratzinger.

Tanta gente en Tirso de Molina dificultaba saber cuándo había salido la marcha ya que continuaban llegando manifestantes desde las calles aledañas y nadie parecía moverse. Sin embargo, el recorrido se había iniciado a la hora prevista y cientos de personas se movían lentamente por la calle Doctor Cortezo en dirección a la Puerta del Sol, ocupando ya también la plaza de Jacinto Benavente.

La llegada a Sol por Carretas fue tranquila, y los manifestantes iban caminando en actitud festiva. Sin embargo, y pese a que la Delegación del Gobierno conocía el trazado de la manifestación y había sido aprobado, el centro de la capital madrileña no había sido convenientemente preparado por la Policía para facilitar el paso de los manifestantes. Muchos participantes de las JMJ se concentraron delante de la gente que venía de Tirso de Molina y empezaron a increparles montando una “contramanifestación” que generó momentos de gran tensión.

La Policía creó un cordón que separaba ambas concentraciones aunque esto no impidió que de ambos grupos se profirieran toda clase de gritos, consignas e insultos. Ante las proclamas a “Benedetto” los manifestantes laicos respondían con “¡Pederasta!” o “¡Vuestro Papa es un nazi!”. La intervención de los agentes no impidió que el ambiente se caldeara y, al no tomar una rápida medida de limitación de acceso a Sol a aquellos que no pertenecían a la manifestación prevista, lo festivo se tradujo en crispación. Cuando, por fin, la Policía abrió una vía de salida para que la manifestación pudiera continuar su recorrido, la indiganción de los manifestantes se palpaba en el ambiente: el sentimiento era que, aún siendo una movilización prevista y legal, había sido boicoteada, por lo que gritaban “¡Esa manifestación es ilegal!” a los frentes de peregrinos que con sus camisetas amarillas abucheaban a los de la protesta.

Pese a que la marcha debía terminar nuevamente en Tirso de Molina, mucha gente decidió quedarse en la Puerta del Sol y seguir manifestándose en la emblemática plaza contra “los favoritismos que los miles de pregrinos han recibido por parte del Estado español”: según los convocantes, la reducción de un 80% en los abonos de transporte, descuentos en comidas, escuelas y polideportivos cedidos gratuitamente para su descanso, etc. Pese a los gritos de “¡Esta no es vuestra plaza!”, “¡A rezar a vuestras iglesias!” o “¡Esa mochila, la he pagado yo!” de algunos exaltados, la mayoría de los manifestantes estaba sentada pacíficamente en el suelo.

Viendo esa situación, nadie podía imaginar que decenas de efectivos de antidisturbios estaban cortando las calles de acceso a Sol y preparándose para cargar contra la gente pacífica y desarmada. Desde la calle Mayor, decenas de manifestantes empezaron a correr en todas direcciones cuando la Policía empezó a cargar contra ellos. Pero, los que se dirigían hacia el centro de Sol se encontraban con que no había salida: todo estaba rodeado de antidisturbios y furgones y las cargas fueron indiscriminadas.

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