El obispo de Jerez, José Mazuelos Pérez, en una entrevista concedida a Diario de Jerez valorando la celebración de las fiestas de Navidad en Jerez, ha tenido a bien acordarse de la Plataforma Laicista de Jerez, y del movimiento laicista en general, para atribuirnos poco menos que alguna plaga bíblica.
Como suponemos que José Mazuelos tiene formación suficiente como para comprender perfectamente qué es el laicismo, no nos da más opción a pensar que está utilizando la vieja técnica de, ante la ignorancia, meter miedo.
No, señor Mazuelos, no, el laicismo no busca imponer nada a nadie; ni esa ocurrencia del nacional agnosticismo a la que usted se refiere en más de una ocasión, ni ninguna otra ideología porque, precisamente, si algo pretende el laicismo en el ámbito personal es que se respete el derecho a la libertad de conciencia. Por ello, desde el movimiento laicista no necesitamos acudir a ningún hombre del saco, nos llega con hacer uso de la razón.
La secularización a la que tanto teme el señor Mazuelos (la secularización es como una carcoma que nos roe) es el resultado de la evolución natural que acontece en cualquier sociedad libre; tan sólo los regímenes teocráticos se pueden mantener al margen de estos cambios. Entendemos que esta secularización conlleva el cuestionamiento de ciertos comportamientos difícilmente encajables en una democracia moderna y que usted, como representante de una organización claramente beneficiada por dichos comportamientos, quiera defenderse como gato panza arriba. Sea claro y deje de escudarse en la incuestionable labor social que, voluntariamente, realizan sus fieles. No utilice como escudos humanos a organizaciones amparadas por la Iglesia católica, como Cáritas, a la que no ponemos en duda, para tratar de justificar el privilegiado trato que reciben del Estado, de toda la ciudadanía, independientemente de las creencias que tengan.
En ese trato privilegiado, consagrado desde el oscuro año de 1953 por el Concordato entre el Estado español y la Santa Sede, y exprimido por la Iglesia hasta la saciedad, ahí es dónde nos encontrará al movimiento laicista para hacerle frente, pero no a usted ni a la Iglesia, sino a las distintas administraciones públicas que lo permiten. No nos busque ni nos enfrente a la labor que libremente realizan las personas que conforman el conjunto de la Iglesia católica, ni a las creencias que éstas adopten o a las tradiciones y celebraciones de las que, como todos, decidan observar porque el respeto que se merecen no es razón para que ningún organismo, administración o representante público se vea obligado o supeditado a sus intereses particulares.
Monseñor, duerma tranquilo, la Plataforma Laicista de Jerez no quiere acabar con la Navidad. Tampoco con la Semana Santa. La laicidad en las instituciones públicas es el principal garante de la libertad de conciencia; sin religiones privilegiadas ni sometidas, la antítesis de las teocracias. Si quiere, otro día tratamos el tema de todo ese patrimonio que mantiene (a) la Iglesia.
Felices fiestas y tenga cuidado con los excesos.
Plataforma Laicista de Jerez