Tras meses de interrogantes, la formación de Iglesias abogará por el laicismo; ya lo tenemos claro, y no puede ser de otra manera
Hasta hace pocos años en España apenas se hablaba de “separación Iglesias-Estado”, ni de laicidad, ni de laicismo, cuando son la columna vertebral de cualquier democracia. A día de hoy, incluso, buena parte de los españoles desconoce el significado de estas palabras; de tal manera que se podría considerar que en este país, secularmente adoctrinado y sometido al pensamiento único que propugna la religión, las ideas de laicismo y laicidad han estado tradicionalmente sólo in mente de las élites intelectuales y de las personas muy avezadas, o muy leídas y cultivadas. En ese sentido estamos aún a años luz de otros países de mucha mayor tradición democrática. Sin ir muy lejos, recordemos la Ley francesa de Separación Iglesias-Estado, coloquialmente denominada Ley de 1904.
Yo misma doy fe de que, tras cinco años de carrera universitaria, cuatro años de doctorado, más otros cuatro años de estudios reglados, jamás escuché ni leí esa palabra en los ámbitos académicos. Lo cual, por otra parte, no es de extrañar cuando llegamos a entender que España es un país confesional absolutamente, y que la religión está infiltrada de manera enmarañada, profusa e intensa en todos y cada uno de los marcos de la vida de los españoles. Y el gran poder de la religión es la ignorancia y la falta de información, las cuales se propugnan y se promueven con gran tesón. De ahí que la Iglesia católica siempre haya quemado libros (cuando no directamente a sus autores), haya frenado a la ciencia y se haya apropiado secularmente del conocimiento y de la Educación.
Me sorprende esa gente que afirma convencida que “la iglesia ya no tiene poder, no hay más que ver que los templos están vacíos”. Esas personas ignoran, sin duda, muchas cosas; desde el Concordato vigente aún, firmado por Franco con el Vaticano, pasando por los enormes y abusivos privilegios económicos y de todo tipo que sigue ostentando la Iglesia a cargo del dinero de los españoles, hasta que la Iglesia sigue teniendo una gran influencia en los medios de comunicación, en los asuntos de Estado, en las Leyes que se aprueban o se dejan de aprobar, y hasta en la elaboración de los currículums educativos; sin detenernos en pequeños y nimios “detalles”, como que es la propietaria de las más importantes editoriales de libros de texto. Bueno, en realidad, es la propietaria de media España.
En esta tesitura, durante muchos meses la actitud de Podemos con respecto al laicismo ha sido un interrogante para muchos españoles que no llegábamos a percibir con claridad las propuestas ideológicas de esa nueva fuerza política al respecto. Puesto que se trata de un movimiento con bases progresistas ciudadanas que pretende supuestamente restituir la democracia asolada por el neoliberalismo, se da por hecho que el laicismo es, o debería ser, parte importante de sus propuestas. Pero no lo dejaban del todo claro. Ha sido ahora, en el proceso de Podemos de recogida y votaciones de las propuestas ciudadanas de cara a las Elecciones Generales cuando, por fin, podemos ver la luz. Suprimir la asignatura de Religión en la enseñanza pública ha sido la propuesta más votada en el ámbito de la Educación, seguida de otra propuesta similar, aunque de connotaciones diferentes, la derogación del Concordato y el artículo 27.3 de la Constitución con el fin de que la Religión salga de las aulas públicas.
La propuesta de la supresión de la Religión de la enseñanza pública fue emitida y argumentada por una persona que explicaba, con tremenda e inusual lucidez, que “la escuela debe ser escrupulosa con el principio de laicidad o neutralidad para el libre y pleno desarrollo de la personalidad humana, y para que quepamos todos en ella… La escuela pública tiene que proporcionar un conocimiento científico…, porque las creencias no son ciencia, no se pueden enseñar ni evaluar, ni deben impartirse en horario lectivo…. En la escuela pública hay que fomentar asignaturas que contribuyan al pensamiento crítico y a la capacidad de análisis, que fomenten la creatividad, que estimulen el desarrollo de la inteligencia, la formación en valores humanos, no el adoctrinamiento. …Apostemos por la inclusión de estas asignaturas relegadas a un segundo plano por la LOCME; sólo así conseguiremos alumnos reflexivos, críticos y creativos”. Nada que añadir. De una lucidez aplastante.
Podemos, por tanto, abogará por el laicismo; ya lo tenemos claro, y no puede ser de otra manera. Tomen buena nota aquellas formaciones políticas que se llaman progresistas o socialistas y se dejan el laicismo en el camino. Sin laicidad este país no progresará ni evolucionará jamás, ésa es la realidad. Y, reitero una vez más, el laicismo no es ataque a la religión, es defensa de la democracia, de la razón, del pluralismo y de la libertad. Porque, parafraseando a mi querido amigo Gerardo Rivas, pareciera que sólo ellos puedan sentirse agredidos por los demás, y que, sin embargo, tengan bula para arremeter inmisericordemente contra todos aquellos que tengan ideas o comportamientos no avalados por sus dogmáticas y absurdas creencias.