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Pelotazo urbanístico del Obispado de Mallorca a costa de las monjas Jerónimas

La historia se repite. Tengo buenos amigos por toda España; es una suerte inmensa disfrutar de la amistad. Y mi condición de presidente de Confer, hace ya algunos años, me puso en contacto con muchas realidades felices y lamentables de la vida consagrada española.

Una de estas realidades penosas es comprobar cómo muchas consagradas, sobre todo contemplativas, se ven acorraladas por los propios obispados para que cedan sus derechos sobre sus monasterios, o sean trasladadas, cuando la comunidad se ve reducida y de edad avanzada a otros monasterios, y que la propiedad del viejo convento desde siglos pase a formar parte de los bienes de la diócesis.

Esto no parece mal en virtud de que no se pierdan los bienes eclesiásticos, siempre y cuando, las religiosas estén de acuerdo, como dueñas legítimas que son de sus monasterios seculares.

Pero cuando las religiosas no están de acuerdo con estás maniobras y se sienten presionadas y hasta «obligadas» ya no parece que sea la actitud más adecuada por un obispado que tiene como una misión encomendada, cuidar y defender a las consagradas contemplativas, que no tienen quien las defienda.

Esto es lo que ha sucedió en el obispado de Mallorca con las monjas Jerónimas y su hermoso e inmenso monasterio. Nueve mil metros cuadrados construidos, en tres pisos, con vistas al mar. Un goloso pelotazo económico que el obispado no quiere dejar pasar.

Las monjas podían pertenecer a Confer y sería esta institución su defensora, con su comisión jurídica creada para estos casos, pero ya se cuidaron los obispos en su día, no sé por qué «motivos espirituales», de que las contemplativas no pertenecieran a Confer, aunque algunas de ellas lo deseaban, sabedoras de las ventajas que eso puede tener para ellas, sobre todo en lo que se refiere a su formación. Depender de ellos significa poder controlarlas mejor, tristemente.

Nos enfrentamos de nuevo a otra situación de atropello de los derechos de unas monjas jerónimas en Mallorca que se ven amenazadas con perder su convento, en el que han habitado desde hace siglos, desde 1485, con amplia documentación que lo acredita, porque el obispado, con su anterior obispo, Javier Salinas y con el nuevo, que va en la misma dirección, Taltavull, se empeñan en arrebatarles lo que es suyo desde hace siglos y donde se encuentran enterradas más de 500 monjas que entregaron su vida en oración en ese monasterio. Cuando las monjas, en marzo de 2014, decidieron hacer uso de su derecho e inmatricular su monasterio, por la vía del artículo 206 de la Ley Hipotecaria (como lo habían hecho otros monasterios de contemplativas en Mallorca), solicitaron del “diocesano” la certificación que exige dicho precepto.

El Obispo nunca les respondió, por lo que, al cabo de 6 meses, se vieron en la necesidad de instar un expediente de dominio, ante los juzgados civiles. Cuando la tramitación de este expediente estaba a punto de cristalizar con la inmatriculación del monasterio a favor de sus dueñas, el Obispado, irrumpió en el con la inmatriculación que había gestionado a su favor, y a espaldas del juzgado y de las monjas, el día 30 de diciembre de 2014.

Esto llevó a las monjas a impugnar ante el juzgado civil de Palma esta inmatriculación, asegurando que el obispado utilizó documentos falsos, en una demanda que ofrece exhaustivamente los detalles de una acción premeditada del Obispo Salinas, a la que no dudan en calificar de mala fe, en fraude de ley y abuso del derecho.

Es difícil averiguar cuáles han sido las intenciones, pero todo apunta a que se pretendería un pelotazo económico y urbanístico por parte del Obispo Salinas y de su entorno; se habla de la construcción de un gran hotel boutique, teniendo en cuenta las dimensiones del convento y la situación estratégica donde se encuentra. Son 9.000 metros cuadrados construidos en tres plantas, con vistas al mar.

Hace unos meses, las monjas tuvieron conocimiento de que la Fundación AMADIP ESMENT, desde 2014, esperaba respuesta a un proyecto manifestado al Obispado de adaptar una parte del Monasterio para un proyecto de inserción de más de 60 personas con discapacidad intelectual. (A este tema de gran interés humano y social, dedicaremos un capítulo final aparte)

Enteradas de la existencia de dicho proyecto, que supondría que estas personas más vulnerables gestionaran la escuela-hospedería, agricultura ecológica de la gran huerta, mantenimiento del edificio y en la guía del museo, Sor Natividad y su consejera, Sor Victoria, del gobierno federal, viajaron este julio a Mallorca para conocer AMADIP ESMENT y su maravilloso plan, que, además, supondría la posibilidad de la reapertura al público de la Iglesia de San Jerónimo y la vuelta de las monjas en un espacio de clausura cuya habitabilidad habría sido recuperada. Quedaron fascinadas y enamoradas de AMADIP ESMENT.

Pero pese a que el proyecto, que ha recibido el apoyo total del Consell Insular de Mallorca (institución responsable del PATRIMONIO HISTÓRICO), suponía una solución digna al conflicto, no ha llegado la paz tan procurada y ansiada por las religiosas, y el Obispado sigue en sus trece.

El provicario, Nadal Bernat, de acuerdo con su abogado, uno de los sujetos más implicados en este desaguisado, está detrás de todo este asunto.

La operación puede suponer más de los 80 millones de euros. La inmatriculación del convento ha sido algo que las monjas están padeciendo con mucha tristeza y angustia, sobre todo por saber quién está detrás de todo esto. Ha sido consentido por el obispo anterior, Javier Salinas y, de momento, se mantiene en la actualidad con Taltavull.

Por suerte, las monjas cuentan con un fuerte apoyo popular, y también de intelectuales e historiadores de las islas y del propio Presidente del Consell Insular de Mallorca, don Miquel Ensenyat que, en todo momento, ha mostrado su solidaridad con las monjas Jerónimas a las que reconoce como verdaderas propietarias del Monasterio. El tema en Mallorca está suscitando muchos comentarios en la prensa local y las heridas parece que van a tardar en cicatrizar

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