La Conferencia Episcopal aprovecha un documento sobre la crisis para defender a España frente a los independentistas
Ante la crisis, solidaridad. El título del documento episcopal parecía apropiado para los tiempos de recesión que nos azotan y consecuente con la recomendación que los evangelios hacen a los creyentes para momentos de tribulación: caridad para socorrer a los pobres. Pero la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española hace tiempo que traspasó las fronteras de su misión pastoral y no podía perder la oportunidad, aprovechando que hablaba de la crisis, para orientarse hacia la intervención política.
En el documento sobre la crisis los obispos han incluido un apartado destinado a combatir y criticar las posiciones soberanistas del presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, aunque sin citarlo expresamente. Consideran que el debate independentista está agravando la situación económica que atraviesa España. Y advierten: “Ninguno de los pueblos o regiones que forman parte del Estado español podría entenderse, tal y como es hoy, si no hubiera formado parte de la larga historia de unidad cultural y política de esta antigua nación que es España. Propuestas encaminadas a la desintegración unilateral de esta unidad nos causan una gran inquietud”.
Como ya ocurrió en 2006 con el llamado Plan Ibarretxe, que promovía un referéndum de autodeterminación en el País Vasco, los obispos se han creído de nuevo en la obligación de expresar su oposición a las demandas de una parte de la sociedad catalana. En la votación del documento se produjeron cuatro abstenciones. En una declaración posterior, los obispos catalanes apelaron “al diálogo y la voluntad de acuerdo”, reconociendo “la legitimidad moral” de todas las opciones pacíficas.
La jerarquía de la Iglesia en España cree que puede imponer sus opciones morales a todos los ciudadanos a través de las leyes civiles y considera parte de su misión terrenal intervenir en el debate político, como un partido más, pero sin presentarse a las elecciones. Habría que recordarle que es muy libre de opinar, pero tal vez debería ser más fiel a lo que dijo Jesucristo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. (Mateo 22:21)
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