Vive en Barcelona y lamenta que en la ciudad cada vez se hable menos en catalán. Nada nuevo, salvo que quien lo dice no es un nostálgico del localismo ante la globalización, sino un hijo de ella. Jamal Mahjoub nació en Londres, de padre sudanés y madre inglesa, estudió en Jartum en un colegio italiano, se casó con una danesa en Copenhague, el "norte del norte", y ahora vive con una catalana muy cerca de la Sagrada Familia. Ha publicado siete libros, entre ellos Viajando con djins (Alfaguara), en la que su protagonista, muy parecido a Jamal, suspira: "A veces envidio a todas esas personas que saben con certeza a qué lugar pertenecen; a los escritores a quienes les han sido concedidos un idioma y una historia sin trampas ni anzuelos".
Jamal se ha tomado la molestia de aprender catalán y cuando lo quiere practicar, en bares o tiendas, le responden en castellano. Es erudito como pocos en conflictos de pertenencia. Su padre era un funcionario anticolonialista de la enseñanza que, cuando Sudán se independizó, volvió a Jartum ilusionado a echar una mano para levantar el nuevo país. Jamal tenía cinco años. "Allí no había ni cines y la televisión apenas emitía dos o tres horas al día, así que me volqué en la literatura, en los libros de mi madre inglesa, porque era la única vía que tenía para entender el mundo. Libros en inglés, hasta que encontré a un escritor sudanés, Tayeb Salih, que me interesó mucho. Después de leer una obra de mi madre que contaba nuestra vida en Sudán, empecé a ver la literatura como representación del mundo en que vivimos. Yo tenía 13 años y pertenecía a dos culturas y a dos mundos, sin ser de ninguna de ellas".
El escritor vivió en Dinamarca nueve años, trabajando en las emisiones en inglés de la BBC, pero en nigún sitio se sentía cien por cien de un lugar, "ni siquiera con mis amigos en mi país natal". Y pone un ejemplo: "La relación con un lugar requiere tener memoria y yo no la tengo en Sudán tras años de no tener contacto con la familia o en Barcelona: en este mismo edificio en el que vivo hay un vecino que recuerda cuando cayó bomba durante la Guerra Civil y, claro, él tiene una memoria del lugar distinta de la mía, que acabo de llegar. Hay una parte de tí que existe en otro lugar del mundo, en toda su extensión, por mucho que todos tengamos pasaporte, país y bandera".
Jamal ha escrito -en inglés- siete novelas, publicadas en editoriales del prestigio de Chatto & Windus o Actes-Sud. En Viajando con djinns hace una transfusión de sus vivencias a sus personajes, descubre el hielo, la nieve y algo más: el retorno a sus raíces africanas y la experiencia del integrismo islámico. En El prisionero de Argel aborda uno de los problemas centrales del islamismo. Un sultán envía a un prisionero árabe a Dinamarca a buscar un objeto prodigioso, un telescopio. ¿Por qué los astrónomos europeos pudieron vencer las reticiencias de la Iglesia y separar ciencia y religión, religión y Estado, y demostrar el heliocentrismo, que la tierra gira alrededor del sol. In the hour of signs cuenta la historia de la conquista británica de Sudán en 1885 y pone en escena las figuras simbólicas del dirigente musulmán Mohammed Ahmed, llamado el Mahdi, y el general Gordon. En 2006 publicó Nubian Indigo, una crónica entre la denuncia y la nostalgia del mundo que se perdió bajo las aguas de la presa de Asuán. En el 2007, The drift latitude, una arquitecta de éxito, hija de una emigrante de Trinidad y de un alemán, se ve obligada a reencontrarse con sus raíces cuando empieza a recibir cartas de una hermanastra.
Hace poco, Jamal Mahjoub regresó a Jartum después de años de no pisar la ciudad de su infancia. Se encontró con una megapolis con rascacielos y villas tipo Dubai y una población de ocho millones de habitantes. En la última década, llegaron a la ciudad del norte millones de personas a pie, en tren, en camiones con todas sus pertenencias, huyendo de las guerras, de la sequía y de la hambruna. "Sudán -dice Jamal-se ha convertido en el tercer productor africano de petróleo y ya no existe aquella clase media que vi de pequeño. Ahora sólo hay ricos y pobres, multimillonarios que derrochan lujo al lado de una de las poblaciones más pobres del mundo".
En Sudán gobierna con mano dura el general golpista Omar al-Bashir, que ha expulsado a Ong's que alimentaban a 2,5 millones de personas en Darfur y que no ha evitado que rebeldes, jóvenes y atiborrados de anfetaminas, llegaran el 2008 hasta las afueras de Jartum. Las regiones del norte son en su mayoría musulmanas, mientras en el sur dominan los africanos negros, las comunidades cristianas y animistas. A Jamal le irrita la "simplicidad con que Occidente trata el conflicto de Darfur, incluido escritores de buena fe como Dave Eggers"."El referéndum del 2011, en el que se votará la independencia del Sur, no solucionará nada . Posiblemente estaría bien la independecia, pero las perspectivas de un regreso a la guerra son enormes. Los problemas de Sudán no empiezan y acaban con el sur. Darfur y otros conflictos son parte de la misma enfermedad que está devorando al país". Para el escritor, el paso de un régimen islamista duro a una democracia es muy difícil y prevé que la guerra llegue a la capital norteña.
Del hielo danés a las playas de Barcelona, Jamal Mahjoub se siente bien en la ciudad, aunque cree que "ha vendido su alma a la especulación. Aquí enfrente tenía que construirse un parque, pero se ha acabado levantando un hotel, construido sin permisos. La nueva terminal del aeropuerto es igual a cualquier otra en cualquier lugar del mundo. La Barceloneta ha perdido su personalidad y sí es cierto que mundialmente es conocida como la ciudad de los carteristas y como una ciudad donde divertirse y pasar el tiempo en los bares, restaurantes y la playa. A mi me gusta Gràcia, que ha sabido conservar su personalidad. Barcelona es más internacional que nunca, pero en el sentido de uniformización, de macdonalización; se están borrando las diferencias entre todas las ciudades del mundo".
Sobre los emigrantes, Jamal, nacido en 1960 en Londres, recuerda que hay emigrantes del sur, pero también del norte. Y alerta a los políticos. "No permitan que las comunidades islámicas vivan de espaldas. No hay que dejar que los integristas influyan en ellas por medio de sus imanes". En Londres aprendieron tras los atentados del 11-J. Los terroristas eran hijos ya ingleses de emigrantes. Si no se integran en la comunidad que les acoge, puede cundir la cantinela de que los españoles no cumplen con la charia y que hay que cambiar las leyes de los infieles. "España -sigue diciendo Jamal- tiene la ventaja de que perdió su imperio muy pronto, de modo que no tiene las tensiones de otros países con la gente de sus excolonias. Además, al ser un país con tradición emigrante, puede aplicar esta experiencia a los que llegan del sur".
Viajando con djinns: Extranjero en todas partes
"Yo pertenezco a esa tribu nómada, a los marginados, a ese pueblo nacido entre las uniones de las placas continentales, en los intersticios entre las zonas horarias que nadie reclama, ensartado entre latitudes. Una tribu sin residencia fija, sin hogar, sin Estado. Tengo dos pasaportes y una amplia variedad de documentos que permiten identificarme y que le cuentan al mundo dónde he estado, pero no quién soy ni adónde voy. Mi idioma es una lengua bastarda hija de la necesidad, la improvisación, la mala gramática y los continuos malentendidos. Soy un extraño vaya donde vaya. Mi historia no me la ha regalado nadie: he tenido que apropiármela, reclamarla pedazo a pedazo, arrancársela a los pilares de los siglos y a los estantes de erudición marmórea. Mis débiles palabras contrastan con esos pesados tomos encuadernados en cuero y escritos con sangre. Mi nación es una lista azarosa de puntos del mapa por los que he pasado y sobre los que no tengo ningún derecho. Algunos pueden pensar que he sido asimilado, pero se equivocan."
( De "Viajando con djinns", Alfaguara)