Una manifestante protesta contra la prohibición de llevar niqab ante la embajada francesa en Londres. (Reuters)
Cada vez más países se suman a la prohibición del niqab, una prenda muy poco utilizada en Europa. El debate abarca desde la libertad religiosa y la igualdad de la mujer hasta el miedo a atentados
Es un hecho. Cada vez son más los países europeos que se apuntan a la prohibición del velo integral, cuyas modalidades más famosas son el burka y el niqab. El último país en dar el paso ha sido Dinamarca, donde, por primera vez, existe una mayoría parlamentaria favorable a restringir esta arcaica vestimenta islámica en lugares públicos. La pequeña nación escandinava sigue así los pasos de países como Francia, Bélgica, Austria, Holanda, Alemania, Bulgaria o Letonia, que ya han decidido poner límites a este controvertido atuendo. Sin embargo, el número real de mujeres que lo visten en Europa es muy minoritario, lo que la convierte en una medida más simbólica que efectiva.
De todos los velos integrales, el burka es el más radical. Lo tapa todo, de la cabeza a los pies, incluida la mirada, obligando a la mujer a ver el mundo a través de una incómoda rejilla. El niqab, en cambio, deja al descubierto los ojos por medio de una estrecha ranura horizontal, pero cubre todo lo demás. Su prohibición se ha convertido en una de las principales demandas de lospartidos contrarios a la inmigración, que ven en estas prendas un símbolo de la opresión de la mujer y de la supuesta islamización de Europa.
En Dinamarca, el Partido del Pueblo Danés, lleva años alimentando el debate. Ésta es, de hecho, la cuarta vez que lo propone en el Parlamento. Y su insistencia ha dado frutos, después de que dos de los partidos que gobiernan el país en coalición, el Partido Liberal del primer ministro Lars Løkke Rasmussen y la Alianza Liberal, uno de sus socios minoritarios, anunciaran hace unos días que apoyarán la medida.
La decisión supone un giro en la línea oficial de este último partido, que hasta ahora se había opuesto a la prohibición por considerarla contraria a la libertad individual. El Partido Liberal, por su parte, se mostraba dividido. En todo caso, para ambos, la elección de las palabras a la hora de formular la nueva ley es clave. «No se trata de prohibir las vestimentas religiosas, sino de prohibir que alguien pueda ir enmascarado«, aclaró el portavoz del Partido Liberal, Jacob Ellemann-Jensen, tras dar a conocer su nueva posición.
El paso no ha sido fácil. En palabras suyas, se ha buscado «un equilibrio entre varias consideraciones». Por un lado, «tendríamos que dejar que la gente se pueda vestir como quiera. Pero, por otro, en una sociedad abierta y liberal, la gente tiene que poder mirarse a los ojos y encontrarse cara a cara».
No prohíbe el burka, sino cubrirse el rostro
Con estas premisas, la norma no hará alusión directa al burka o al niqab ni hará referencia a ninguna religión en particular, sino que simplemente prohibirá llevar en público cualquier tipo de prenda que cubra el rostro. En cuanto a la motivación, la ley solo debería hacer referencia a las condiciones de seguridad y de convivencia que exige una sociedad libre y abierta, en la que todos los ciudadanos deben poder mirarse a la cara.
Los dos partidos se suman así a sus otros dos aliados políticos, el Partido Conservador, que ya había dado su visto bueno a la medida, y el mencionado Partido del Pueblo Danés, para el que el consenso obtenido constituye todo un éxito. Además, la propuesta también cuenta con el apoyo del Partido Socialdemócrata, el principal partido de la oposición.
Más allá de las formas y motivaciones legales que suscriba la nueva ley, los partidos no tienen ningún problema a la hora de admitir su intención de penalizar una prenda que, según dicen, manifiesta el estado de sumisión en que viven algunas musulmanas. «Todo el mundo está de acuerdo en que el burka es una expresión de la opresión extrema de la mujer«, llegó a admitir en Facebook el propio ministro de Exteriores y líder de Alianza Liberal, Anders Samuelsen, al explicar que «si una prohibición así es posible en la práctica, sin vulnerarnos a nosotros mismos o nuestros valores, entonces sí, nuestro partido la apoyará».
Tampoco se quedó corto el diputado socialdemócrata Mattias Tesfaye al decir que se siente «provocado» cuando ve a una mujer en burka. «No por la mujer, sino por lo que representa. Lo percibo como una forma de prisión».
El debate sobre el velo integral, por lo tanto, abarca una amplia variedad de temas. Desde la libertad religiosa, la igualdad de la mujer, las tradiciones laicas e incluso el miedo a atentados terroristas, como ya ha ocurrido en países como Chad o Pakistán en que terroristas con burka se han inmolado en medio de plazas y mercados llenos de gente.
Prohibirlo aísla más a las mujeres que lo llevan
Pero también hay quien argumenta que prohibirlo en la calle podría dejar en una posición todavía más aislada a aquellas mujeres que lo llevan, que podrían verse obligadas por sus maridos y familias a quedarse en casa. También se acusa a los promotores de la medida de poner en el punto de mira a toda la comunidad musulmana, cuando, en realidad, el velo integral es una prenda muy poco utilizada por las musulmanas en Europa.
En España, por ejemplo, donde los seguidores del Islam ascienden a casi dos millones de personas, se estima que solo unas 500 mujeres lo utilizan. Con una proporción algo más elevada, en Dinamarca, la cifra también es baja, pues se calcula que sólo unas 150 o 200 mujeres lo llevan de entre los 270.000 musulmanes que viven en el país. Pero, por pocas que sean, está claro que a los daneses no les gusta cruzarse con ellas o, más bien, con lo que representan, por la calle. Lo demuestra una encuesta reciente encargada por la televisión pública DR en la que el 62% de los ciudadanos se dice favorable a la prohibición.
Así, lo que hace unos años sonaba como un capricho innecesario de los partidos reacios a la inmigración, ahora es aceptado por una parte cada vez más amplia de la sociedad en muchos lugares de Europa. La proliferación de atentados en distintas ciudades del continente y la llegada masiva de refugiados de religión musulmana, especialmente a los países del centro y el norte de Europa, son algunos de los factores que lo explicarían.
Sea como sea, sondeos, partidos políticos y también los tribunales europeos se están posicionando a favor de estas leyes, tal como demuestran las últimas resoluciones de la Corte Europea de Derechos Humanos, que dan la razón a Francia y a Bélgica, los primeros países que se atrevieron a prohibir el velo integral allá por el año 2011.
Francia fue el primer país en prohibirlo
En ese momento, el entonces Gobierno de Nicolas Sarkozy causó un enorme revuelo al impulsar la prohibición del burka y el niqab en todos los espacios públicos. A la normativa francesa le siguió la belga, que pocos meses después aprobaba una ley muy similar. Más recientemente, también lo han hecho países como Letonia y Bulgaria, que imponen elevadas multas a quienes infrinjan la ley, así como Holanda, que ha optado por un veto parcial, permitiendo la prenda en la calle, pero no en edificios públicos, tales como colegios, hospitales o instalaciones gubernamentales.
En Alemania, donde la propia Angela Merkel se ha mostrado a favor, también se han aprobado prohibiciones parciales, mientras que en la vecina Austria, la nueva ley que veta su uso en todos los lugares públicos entró en vigor este 1 de octubre, justo antes de las elecciones en las que el país ha dado un claro giro a la derecha.
Además de Dinamarca, el próximo país en sumarse a la oleada podría ser Noruega, donde también existe una mayoría parlamentaria favorable a la prohibición. Por lo demás, en Italia, algunos municipios también lo han vetado y, en Suiza, el cantón italiano de Ticino ha aprobado una normativa parecida, al tiempo que una organización contraria al burka ha anunciado que promoverá un referéndum a escala nacional.
En España, el tema también ha generado debate, sobre todo, después de que, hace unos años, algunas localidades, como Reus o Lleida, prohibieran el uso del velo integral en los edificios públicos. El Tribunal Constitucional, sin embargo, decretó que tales normativas son contrarias a la ley de libertad religiosa. A pesar de ello, en la pasada legislatura, el Gobierno del PP planteó la posibilidad de prohibir el burka a nivel estatal, aunque, de momento, la propuesta no se ha llegado a materializar.
Paralelo al debate sobre el velo integral, está el que cuestiona el uso del hiyab, el pañuelo que cubre únicamente el pelo, en lugares donde debería primar la neutralidad, como juzgados o escuelas. Francia, que es el país con más musulmanes de Europa, ha sido la más beligerante desde el principio y, ya en 2004, aprobó una ley que, en nombre de la laicidad, prohíbe cualquier símbolo religioso en todas las escuelas públicas y que, además de la prenda musulmana, también veta la kipá judía o las cruces cristianas.