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Multas y tribunales a un perroflauta motorizado por la escuela pública y laica

El tres de junio de 2013 me aposté por primera vez en el portal de la vivienda de la consejera de Educación, Universidad, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, en defensa de la escuela pública y laica, y como denuncia de los recortes perpetrados en educación desde esa Consejería y desde el Ministerio de Ignacio Wert. Desde aquella fecha hasta el día de hoy (más de un año), no he faltado una sola mañana, de lunes a viernes, de 11 a 13 horas, salvo en dos ocasiones en que mi mala salud de hierro me ha dejado en la cama de un hospital por unos cuantos días.

Fernando, un buen amigo, médico y directivo de la Asociación Derecho a Morir Dignamente, me puso el nombre de “perroflauta motorizado” (“perroflauta”, por estar todos los días con un cartel en la calle de una céntrica calle peatonal de la ciudad de Zaragoza, aunque no tenga ni perro ni flauta; “motorizado”, porque desde hace siete años me desplazo en silla de ruedas con motor) y desde entonces escribo cada día un retazo más de lo que ha pasado en la jornada en “Diario de un perroflauta motorizado”. Soy también profesor jubilado de filosofía y ética en varios Institutos de Secundaria de Madrid y Zaragoza, y quiero seguir pensando que cada mañana sigo enseñando ideas y valores al estar en la calle en defensa de la escuela pública y laica. De hecho, Aristóteles enseñaba a sus alumnos al aire libre y paseando, y los cínicos vagaban, tomaban el sol, debatían y manifestaban su forma de ver la vida en las calles y las plazas de la gran Atenas de hace 2.400 años.

De momento, cargo con tres sanciones (la primera, de 200 euros, más otros 40 de recargo por no pagar; el resto, están pendientes de resolución judicial) y estoy citado el próximo tres de julio a un juicio por lo penal por “desobediencia a la autoridad”, pues me he negado, siempre desde la racionalidad, el civismo y la noviolencia, a retirarme del portal donde reside la consejera aragonesa de Educación.

Asimismo, además de negarme a pagar, he decidido no alegar ni recurrir esas y otras posibles sanciones venideras, pues considero que la institución sancionadora (en este caso, la Delegación del Gobierno en Aragón) está demoliendo sistemáticamente la escuela pública y laica, y está atentando directamente contra una serie de derechos humanos y libertades ciudadanas fundamentales (en este caso, el derecho a una educación universal, pública y laica, sin discriminaciones y en igualdad de condiciones). Por ello, no puedo ni quiero ni debo considerar dotados de legitimidad a estos gobernantes ni reconocer su presunta potestad de sancionar legítimamente una conductas que se limitan a defender públicamente la escuela pública y laica, y a denunciar los recortes perpetrados en este ámbito.

Hay quienes lo llaman “escrache”, pero el verdadero escrache consiste en colarse en las cocinas, los dormitorios y las salas de estar de muchos hogares españoles que no pueden costear, por ejemplo, el comedor escolar, los libros de texto o el material escolar, o las tasas universitarias que impiden que sus hijas e hijos puedan continuar estudiando. El verdadero escrache es atiborrar las aulas de un alumnado que a menudo necesita atención especial, disminuir el número de profesores, reducir servicios y presupuestos, favorecer abiertamente la enseñanza privada, principalmente confesional, y contentar a los obispos católicos equiparando y embutiendo horas lectivas de creencias en lugar de horas lectivas destinadas a conocimientos racionales y científicos. Llama mucho la atención la sensibilidad que algunas personas manifiestan con unas autoridades supuestamente “acosadas y perseguidas” en un presunto escrache y, en cambio, no dicen ni mu cuando un niño se desmaya a la entrada del cole por no haber podido cenar y desayunar o cuando una familia que vive con 450 euros mensuales debe pagar más del doble en libros y cuadernos al inicio del curso escolar.

He asistido a muchas manifestaciones y concentraciones, he redactado y apoyado muchos escritos en defensa de la escuela pública y contra los desmanes cometidos regularmente por distintos gobernantes. Durante una temporada ocupé también Bancos, Cajas, Delegaciones de Hacienda, pero observé que nada de eso hace daño al poder instituido (daño, nunca violento, solo en el sentido de efectividad y contundencia). Por eso resolví permanecer cada mañana, de lunes a viernes, en el portal de la vivienda de una consejera de Educación de este país. Y mantengo la esperanza de que un día prenda la mecha y haya muchos “portales” en muchas ciudades defendiendo los derechos y las libertades de la ciudadanía y denunciando la demolición sistemática de los mismos. En cualquier caso y ocurra lo que ocurra, siempre nos restarán la huelga general indefinida y la desobediencia civil, polícroma, noviolenta y ajustada a cada circunstancia. También, ocurra lo que ocurra y se dictamine lo que se dictamine, seguiré en el portal de la vivienda de la consejera aragonesa de Educación por la escuela pública y laica y contra los recortes.

Trece meses ininterrumpidos lleva ya apostado un perroflauta motorizado en el portal de una autoridad responsable en su Comunidad del penoso estado de la educación pública. Allí estará mientras le resten fuerzas y vida. Poco o nada tiene que perder, y sí mucho que ganar, pues pueden embargar su pensión y sus enseres, pero jamás su libertad y su dignidad.

Antonio Aramayona

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