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Mujeres sacerdotes, mujeres imames, mujeres rabinas

Las religiones siempre se han llevado mal con las mujeres. Es proverbial su misoginia, que las conduce, por lo general, a excluir a las mujeres del espacio de lo sagrado y de toda responsabilidad en las esferas del poder y del saber. ¿Será que prohibe Dios a las mujeres el acceso a lo sagrado por su impureza, así como al sacerdocio, al imamato y al rabinato porque no pueden representar a la divinidad?

El libro de la escritora Yolanda Alba Sacerdotas. La mujer en las diferentes liurgias y religiones (Almuzara, Córdoba, 2018) responde negativamente a esta pregunta. Y lo hace no a la ligera, sino a través de un detallado y riguroso recorrido por la historia de las religiones desde las antiguas civilizaciones, del Nilo al Eúfrates, los cultos romanos, las druidesas celtas, pasando por el judaísmo, el cristianismo, el islam, el budismo, el hinduismo, las religiones africanas, las culturas y religiones de Indoamérica, Amerindia y Afroamérica. Y así hasta el siglo XXI donde la autora busca –y encuentra– a mujeres rabinas, imames, sacerdotes, pastoras, obispas, ayatolás y sacerdotisas.

Ahí radica uno de los principales méritos de este libro: en que, frente a la pereza de muchos historiadores de las religiones a la hora de investigar sobre el papel fundamental de las mujeres en el terreno religioso, Yolanda Alba no se queda en la superficie y en los estereotipos patriarcales, sino que indaga, investiga, inquiere, busca –uso intencionadamente los cuatro verbos- hasta encontrar el lugar protagónico que corresponde a las mujeres en el mundo de lo sagrado.

La autora ofrece un análisis dialéctico. Por una parte subraya el empoderamiento de las mujeres que se rebelan contra la marginación a la que se ven sometidas por el poder religioso en manos de los hombres. Por otra, constata su papel subalterno y dependiente a partir de la de la inferioridad femenina, que se naturaliza y legitima apelando incluso al acto creador de Dios.

¿Mujeres sacerdotes, imames, rabinas? Por supuesto que sí, responde Alba. Y no como un capricho o privilegio feminista –el feminismo no defiende caprichos ni privilegios, sino derechos iguales-, sino como una legítima reivindicación en plena sintonía con la existencia de mujeres sacerdotes en todas las religiones a lo largo de la historia, con las reivindicaciones de igualdad del feminismo y con los movimientos feministas dentro de las religiones.

Hay una pregunta que recorre toda la obra: “¿Y si Dios fuera mujer?”. Quizá lo sea y la mayoría de las religiones lo han ocultado, al contar la vida y la historia de Dios y de los dioses desde la perspectiva del varón, al pasar del matrismo al patiarcado. “La historia y la teología patriarcal –afirma Yolanda Alba- omiten cualquier clase de información relacionada con la conquista de la diosa y la destrucción de la cultura que floreció en el pasado: la historia de esa época se enterró y solo ha surgido en la última mitad del siglo XX” (p. 83).

Incluso en los textos de los monoteísmos masculinos encontramos el rostro femenino de Dios, que fue ocultado por las tradiciones patriarcales y por las interpretaciones androcéntricas. La Biblia hebrea es un buen ejemplo de las imágenes femeninas con las que se presenta a Dios. Un ejemplo entre muchos: la Sabiduría como creadora con Dios. La lectura feminista de los textos considerados sagrados de las religiones ayuda a recuperar dicho rostro.

Tras la lectura de esta excelente obra, me pregunto: ¿Es posible la existencia de una religión sin misoginia, sin discriminación de las mujeres? ¿Es posible una religión organizada desde la igualdad y la justicia de género? Es posible y necesario, pero no podemos negar que resulta difícil por la resistencia del patriarcado religioso, que presenta a Dios con atributos varoniles y convierte al varón en masculinidad sagrada, conforme a la afirmación de la pensadora feminista Mary Daly : “Si Dios es varón, el varón es Dios”.

Es esta afirmación la que ha inspirado mi teoría sobre “Dioses varones-masculinidades sagradas-inferiorización de las mujeres, que desarrollaré en mi libro de próxima publicación.

Pero no por difícil resulta imposible. Tenemos ejemplos en los movimientos de mujeres que resisten al patriarcado en el interior de las religiones y se organizan autónomamente, y en las numerosas experiencias igualitarias que se dan en las comunidades religiosas.

El feminismo como teoría crítica de la sociedad patriarcal, como movimiento social y como revolución reivindicativa de la subjetividad de las mujeres, constituye una excelente aliado para el objetivo de la creación de religiones y movimientos de espiritualidad, pensados organizados y vividos sin discriminación por razones de género, etnia, cultura, creencia religiosa, clase social, identidad sexual y discapacidad. A su vez, las religiones igualitarias son las mejores aliadas de las luchas feministas.

Me parece un signo esperanzador en el cambio de paradigma que se está produciendo en las religiones el que un colectivo de mujeres pertenecientes a diferentes congregaciones religiosas católicas apoyaran este año la huelga del 8 de marzo y se incorporaran a las multitudinarias manifestaciones del tan revolucionaria efemérides.

Estoy seguro de que el libro de Yolanda Alba contribuirá al cambio de paradigma que se está produciendo en la sociedad y que debe producirse en las religiones: de la discriminación a la igualdad y a la justicia de género. Mi felicitación a la autora y mi invitación a que lean el libro los teólogos y dirigentes religiosos varones de las diferentes tradiciones religiosas y movimientos espirituales. Seguro que les (nos) ayudará a quebrar cráneos ideológicamente endurecidos, a liberarse (nos) de las estructuras mentales patriarcales excluyentes en que con frecuencia suelen (solemos) estar cómodamente instalados y a abrir nuevos horizontes inclusivos fraterno-sororales.

¿Significa dicha liberación perder derechos? En absoluto. El único derecho que está aquí en juego es el de la igualdad entre hombres y mujeres. Y en la medida en que lo recuperen las mujeres, se habrá conseguido plenamente. Lo más contrario a los derechos humanos es la actual desigualdad abismal de género en las religiones, a decir verdad, en una más que en otras.

Como afirma Mary Wollstonecraft en su libro Vindicación de los derechos de la mujer, de 1792, pionero del feminismo filosófico, “las desigualdades entre los hombres y las mujeres son tan arbitrarias como las referidas al rango, la clase o los privilegios”.

¿Significa esa liberación la pérdida de privilegios de los hombres? Sin duda. Y ellos deberían ser los primeros en desprenderse de dichos privilegios -que no pueden confundirse con derechos, por mucho que sea el tiempo en que vienen disfrutándolos injustamente. Mejor desprenderse de ellos, antes de que se los quiten.

Termino con una apelación al feminismo, en este caso aplicado a las religiones, que es una de las mejores – por no decir la mejor- mediaciones teóricas y prácticas para conseguir la igualdad (no clónica) y para eliminar los privilegios.

Juan José Tamayo es Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría” de la Universidad Carlos III de Madrid. 

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