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Mormones y Testigos de Jehová no pagarán impuestos y podrán dar clases en la escuela pública

Las confesiones religiosas minoritarias quieren los mismos beneficios que las tradicionales. Y para conseguirlos, se han lanzado a una carrera en pos de la denominación de “notorio arraigo”. Ésa es la llave para dejar de pagar impuestos y disponer de profesores en la escuela o de capellanes en los hospitales.

Algo que ya obtuvieron los Mormones con el Gobierno Aznar y que están a punto de alcanzar los Testigos de Jehová con el Ejecutivo socialista de Zapatero.

    En España hay tres grandes grupos de confesiones religiosas. Por un lado está el catolicismo, la religión que profesa el 80% de los españoles. Por eso y por diversos motivos histórico-culturales, nuestro país, a pesar de ser un Estado aconfesional, reconoce en el propio texto constitucional el
 papel relevante que juega en su configuración socio-religiosa la religión católica. En el artículo 16.1, párrafo 3, se lee: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española, y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y con las demás confesiones”.

    Mención explícita al catolicismo que juega, pues, en la primera división religiosa. Con toda una serie de beneficios, como las exenciones fiscales, las subvenciones estatales o la presencia en escuelas, hospitales, cárceles y cuarteles. Algunos les llaman privilegios y otros, derechos adquiridos y avalados por los Acuerdos Iglesia-Estado, firmados en 1979. Pero la Constitución postula relaciones de cooperación no sólo con la Iglesia católica, sino también “con las demás confesiones religiosas”. Y  para cumplir la letra y el espíritu de la carta magna, el gobierno socialista de Felipe González firmó, en el mes de noviembre de 1992, acuerdos de cooperación con otras tres confesiones religiosas: protestantes, judíos y musulmanes.

    Para justificar esta selección religiosa, se acuñó y sigue vigente la denominación de “notorio arraigo”. Un término vago e impreciso. Para acceder a dicha denominación, los criterios que exige el gobierno de turno son el número de fieles de la confesión religiosa, el tiempo de su presencia en España, su difusión a lo largo y ancho del país y su representatividad social.

    Como dicen los Testigos de Jehová, “criterios ambiguos, porque los judíos llevan tiempo en el país, pero no son más que unos 10.000”. Por eso, se sienten discriminados. Aunque por poco tiempo, porque esperan conseguir también la denominación de notorio arraigo “en menos de dos meses”, como  señala su portavoz, Aníbal Matos.

    En la dirección general de Asuntos Religiosos no se quieren mojar tanto y simplemente dicen “que el tema se trató en la última reunión de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa y se volverá a tratar en la próxima”.

La que ya consiguió dicha denominación es la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocidos como los Mormones. Como cuenta su portavoz en España, Bonifacio López, iniciaron los trámites en 1996 “para poder disfrutar de los derechos que tienen las demás confesiones”. Y lo consiguieron en el año 2003, unos meses antes de que José María Aznar perdiese las elecciones generales y el gobierno del país.

    Lo que tienen los demás. “Pedimos y conseguimos lo que tienen los demás: exención del IBI (Impuesto sobre Bienes Inmuebles) en los templos, deducciones fiscales para nuestros miembros, la validez civil de los matrimonios celebrados por nuestros ministros”, explica el portavoz mormón.

Asegura también que su Iglesia no quiere dinero del Estado, “por una cuestión de principio, para ser absolutamente independientes.Y matiza Bonifacio López: “No buscamos subvenciones, pero sí la igualdad de derechos”. Entre ellos, la posibilidad de que sus profesores puedan acceder a la escuela pública, siempre que en un centro se concentre un determinado número de alumnos de su religión.

Cuarenta mil fieles.
 Para conseguir la denominación de “notorio arraigo”, los Mormones adujeron que están presentes en España desde 1968 y que cuentan con unos 40.000 fieles extendidos por toda la geografía española y un templo espectacular en el barrio de Moratalaz de Madrid.

Pero el reconocimiento explícito de la Administración, a veces no lleva emparejado el de la sociedad. Y los Mormones se quejan de que “mucha gente nos sigue considerando una secta”, aunque también reconocen que “la sociedad española se está abriendo a pasos agigantados y en todos los sentidos, incluido el religioso”.

¿Por qué los Mormones sí y los Baha’is o los Testigos de Jehová, no? Eso es lo que se preguntan estos últimos y, aunque no quieren hablar de “agravio comparativo”, aseguran que, a su juicio, “no hay razón objetiva alguna para que la Administración no nos conceda la denominación de notorio arraigo”.

Y el portavoz de los testigos, Aníbal Matos, muestra los galones de su religión en España: llevan casi un siglo aquí, concretamente desde 1915, son unos 180.000 (la minoría religiosa mayoritaria de España) y están extendidos por todo el país. Y, además, están creciendo un 2% anual, sobre todo en el litoral mediterráneo y en las grandes ciudades.

    Por eso piden “exención de impuestos, la validez civil de los matrimonios celebrados por nuestros ministros del culto, capellanes en hospitales y cárceles, asi como el acceso a la enseñanza pública y a los dineros del Estado”.

    Algunos de estos beneficios sólo como derechos teóricos. Por ejemplo, los Testigos no emplearían la posibilidad de que sus profesores diesen clase en la escuela pública, porque “la enseñanza religiosa no es competencia del Estado, sino de los padres”, explica Aníbal Matos. Y añade: “En el ámbito económico tampoco pretendemos ser una carga económica para el Estado. No nos preocupa poder recibir dinero de las arcas estatales, porque la responsabilidad de mantener a la Iglesia es nuestra”.

Eso sí, el reconocimiento estatal les daría, como reconoce su portavoz, “un marchamo y un aval de legitimidad”. Y es que “mucha gente sigue utilizando como un latiguillo de contenido peyorativo la palabra secta para descalificarnos”.
    Hasta que no consigan entrar en el cajón del “notorio arraigo”, los testigos de Jehová forman parte de las confesiones religiosas españolas de tercera división. Como los Baha’is, que ni se atreven a pedir la citada denominación. Porque son pocos (unos 4.000) y porque sólo llevan 50 años en España.

Aunque, como explica su portavoz, Javier González, esperan conseguir de la Administración algunas concesiones puntuales, como la exención de impuestos, el reconocimiento legal de sus fiestas o la validación civil de los matrimonios celebrados por sus ministros.

    Otras confesiones, ni eso. Por ejemplo, la Cienciología, que está pidiendo sin cesar el acceso a esa denominación sin conseguirlo. Y eso que, como dice su portavoz Angela Guirao, “la Congregación de Cienciología de España está debidamente inscrita como asociación con Actividad de Base Religiosa, dentro del Registro de Asociaciones del Ministerio de Interior”. Pero no parece que vaya a conseguir nada más. A no ser que el Gobierno decida que hay café para todos, en forma de concesión universal de los beneficios que lleva aparejados el “notorio arraigo”.

Los mormones
 Son 12 millones y medio en todo el mundo y unos 40.000 en España. Sus misioneros, normalmente rubios y vestidos de negro, han conseguido duplicar sus adeptos en pocos años. Hoy cuentan con unas 100 capillas en todo el Estado y un majestuoso templo en Moratalaz (Madrid). Creen en la Biblia «bien traducida», no en la adulterada por la «grande y abominable Iglesia, que preside el Anticristo» (el Papa de Roma). No tienen clero. Los jóvenes tienen el deber de predicar durante dos años en un país diferente al suyo. Admiten la poligamia. No pueden probar alcohol, tabaco, café o té. Ayunan una vez al mes y entregan los diezmos de sus ganancias. No quieren recibir dinero de ningún Estado.

Los testigos de Jehová
 Organizados alrededor de comunidades locales o congregaciones, se mantienen de las donaciones y de lo que recaudan sus “misioneros”. Llegaron a España en 1015 y, en la actualidad, rondan los 200.000 y son una de las confesiones con mayor implantación en España. Aseguran que Jesucristo no es Dios, niegan la resurrección y la virginidad de María, los sacramentos… Son milenaristas y practican un rigorismo ético: objeción de conciencia y rechazo absoluto de transfusiones de sangre. No pueden cazar, pescar ni ir al cine o al teatro. No quieren recibir nada del Estado y sólo piden respeto para sus misioneros que van de casa en casa. Se organizan en torno a comunidades locales o congregaciones y se mantienen de las donaciones voluntarias realizadas por sus dinámicos fieles. Realizan su labor  evangelizadora tanto en la calle como por los domicilios, porque, como dice su portavoz, “es una responsabilidad moral compartir con otros el mensaje de la Biblia”. Disponen de un enorme complejo en Ajalvir (Madrid).

Los baha’i
 Fundada por el iraní Baha’u’llah, la fe Baha’i nace como una escisión del Islam. Busca la armonía y la unidad mundial en el amor y la paz. Una unidad basada en la justicia y en el respeto a la diversidad de los pueblos. Promueve la erradicación de los prejuicios religiosos y confraternizar con todos los pueblos. Para los fieles baha’is, el objetivo del ser humano es la transformación mediante la oración y la lectura de los Escritos Sagrados. Creen en la naturaleza espiritual de la persona y en la igualdad de hombres y mujeres. Son unos 4.000 en España. No pueden afiliarse a partidos políticos. Piden que su matrimonio tenga efectos civiles y equiparación de religiones.

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