En los documentos revelados se muestran las prácticas cuestionables de los Legionarios de Cristo para recaudar fondos, incluida la manera en que la organización tomó el control de las finanzas de una anciana y la convenció para donar a su caus
Los archivos incluyen las primeras declaraciones de las que se tenga conocimiento por parte de jerarcas de los Legionarios. Ilustran el trabajo interno y la cultura de secretismo en una congregación sobre la que el Vaticano debió tomar control directo, tras determinar que su fundador mexicano, el ya fallecido Marcial Maciel, había llevado una doble vida, en la que vejó sexualmente a seminaristas y procreó tres hijos con dos mujeres.
Un juez de la Corte Suprema de Rhode Island determinó el año pasado que los documentos constituían una señal de alerta, porque daban cuenta de los pasos que llevaron a que una anciana devota transfiriera millones de dólares a líderes religiosos que operaban en forma “dudosa” y en la “clandestinidad”.
Pero los documentos permanecieron en secreto hasta que The Associated Press, The New York Times, el National Catholic Reporter y The Providence Journal pidieron su divulgación, bajo el argumento de que eran de interés público.
El papa Benedicto XVI tomó control de la Legión en el 2010 después que una investigación del Vaticano dio cuenta de los actos indebidos de Maciel. El pontífice ordenó una reforma radical de la congregación y designó un delegado papal para supervisarla.
El escándalo de la Legión resulta significativo porque muestra la forma en que la Santa Sede hizo caso omiso a las acusaciones creíbles de abuso que se imputaron a Maciel durante décadas, mientras lo exaltaba como un modelo de santidad para los fieles, debido a que había contribuido con dinero y actos que fomentaban la vocación sacerdotal.
El caso, que manchó el legado del papa Juan Pablo II, representa uno de los ejemplos más claros de la forma en que el Vaticano desatendió los reportes de abusos por parte de los sacerdotes mientras la jerarquía católica privilegiaba sus propios intereses, por encima de los derechos de las víctimas.
El testamento de Gabrielle Mee, que murió a los 96 años en el 2008, es el centro de la demanda. La nieta de Mee, Mary Lou Dauray, sostiene que su tía fue defraudada por la Legión para que le cediera su fortuna. Su marido, ya fallecido, fue director del Fleet National Bank, absorbido más tarde por el Bank of America.
El juez Michael Silverstein falló en septiembre que Dauray no podía demandar, pero notó que había evidencias de que Mee había sido persuadida indebidamente de dar su dinero a la Legión. El abogado de Dauray, Bernard Jackvony, dijo el viernes que los documentos difundidos demuestran un esfuerzo orquestado por dirigentes de la legión de recibir el dinero de Mee y de encubrir las fechorías de Maciel, quien -afirma el New York Times- sería la causa real de la dimisión de Benedicto XVI.
La Legión dijo que sus acciones respecto del testamento fueron correctas y honorables. Afirma que no ejerció ninguna presión indebida sobre la decisión de la anciana y que las donaciones que extendió a la congregación fueron por voluntad propia.
Entre los documentos difundidos hay declaraciones de altos jefes de la Legión, incluso el reverendo Anthony Bannon, que fue segundo de Maciel, y el reverendo Luis Garza, actual titular de las operaciones de la Legión en América del Norte.
En una declaración, Garza reconoce que formaba parte de un comité de dirigentes de la Legión, creado para distribuir fondos de un albacea de Mee, exclusivamente para actividades de la congregación.