Ryke Geerd Hamer fundador de la pseudoterapia mal llamada «medicina germánica»
En la práctica médica cotidiana, uno puede escuchar las percepciones personales acerca de la enfermedad, constituyentes, por cierto, de lo que Arnoldo Kraus llama el “padecer”, que no necesariamente es la enfermedad.
El abordaje sicológico que empleamos los seres humanos para construir la idea de nuestra enfermedad recorre muchos caminos y no necesariamente es el razonamiento científico la base de dicha edificación intelectual.
De la misma manera, las posibles soluciones a la enfermedad son un abanico de posibilidades, desde respuestas mágicas como la imposición de las manos en la zona del cuerpo afectada hasta la aceptación de la solución quirúrgica que propone el galeno.
Desde el punto de vista de los sistemas de creencias, por supuesto todo es válido, la libertad religiosa ampara también la posibilidad de creer en cualquier estilo de tratamiento, aun a pesar de que nos puede costar la vida o la integridad.
Imaginemos que alguna persona tenga la convicción plena y absoluta de que la única solución al tumor maligno que padece consiste en la aplicación sistemática del reiki.
No tenemos que ser genios para saber que si no recibe tratamiento médico, además de su reiki, va a morir por el tumor.
En todo caso, el papel del gobierno es advertir a la población de la carencia de evidencia científica respecto de todos esos tratamientos llamados “alternativos” y que, por lo tanto, representan un riesgo enorme si el paciente decide abandonar el tratamiento médico.
Pueden representar alivio sicológico, tranquilidad y efecto placebo, que en todo caso son, eventualmente, efectos benéficos, pero de ninguna manera van a curar absolutamente a nadie.
Las cosas se complican cuando el tratamiento parece provenir de países lejanos, muy avanzados, y en los que los chismes dicen que han resultado maravillosos, solucionando graves problemas de salud en enfermos graves.
Estoy alarmado con la aparición de una nueva “alternativa terapéutica” llamada medicina germánica, por lo que insto a las autoridades sanitarias a que les prohíba a quienes la practican o favorecen que se llame medicina.
No es medicina, es un sistema de creencias que fundó recientemente un tipo en Alemania, que propone que la enfermedad ocurre por un trauma sicológico, de tal forma que al resolver dicho problema se curará el enfermo.
El fundador, Ryke Geerd Hamer, era un delincuente perseguido por la justicia de varios países europeos, acusado exactamente de dejar sin tratamiento médico a varias personas que, incluso, han fallecido.
Inclusive parece que se le ha relacionado con posturas antisemitas, porque entre alguno de sus postulados aparece que la ciencia médica es una “conspiración judía”.
La falta de educación, de recursos médicos, aunados a la pobreza generalizada en éste, nuestro querido México, provocan un escenario favorable para la propagación de semejantes tonterías, pero si además la autoridad sanitaria no despliega sus capacidades para limitar el crecimiento y advertir a la población para que no se dejen engañar por esas seudoterapias, el resultado puede ser catastrófico.
Quedo a la espera de una respuesta racional y proporcional de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) respecto del tema.
Raimundo Canales de la Fuente
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