Las universidades privadas reciben bendiciones administrativas y facilidades para poner en marcha titulaciones ya existentes y ofertar, bajo nombres simbólicos de la historia de España, estudios «innovadores».
¡Cuántas energías perdidas y malgastadas en torno al mapa de titulaciones de la región de Castilla y León! Ahora resulta que, según las declaraciones del consejero de Educación, deben revisarse los planteamientos presentados en enero de 2013. Cuando estamos en la fase final de un curso cargado de incertidumbres, la reordenación de la oferta universitaria ha entrado en una nueva fase de confusión, que sin duda afecta negativamente a las universidades públicas.
Sabíamos de las dificultades administrativas y políticas para dar una salida inteligente a la enseñanza superior en la región, en particular a las titulaciones amenazadas de supresión o de reconversión. Además de verse dañadas en su propio entorno académico, por lo que conllevan en este medio las estrategias de supervivencia de unas y otras, o por la imposición de ajustes exclusivamente económicos, las incertidumbres han repercutido en el ánimo de los docentes y en las posibilidades de elección de los grados amenazados.
No es necesario remarcar que la propuesta de la Junta de Castilla y León, acerca de la “racionalización del mapa de titulaciones”, ha resultado ser un fiasco más de la política autonómica, a los que nos tiene tan acostumbrados el Gobierno regional desde Valladolid. Fiasco absoluto ha sido “la racionalización” de nuestras cajas de ahorro y su almoneda; fiasco irremediable será la ordenación de nuestro territorio de seguir los parámetros tecnocráticos emanados desde la Consejería de Presidencia de la Junta; y hacia el fiasco culturalmente más empobrecedor caminan nuestras universidades públicas ante la ausencia de una política coherente y seria y ante la actitud sumisa de nuestras autoridades universitarias, que han ido cediendo parcelas de autonomía e independencia crítica, o incluso han perdido capacidad para integrar a profesores y alumnos en torno a titulaciones verdaderamente transversales y transdisciplinares.
Mientras tanto, las universidades privadas reciben bendiciones administrativas y facilidades para poner en marcha titulaciones ya existentes y ofertar bajo nombres simbólicos de la historia de España estudios innovadores. Y en este contexto de desprecio a lo público y al trabajo docente riguroso y entusiasta, nos parece una falta de sensibilidad cultural y política el débil apoyo del Gobierno estatal a la celebración del VIII Centenario del nacimiento de la Universidad de Salamanca (1218), que representa legítimamente la construcción histórica de saberes y derechos universales. Un hito para la alegría y una efemérides para mirar con nuevas dosis de utopía el futuro, en medio de tantas desolaciones y tragedias.
Valentín Cabero. Catedrático de Geografía de la Universidad de Salamanca
Fachada del edificio histórico de la Universidad de Salamanca.
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