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Marina, sus propuestas y su concepción de la educación

He seguido la trayectoria del profesor y escritor José Antonio Marina. Y he de decir que, reconocida su habilidad y esfuerzo para mantener y aumentar su notable fama, tras mi primera lectura de su Ética para naúfragos a finales del 95 he seguido su trayectoria con interés. He leído parte apreciable de su obra, acudido a alguna conferencia, tenido en cuenta sus declaraciones e informado incluso de su colaboración con personas de mi entorno que preconizaron una escuela pública y laica.

Tal vez por el contraste de aquella aspiraciones compartidas y documentadas, con su propuesta de Libro Blanco de la Función Docente, he revisado con esmero recuerdos y documentos para contribuir al debate que nos propone el filósofo Marina, a petición de un gobierno terminal, tan desperstigiado en lo educativo que ha concitado la completa unanimidad en su contra. mejora .

Empezando por buscar el consenso educativo, estaría bien que se comunicara a la ciudadanía, aunando su compromiso de ténico cooptado con su faceta de comunicador, la realidad de la oferta excesivamente generosa presentada por el ministro Gabilondo. Humildemente creo que nadie, ni como simple persona, ni como educador, ni como técnico pedagogo, ni como político, puede iniciar un proceso en ningún terreno sin rconocer compartiendo las circunstancias previas.

En cuanto a la compartida necesidad de mejorar la formación del profesorado, se retoma u la desechada carrera docente e incentivos económicos (como el plan de calidad en Andalucía) fracasados en la práctica y en la legalidad. Relaciona dicha propuesta formativa con otras sobre evaluación, cuya concepción insinúa un concepto de la propia educación y sociedad discutibles y discutidos más abajo. Volviendo al profesorado coincido en las posibilidades de un MIR pedagógico y la desaparición de los vestigios de aquella breve y mentirosa aptitud pedagógica. En esa línea, pero abriendo el campo ideológico, que se supone no condicionado por las creencias religiosas como le sucediera a D. Fernando de los Rios, y temporal-histórico merecería la pena mirar al pasado. Sí, no tema que le llamen antiguo por espigar en La Escuela Moderna de Ferrer y en la Institución Libre de Enseñanza de D. Francisco Giner y otros. En cuanto a los incentivos para la atracción de personas con vocación y capacidad para el magisterio, no sería ocioso imitar lo que se hizo durante la IIª República y concretamente El Plan Profesional de Maestros.Hay suficiente literatura que detallan los frutos de tales experiencias, tanto en la universdad como hasta el último pueblo, donde llegó la inquietud de formar mujeres y hombres libres. También la hay de la recuperación de la misma por los movimientos de renovación pedagógica y de los colegios de doctores y licenciados, hacia los setenta, con la concreción de la alternativa de Escuela Pública y Laica, a la que se unía la del Cuerpo Único de Enseñantes. Pero claro aquello en la transición exigía remover trabas económicas y sobre todo ideológicas para llegar al pacto que ahora se tambalea. Sin embargo, si ganara el rigor intelectual, podríamos ver que bastante de lo que se busca está allí.

Retomando la educación y el modelo de sociedad, con la que está cayendo El Libro se decanta una vez más por el pragmatismo de la selección y competencia en un mundo que intelectualmente se viene pronunciando por la necesidad de utopias solidarias. Temo que tal decisión decante su modelo de persona lejos de la de libre conciencia que, en el ejercicio de su autonomía, no se dejaría manejar con valores y/o necesidades creados por poderes cada día menos reconocidos y alejados. Con ese tipo de persona, manipulable por miedos reales o imaginarios, creo yo, se favorece una sociedad mercantilizada por   el lucro económico, la apariencia o el placer efímeros o hueros, y la renuncia a la decisión razonada y colectiva.

En cuanto a la evaluación, en coherencia con lo anterior, se venía definiendo como: personal (porque si no es consciente la persona de su propio aprendizaje, mal empezamos) democrática (si no es capaz de explicarse a sí y a los demás, no podrá aceptar ayuda crítica)    cualitativa (detallando aspectos concretos a mejorar y los satisfactorios con relación a su persona) procesual y revisable (para mejorar concretando el programa siguiente y el proceso en general) y formativa (para aprovechar desde el principio la autocrítica y participación para ser ciudadano/a .

Sí no se cumplen esas características en el ámbito personal, de grupo, de centro y de sistema escolar, avanzaremos poco. Seguiremos con la inercia numérico- mercantil-credencialista en la que se simularán las conductas que en cada situación se requiera para conseguir un objetivo con independencia del desarrollo integral que se preconiza.

Esto es lo que como a un simple maestro jubilado, avalado sólo por el estudio continuado de la teoría que vino alumbrando la propia práctica como enseñante y como ciudadano consciente, da a conocer por si el debate fuera tal.

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