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Mantenella y no enmendalla

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Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

Se utiliza esta expresión del castellano antiguo, equivalente a lo que hoy sería «sostenerla y no enmendarla», para referirse a la actitud de quien mantiene obstinadamente sus errores -por la razón que sea, pero generalmente por orgullo o por creer que corregirse desvelaría su torpeza o pondría en entredicho su capacidad- y aún a costa de causar daño o perjuicio.

Ahora podemos saber que aquella prostitución del Balcón de la Biblioteca, utilizado tradicionalmente para reivindicaciones sociales, en el que se pedía el fichaje de un futbolista por un Club Local, no fue error y sí fue un craso error, se está en lo de sostenerla y no enmendarla, que aún es peor.

La colocación de aparatosos soportes con imágenes religiosas de semana santa en las distintas plazas de la ciudad es una redundancia que abruma y empalaga. Lo de fuera la religión de los espacios públicos ya no tal. Al parecer no es suficiente tener calles cortadas y ocupadas durante varias semanas, también es necesario ocupar plazas.

De la misma manera, que el Balcón de la Biblioteca fue prostituido, no menos desvirtuado ha sido la icónica Plaza de Jerez, lugar tradicional de reivindicaciones políticas y sociales. Lo que para algunos supone desvirtuación y, para los más, una provocación. Los que hicieron de ese lugar una seña de identidad de lucha política y de resistencia contra la mono cultura cristiano-oficialista no estarán muy contentos, aunque callan desde la resignación o desde una malentendida complicidad. El laicismo de las instituciones públicas que se reivindicaba, más allá del agnosticismo y de la apostasía de salón del que algunos y algunas hacían gala, ha quedado tan entredicho como sus propias actitudes democráticas.

Igualmente, se corrobora que, aquella visita que procedió hacer la alcaldesa en calidad de tal, como tanto gusta decir, al representante eclesiástico arzobispal en la parroquia sede de la patrona de la ciudad, después de no asistir al pregón y recibir las críticas del excelso y casposo colectivo capillita local, fue un error, sino un gesto cargado de desagravio para algunos o de claudicación para los más.

Las críticas recibidas por la no asistencia a aquel pregón de la patrona en 2023 sirvieron no para sostener la credibilidad, sino para enmendarla. De esta manera y no de otra debe entenderse, la presencia de la primera edil local al pregón de la semana santa de este año. Por una parte ha enmendado su credibilidad y, por otra, ha sostenido el error. Lo de separación Iglesia-Estado ha quedado en el olvido, como olvidado (pelillos a la mar) quedó la calificación de anticuado en tono peyorativo al concepto de República de quien sostuvo como consorte al casarse in extremis con la titular de un título nobiliario tan vetusto o más que la propia república como forma de Gobierno y que ahora se agasaja y homenajea como luchadora de derechos, no se sabe de quién o de qué.

La inminente semana santa que se avecina ha puesto de manifiesto la incoherencia sobre lo que se decía desde la oposición y lo que se hace y permite desde el Gobierno. Basta recordar, a modo de ejemplo, que la Junta Local de Cofradías y Hermandades sigue con el negociete de los palcos. Esto es, se instalan con medios públicos municipales y el alquiler lo recauda la patronal capillita sin intervención municipal. En esto no ha habido enmienda al respecto y sí mucho sostenimiento.

Enmendar un supuesto error aunque conlleve caer en la incoherencia sobre lo que se mantenía y defendía antes puede ser de sabio, pero si no es por un legítimo cambio de convicción, como así parece, y sí por una evidente pusilanimidad que supone ser reactivo a las críticas, es propio de espíritus tan inseguros como mediocres. Un espíritu inseguro y mediocre que se extiende al colectivo partidista que representa al no cuestionar en su seno esos comportamientos de su máxima representante.

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