Luis Argüello (Palencia, 1953) atiende a El Confidencial desde la casa de la curia en Valladolid, donde ejercer como obispo auxiliar. «Castilla y León es de las últimas que han entrado en la desescalada», recuerda a través de vídeo conferencia cuando menciona el efecto que ha tenido la pandemia en la vida eclesial. «Es pronto para sacar conclusiones, porque aún tenemos limitación de aforo en los templos, pero hemos notado una inquietud por las preguntas fundamentales de la vida y un deseo de recibir palabras de consuelo», explica desde su púlpito. Sin embargo, habla como secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española cuando recuerda que «en principio es normal» que la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, hablara con el nuncio del Papa en España, sobre todo cuando éste «está recién llegado», pero apunta que «la Santa Sede encomienda a la Conferencia Episcopal el desarrollo de los principales acuerdos y las relaciones con el Gobierno». «Hay algunos asuntos a los que hizo referencia la vicepresidenta que es necesario que dialoguemos», aclara.
PREGUNTA. ¿Está siendo el Gobierno de Sánchez e Iglesias hostil con la Iglesia católica?
RESPUESTA. Las relaciones están siendo normales, de respeto y colaboración, dentro de la normalidad de estos últimos meses en los que la pandemia nos pone en dificultades a todos. Tenemos pendientes bastantes cuestiones en diálogo que el propio presidente del Gobierno y la vicepresidenta cuando tuvo su entrevista con el nuncio han anunciado, pero me imagino que debido a las circunstancias que hemos vivido desde marzo aquí no ha sido posible todavía tener estos encuentros. Ha habido algún malentendido en el tiempo de pandemia respecto a la aplicación del decreto de alarma en el que se permitía la libertad de culto y se reconocía. Ha habido algunos incidentes debido a la interpretación de dos artículos del estado de alarma. Pero en realidad eso ha tenido más que ver con las circunstancias propias de cada localidad y el papel de las fuerzas de orden público a la hora de interpretar esta normativa.
P. ¿Los han interpretado mal, a su juicio?
R. En el primer tiempo del estado de alarma, antes de que entráramos en las fases de desescalada, ocurría una cuestión. Es que el artículo 11 del decreto permitía la libertad de culto, pero el artículo 7 a la hora de autorizar quiénes podían salir de casa no mencionaba de manera explicita la opción de ir a la iglesia. Ahí es donde aparecieron los conflictos, digamos. Pero eso no ha impedido que en muchos lugares de España las celebraciones se hayan mantenido. Es verdad que desde la propuesta que nosotros hacíamos, que es la de quedarse en casa, no hemos hecho convocatoria pública para acudir al templo, pero sí hemos querido que la eucaristía se mantuviera, bien celebrando el sacerdote solo o bien con la presencia y colaboración de dos, tres, cuatro fieles. Así se ha vivido, dentro de la tristeza de la situación, con bastante normalidad.
P. ¿Va a seguir negocianodo la vicepresidenta Calvo directamente con el Vaticano la reforma del IBI o la reforma educativa?
R. El que la vicepresidenta del Gobierno se relacione con la Santa Sede, con el Vaticano, con la Secretaría de Estado y aquí en España con el nuncio apostólico es en principio normal. Y más cuando el nuncio estaba recién llegado a España. Es lógico que se entrevistara con las autoridades de nuestro estado para ver las cuestiones que afectan a las relaciones entre el Reino de España y la Santa Sede. Pero la Santa Sede encomienda a la Conferencia Episcopal el desarrollo de los principales acuerdos y las relaciones con el Gobierno se realizan desde la propia Iglesia en España. A eso me refería al principio al decir que hay algunos asuntos a los que hizo referencia la vicepresidenta que es necesario que dialoguemos. La exención del IBI que tiene la iglesia no lo es por los acuerdos firmados con la Santa Sede, sino que se basa en la ley del mecenazgo. Es verdad que los acuerdos Iglesia Estado prevén también la situación fiscal de la Iglesia, pero en el caso concreto del impuesto de bienes inmuebles la regulación de la Iglesia es la misma que tienen todas las entidades no lucrativas. El Gobierno tiene derecho de plantear su política fiscal, pero no nos parece asumible que se quiera hacer una regulación específica solo sobre la iglesia cuando esta exención afecta a otro conjunto de entidades. Por otra parte, yo creo que está justificada. Si verdaderamente desde la política fiscal se quiere promover la sociedad civil y la acción de las entidades y organizaciones no lucrativas, tan importante en estos momentos para tantas familias que carecen de lo imprescindible para vivir.
P. ¿Han tenido oportunidad de explicarle esto al Gobierno?
R. Bueno, esto cada vez que… Muchas veces el Gobierno ha hecho estas menciones en declaraciones públicas, y nosotros a veces también hemos respondido a través de declaraciones públicas. Precisamente por eso yo creo que es bueno que podamos dialogar directamente y ver lo que procede.
P. ¿Pero de momento no hay fecha para esas reuniones?
R. Creo que también nosotros debemos ser comprensivos con la situación vivida en estos meses. Estamos entrando ya en un momento de la organización de la propia movilidad y de la vida de la sociedad española que seguramente, pienso yo, hará posible que estos diálogos se puedan mantener pronto.
P. ¿Está amortizada la exhumación de Franco en la relación con el Gobierno?
R. Ese asunto fue directamente llevado por el Gobierno y quienes estaban implicados, que es la propia abadía del Valle de los Caídos y la diócesis de Madrid, a la que pertenece el monasterio y todo el conjunto. Es decir, que tampoco ha habido en ese asunto ninguna relación entre la Conferencia Episcopal y el Gobierno.
P. ¿Pero tendrán opinión sobre el tema? ¿Creen que está zanjado?
R. Bueno, el objetivo que el Gobierno se planteó, que es la exhumación de los restos mortales del general Franco, es lo que se ha realizado y en principio si no hay otros nuevos pasos ese objetivo está cumplido. Otra cuestión es que también ha habido declaraciones del Gobierno respecto del sentido global del Valle de los Caídos y la presencia de los monjes y demás, pero en principio no ha habido ninguna novedad que nosotros conozcamos.
P. Cataluña ha quitado los conciertos a los colegios que diferencia alumnos por sexo. ¿Temen que el Gobierno extienda esta práctica al resto de comunidades?
R. Una de las circunstancias que están ocurriendo en estas semanas de estado de alarma es que parece avanzar el proyecto de ley de reforma educativa y esto nos resulta preocupante. Las propias circunstancias del estado de alarma quizá pueden impedir que algo tan importante para el futuro de una nación como la ley de educación se haga sin la necesidad de los diálogos, de la transparencia, de la escucha de todos los que estamos implicados en esta cuestión para tratar de conseguir en la medida de lo posible un pacto educativo. Es de capital importancia que esta regulación se haga con el máximo acuerdo posible, lo que implica el respeto a los propios derechos de los padres, que son los titulares fundamentales de la educación de sus hijos, sobre todo en lo que se refiere a ellos como personas, a su educación moral y religiosa. Desde este punto de vista, incluso sin entrar en grandes debates ideológicos, sino desde la experiencia de otros países, incluso del mundo occidental, vemos que la llamada educación diferenciada tiene su razón de ser. Muchos padres piensan que, sobre todo en determinados tramos de la edad de sus hijos, en la preadolescencia, en la adolescencia, que se viven de manera diferente en cuanto al ritmo y al tiempo en los chicos y en las chicas, pudiera tener una razón de ser la educación diferenciada. El que eso se respete y no haya discriminación hoy que se hace elogio de tanta diversidad es importante, pues pensamos que esto debe de ser posible y que no se debe de castigar a esos padres suspendiendo el concierto de las escuelas de educación diferenciada.
P. ¿En este tiempo se ha desplomado la recaudación de la Iglesia a través del cepillo? ¿Cómo afronta esta caída de ingresos?
R. La vida de la Iglesia, extendida por toda la realidad española, por montones de pequeños pueblos, de barrios urbanos del más diverso tipo, se realiza muy en el día a día gracias a las aportaciones no solo económicas, sino también de tiempo, de tantos hombres y mujeres. Claro, el haber vivido estos meses con los templos cuasicerrados y el tener también una perspectiva por delante de limitación de aforo, que sobre todo afecta a las ciudades, ha tenido su incidencia, está teniéndola, en la vida económica de la Iglesia. Pero yo quiero resaltar el agradecimiento a la generosidad de muchísimas personas que están haciendo llegar a los párrocos, a las administraciones diocesanas, a Cáritas sus aportaciones. Es verdad que hay una repercusión en la vida económica ordinaria, pero la respuesta que yo estoy observando es que hay muchísimas personas que están haciendo llegar sus apoyos. Es más, nuestro portal de donativos donoamiiglesia.es ha tenido en estas semanas una verdadera explosión. Llevaba años funcionando pero con una repercusión pequeña, pero a lo largo de abril y mayo está suponiendo una fuente de ingresos reales para cualquier parroquia, ya que a través de él se puede hacer donativo a cualquier parroquia de España.
P. ¿Está compensando las pérdidas?
R. No, todavía no. El parón fue muy de golpe y, desde el punto de vista de la Iglesia, si se me permite la expresión, nos ha afectado en un tiempo de temporada alta, como es la Cuaresma, cuando hay muchos más actos de culto propiciados por las cofradías y por el deseo de renovación de la vida cristiana que en el tiempo de cuaresma se propone. Qué decir de la Semana Santa, del tiempo de pascua, que es cuando se realizan las primeras comuniones, o de los matrimonios, que también son la mayoría en esta época. Todo esto se ha paralizado y todo esto tiene una repercusión económica. No porque se le ponga un precio, sino porque las personas que participan en estas celebraciones contribuyen en el momento de las ofrendas, de la colecta. Nos ha pillado en este tiempo y por eso la repercusión es especialmente fuerte.
P. Está pendiente el listado de bienes inmatriculados por la iglesia.
R. En esto hemos cumplido siempre lo que la legislación española nos ha pedido. Muchísimos de estos bienes existen antes de que en el siglo XIX se crease el Registro de la Propiedad, que es un instrumento de protección de terceros, para que cualquiera sepa de quién es un inmueble. Por aquel entonces y hasta avanzado el siglo XX era notorio que los templos eran de la Iglesia y estaban dedicados al culto. Era tan notorio que no hacía falta la inmatriculación. Luego la propia complejidad de la vida social, los planes de urbanismo, los sistemas fiscales, el Catastro que es tan importante para Hacienda fueron haciendo caer en la cuenta que era importante que todos los bienes inmuebles de España figurasen en el Registro. Y así se nos pidió que lo hiciéramos. Cuando antes se nos pedía que no los inscribiésemos, luego otra legislación nos pidió que lo hiciéramos. No solo a nosotros, sino también a todos los bienes de carácter histórico que estaban en manos de las administraciones. Y se arbitró un procedimiento especial, de urgencia, que estaba tasado en el tiempo, para que pudiesen inmatricularse esos bienes. Dieron dos años para, si alguien tenía algo que decir respecto de ese bien, pudiera reclamarlo. Nosotros lo hemos hecho, hemos inmatriculados estos bienes, han pasado los dos años. Creemos que se ha establecido un falso problema sobre todo mirando a determinados bienes. Yo creo que el asunto de la catedral Mezquita de Córdoba fue el detonante de plantearse muchos de estos asuntos de inmatriculaciones. Como creemos que hemos hecho las inmatriculaciones siguiendo los cauces legales, en todo caso, si desde la Dirección General de Registros y del Notariado a instancias del Gobierno se quieren hacer públicas las listas de bienes inmatriculados, podrá verse lo que ha ocurrido. Y, como siempre ha dicho la Iglesia, si en algún caso un bien se ha inmatriculado sin deber hacerlo o saltándose los procedimientos establecidos, aunque es verdad que en muchos casos habrán pasado ya esos dos años, estamos dispuestos a estudiarlo. Lo que no me parece oportuno es hacer una causa general de todo un sistema que no ha diseñado la Iglesia, sino que ha diseñado la propia administración pública. La inmatriculación, por otro lado, no es un modo de adquirir la propiedad, sino de hacer público en favor de terceros la propiedad, pero la propiedad se adquiere de otra manera. Es muy injusto decir que los obispos han hecho suya la catedral de Valladolid porque han pagado la tasa de inmatriculación de unas decenas de euros. Por unas decenas de euros de tasa de inmatriculación no se adquiere la propiedad, sino que se inmatricula un bien que ya es de quien lo inmatricula para que exista una fe pública en el Registro de la Propiedad con la repercusiones fiscales que luego tiene en el Catastro que realiza el Ministerio de Hacienda.
P. Hace unos días vivimos una polémica por la visión de la Conferencia Episcopal sobre el Ingreso Mínimo Vital…
R. Ahí se cruzaron dos mensajes. El del Ingreso Mínimo Vital y el de la Renta Básica Universal, que han sido debatidos incluso en la propia doctrina económica. A nosotros nos parece decisivo priorizar el trabajo sobre el capital. La dignidad de la persona pide que ésta pueda desarrollar sus capacidades y también ganarse la vida a través de un salario con la realización de un trabajo digno. Esa es nuestra afirmación central. Desde ahí decimos que hay circunstancias como las que vivimos en la pandemia, como las que viven determinados grupos sociales o familias en algún momento de la vida social sin pandemia que hacen necesario un ingreso mínimo vital. Sobre lo que tenemos dudas es sobre que se plantee como una regla de juego general una renta básica universal en la que se excuse a la propia sociedad de la importancia de organizar la economía de manera que haya un trabajo digno. Ahí avisábamos del posible riesgo de una extensión de una vida social subsidiada que quitase protagonismo a los propios ciudadanos, que manifiestan ese protagonismo a través del trabajo. Por otra parte hoy se pone de manifiesto la necesidad de muchas nuevas actividades, de muchos trabajos que tienen relación con el cuidado, con los mayores, con la conciliación del trabajo en casa. Por eso nosotros con el Papa decimos tierra, techo y trabajo. Y destacamos la importancia de un salario familiar. Qué importante es que puedan aparecer nuevas actividades que se remuneren, incluido el trabajo en casa, el cuidado de los mayores o todo lo que tenga que ver con el medio ambiente.
P. ¿Pero entonces apoyan el Ingreso Mínimo Vital?
R. El Ingreso Mínimo Vital lo viene pidiendo Cáritas Española, que es la Iglesia, desde hace tiempo para determinados grupos sociales. Siempre además con una característica, que no se pierda por darse de alta en la Seguridad Social un día, cosa que ha pasado y que pasa todavía con muchos de los sistemas de renta garantizada que ya existen en las comunidades autónomas. También pedimos que siempre el Ingreso Mínimo Vital promueva la posibilidad de que quienes lo reciban puedan alcanzar un trabajo. Siempre subrayando la dignidad de la persona, de su trabajo, el protagonismo social que debe tener el tener un trabajo y colaborar al bien común desde las actividades que se realizan. Es decir, que en un momento como la pandemia el Ingreso Mínimo Vital es necesario, pero que no se aproveche esta situación para una organización social y económica en la que el horizonte del trabajo y la dignidad de los trabajadores pase a un segundo plano.
P. ¿Hay un nuevo plan para el culto en el caso de que en octubre o cuando sea se produzca un segundo brote de coronavirus?
R. Hay que ver si ese segundo brote desgraciadamente se produce y la incidencia que tiene y el tipo de respuesta que se da, puesto que yo creo que las medidas fuertes de limitación de movimientos han ayudado a evitar el colapso del sistema sanitario. Entonces me imagino que las autoridades sanitarias en ese momento, las de las comunidades autónomas y el Ministerio de Sanidad dirían las pautas a seguir…
P. Pero el ministerio no ha prohibido en ningún momento las misas.
R. No, no… Si nos pidieran otra vez a los ciudadanos un confinamiento tan fuerte como el que hemos vivido, nosotros también tendríamos que decir ‘quédate en casa’, aunque desde la experiencia vivida sí que nos parece muy importante mantener encendido el fuego de la eucaristía, que es donde brota la fraternidad, que tan reclamada está siendo en este momento, la solidaridad, que tan imprescindible es, y sobre todo donde brota la esperanza.
P. Hay juristas que han puesto en duda que se pueda limitar tanto la movilidad en estado de alarma.
R. Por eso insisto en que el propio decreto de estado de alarma reconocía la vigencia del artículo de la Constitución que habla de libertad religiosa y de culto. Incluso la ley que regula el estado de alarma de los 80 ya establece que ni siquiera el estado de excepción suprime el artículo de la constitución que habla de la libertad de culto. Eso es lo que ponemos sobre la mesa al mismo tiempo que como buenos ciudadanos queremos no contribuir al contagio. Son estos dos principios que son fuertes y que brotan los dos del respeto a la dignidad humana, la vida y la libertad religiosa, nosotros queremos poner encima de la mesa estos dos derechos fundamentales.
P. ¿Considera que las autoridades han hecho todo lo que han podido por los ancianos durante esta crisis sanitaria?
R. Seguramente este ha sido uno de los asuntos más dolorosos y más graves. Todos estamos afectados. La propia sociedad que en su manera de organizarse precisa de las residencias de mayores; las residencias de mayores a las que se ha pedido que fueran como hospitales que no son; las medidas que en las propias residencias se hubieran tomado. El criterio del principio, con los centros sanitarios desbordados, de a quién se ingresa en el hospital y a quién no, nos tiene que hacer pensar a todos, a la sociedad en su conjunto, sobre lo que significan las personas mayores en nuestra vida familiar y social, sobre el modo de organizarse las residencias y las administraciones públicas y los cuidados que deben tener. Este es uno de los grandes dramas de esta pandemia.
P. ¿Ha aumentado la espiritualidad en este tiempo de tantas situaciones límites y tantos fallecidos?
R. Hemos notado una inquietud por las preguntas fundamentales de la vida, una preocupación y un deseo de recibir palabras de consuelo y de esperanza. La experiencia que han tenido los miembros de la Iglesia presentes en los servicios religiosos de los hospitales, los sacerdotes que han acompañado a pequeñísimos grupos familiares en el cementerio, los teléfonos de escucha que se han abierto en muchas diócesis, las reflexiones que hemos escuchado a través de los medios, la vulnerabilidad, la realidad de la muerte en esas grandes morgues europeas, el llamamiento a ser un cuerpo, a la solidaridad, a la fraternidad, a decir que de esta salimos juntos, que somos una familia… Todo esto quizá nos está hablando de un padre común, de una alianza espiritual que nos une más allá de las diferencias y a que no deberíamos mirar a las administraciones públicas como a las únicas que tienen responsabilidad. Pensemos en la responsabilidad que nosotros tenemos también de ayudar al bien común y reconstruir lo que la pandemia ha podido destruir.