¿Solo se quedarán en buenos deseos lo que el Papa Francisco ha prometido? Durante su pontificado ha pronunciado sendos discursos relacionados a la mujer, su importancia en la familia, en la sociedad, en el mundo en general y parece que va caminando piano piano aunque algunas voces no lo ven así.
El pasado 7 de febrero, el Papa Francisco dio un paso adelante y nombró subsecretaria del sínodo de los obispos a la religiosa Nathalie Becquart, que tendrá derecho a votar en las asambleas. La baja presencia femenina durante el sínodo de la familia celebrado en el Vaticano, ya fue objeto de muchos comentarios nada positivos.
La mujer dentro de la Iglesia no es un tema de fácil aceptación por las altas instancias de la institución. Nombramientos los hay, como ocurrió la semana pasada cuando el Papa nombró consultora en el Consejo Pontificio de la Cultura a la jurista Sciarrone Alibrandi, que cuenta con una gran carrera dentro del ámbito docente, entre otros tantos. Uno de sus últimos trabajos ha sido en la comisión del Vaticano del coronavirus. Sin embargo, estos nombramientos no son en absoluto suficientes.
En el Vaticano hay muchas mujeres, el problema es que desarrollan trabajos subordinados»Lucetta Scaraffia
El sentir de intelectuales con una formación enorme y conocedoras de la presencia de las mujeres en la Iglesia es el de siempre. “En el Vaticano hay muchas mujeres, el problema es que desarrollan trabajos subordinados y despreciados y no pueden hacer carrera —solo los sacerdotes la hacen— y nunca vienen reconocidas por su capacidad”, cuenta la periodista, historiadora y escritora Lucetta Scaraffia en una entrevista a El HuffPost.
“Para el clero las mujeres no existen”, comenta la que fue fundadora del suplemento Mujeres, Iglesia, mundo. Esta intelectual consiguió mantener durante siete años el suplemento femenino del periódico del Vaticano L’Osservatore Romano hasta que las presiones internas hicieron que, al final, renunciara a lo que iba sacando a la luz. La posición siempre de inferioridad de las mujeres en la Iglesia.
Algunos fragmentos de la carta que envió al Papa para hacerle saber su dimisión que lo dicen todo:
Caro papa Francesco,
Con grande dispiacere Le comunichiamo che sospendiamo la nostra collaborazione a “donne chiesa mondo”, il mensile dell’Osservatore Romano da noi fondato.
Querido Papa Francisco,
Con gran disgusto le comunicamos que suspendemos nuestra colaboración en “mujeres iglesia mundo”, el mensual del Observatorio Romano fundado por nosotras.
“Arrojamos la toalla porque nos sentimos rodeadas de un clima de desconfianza y deslegitimación progresiva”. Ahora nos parece que una iniciativa vital se reduce al silencio y que volvemos a la anticuada y árida costumbre de elegir desde arriba, bajo el control directo masculino, de mujeres consideradas fiables”.
PREGUNTA – Lucetta, como sabemos el Papa Francisco estableció con un motu proprio que los ministerios del Lectorado y el Acólito también estén abiertos a las mujeres. La ley fue institucionalizada por él con un mandato específico, ¿cómo lee usted esta decisión del Santo Padre?
RESPUESTA – Pienso que ha sido algo inútil y hecho por motivos de imagen. Durante décadas, las mujeres han estado desempeñando estos ministerios en la realidad, sin reconocimiento eclesiástico. Otorgarlo después de mucho tiempo parece una broma, parece inútil. Además, cualquier forma de reconocimiento también significa control, por lo que ahora solo las mujeres aprobadas por la jerarquía podrán hacerlo. También es una forma de clericalización de la vida religiosa.
P – ¿Por qué no hay mujeres que ofrezcan la Eucaristía junto con los curas durante las misas en todas las iglesias?
R – Solo se ve este acto en aquellos lugares en los que esta tarea es necesaria y porque hay muchos fieles y pocos sacerdotes o diáconos. A menudo, las mujeres llevan la Eucaristía a sus hogares, a ancianos y enfermos.
P – ¿Para usted que es lo que falta para seguir con los cambios referentes a la mujer dentro de la Iglesia Católica ?
R – Falta escuchar las voces de las mujeres. A las mujeres nunca se les da lo que piden. Han pedido de no seguir haciendo más los trabajos de servicios para los sacerdotes y no les ha quedado otro remedio que continuar haciéndolos. Han pedido que las denuncias de violencia sexual fueran finalmente tomadas en cuenta en serio y sometidas a ser procesadas judicialmente y ninguno lo hace. Han pedido participar en los momentos de elección de la Iglesia y no están.
P – ¿Por qué son tantos los que no aceptan la presencia de las mujeres en la organización de la iglesia?
R – El seminario acostumbra a los sacerdotes a considerar a las mujeres como seres inferiores, en la mayoría de los casos hijas —aunque sean mayores que el sacerdote— a quienes los sacerdotes enseñan, les dicen qué hacer. Es difícil anular esta formación y empezar de nuevo en la relación con las mujeres.
P – Como se puede comprobar el aumento de las mujeres en activo en el Vaticano
R – En el Vaticano hay muchas mujeres, el problema es que tienen trabajos subordinados y despreciados, no pueden hacer carrera, solo los sacerdotes la hacen, y nunca son reconocidas por sus habilidades. No es solo una cuestión de número, el problema son los roles que se les confían, a muy pocas mujeres las toman en cuentan para algo, y en cualquier caso, siempre están sometidas a un prelado.
P- Sí podría proponerle algo al Papa Francisco sobre la presencia de mujeres en la iglesia ¿qué sería?
R- Primero pediría que se castigara a los violadores. Mientras no se haga nada contra ellos, la condición de la mujer en la Iglesia es solo de opresión. Después le pediría que las asociaciones mundiales de religiosas -como la UISG- participen con sus representantes electos en los momentos de la vida de la Iglesia en los que se toman decisiones, quisiera mujeres elegidas por otras mujeres, cooptadas por la jerarquía eclesiástica.
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