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«Los obispos españoles tienen mucho que aprender de los belgas»

Este médico, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, se confiesa católico, pero es un heterodoxo. Es vocal de la comisión autonómica de ?tica e Investigación de Andalucía. Y fue coautor de la ponencia que sirvió de ba

Pablo Simón Lorda / Pepe Villoslada

-¿Cómo ha sido la aplicación de la Ley belga de Eutanasia en estos ocho años?

-Cuando se habla de eutanasia la gente suele verlo como algo frío, siniestro. Pero para ellos, la eutanasia es el acto final de un proceso de comunicación entre el paciente, los profesionales y la familia, en un clima emocional de máximo apoyo y respeto.

-¿Qué diferencias hay entre esa ley y la holandesa?

-Por ejemplo, la ley belga no permite el suicidio asistido, mientras que la holandesa sí. La ley belga es mucho más detallada, se detiene en los requisitos; la ley holandesa es más corta y general.

-¿Y entre ambas y la andaluza de la muerte digna?

-La ley andaluza no regula ni la eutanasia, ni el suicidio asistido porque es una materia que en España está en el Código Penal y sólo puede ser modificado por el Parlamento español.

-¿Allí hay algo similar?

-En Bélgica ha suscitado interés la ley andaluza, porque aclara aspectos de la atención al final de la vida que deberían haber regulado antes de llegar a la Ley de Eutanasia.

-Son dos sociedades de profunda tradición católica.

-Ellos van unos 10 años por delante en cuanto a vivencia del pluralismo democrático en estos temas. La Iglesia Católica sigue teniendo presencia e influencia, aunque cada vez menor, pero la ejerce por la vía del diálogo y el respeto a las opiniones de los demás.

-¿La jerarquía tiene menos protagonismo público?

-Nadie entendería allí declaraciones como las que aquí oímos a veces de labios de algunos obispos. En cualquier caso, aviso para navegantes, más nos vale mirar donde está Bélgica porque en 10 años estaremos allí.

-Usted critica la postura del magistrado del Constitucional Eugeni Gay respecto a la ley del aborto.

-Si la conciencia moral privada plantea dificultades insalvables a un cargo público, entonces se produce una incompatibilidad entre la condición privada y pública de la persona. Lo lógico es retirarse del escenario público.

-En todo caso, no creo que haya nadie partidario del aborto, salvo como medida para evitar males mayores…

-Así lo entiendo. El aborto no es ni un bien ni un derecho de la mujer. Más bien es una situación de grave conflicto entre valores. Ese conflicto hay que regularlo y resolverlo: a veces lo hacemos priorizando los valores del feto, otras priorizando los valores de la mujer. Es un error, que se comete con frecuencia, hablar del aborto en términos de derecho.

-¿Por qué?

-En Bélgica, la eutanasia no es un derecho, entendido como que me hagan la eutanasia siempre que lo solicite. El derecho es a solicitarla, a pedir que se valore esa actuación como una salida posible a mi situación de sufrimiento. Pues en el caso del aborto estaríamos ante una situación similar: el derecho de la mujer es a que, en el terrible conflicto de valores, se tengan en cuentan los  suyos.

-¿Qué papel tuvieron los profesores de Lovaina en la Ley belga de Eutanasia?

-Participaron activamente. Uno es miembro del Comité de Bioética de Bélgica que en 1997 hizo un informe sobre el tema para el Parlamento, que estableció qué debería entenderse por eutanasia y propuso cómo regularla. Otro profesor, jurista, participó en los grupos de trabajo que redactaron el proyecto de ley. Y un tercero, como secretario del Comité de Ética de la organización católica que agrupa a todos los centros sanitarios católicos de Flandes, facilitó la aprobación de una Guía de aplicación de la Ley en los centros católicos. Es impresionante.

-¿Y los obispos?

-Obviamente los obispos belgas estuvieron y están en contra de la eutanasia. Pero su papel siempre ha sido dialogante y respetuoso. Sus pronunciamientos en público en contra de la eutanasia tienen un tono radicalmente diferente del que vemos por aquí. Los obispos españoles tienen mucho que aprender de sus colegas belgas en esta materia.

-¿Cree que hay una más fácil separación entre Iglesia y Estado en otros países europeos de tradición católica?

-No sé si es más fácil, lo que sí sé es que en España este proceso no está cerrado. El Concordato es un anacronismo. El modelo de financiación de la Iglesia, a mi modo de ver, bordea la Constitución. La presencia de ceremonias y símbolos católicos en actos políticos y militares, sigue siendo excesivo. Pero como nos decía un jesuita belga, médico, director de una Unidad de Cuidados Paliativos en un Hospital público belga donde se hacen eutanasias, la globalización es imparable y el tiempo nos hará cambiar.

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