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Los obispos españoles denuncian el «laicismo beligerantemente antirreligioso» de nuestra sociedad

Casi tres años después de la elección del Papa Francisco, la Iglesia española no termina de hacerse «franciscana». Un hecho que se plasmó este mediodía durante la presentación del Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española para el próximo cuatrienio, condos visiones radicalmente distintas entre los mismos obispos que participaron en la rueda de prensa: del «laicismo beligerantemente antirreligioso» que denunció el obispo de Almería, Adolfo González Montes, a la esperanza y la propuesta, pues «no es una estrategia para imponer de nuevo la religión católica en la sociedad española«, apuntada por el arzobispo electo de Barcelona, Juan José Omella.

Junto a ellos, presentaron el texto el portavoz de la CEE, José María Gil Tamayo, y el obispo de Guadix, Ginés García-Beltrán. Los cuatro, junto al cardenal Sebastián, muñidores del documento, que, como se empeñaron en apuntar en varias ocasiones, «es el plan de la Conferencia, no necesariamente el de las diócesis». Bajo el título «Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo», el documento quiere seguir la inspiración de la Evangelii Gaudium del Papa Francisco, una «partitura común para todas las iglesias del mundo», aclaró Gil Tamayo.

Abrió el fuego Juan José Omella, posiblemente el más «franciscano» de los obispos españoles, junto a Carlos Osoro, quien reconoció que «hay momentos en que vamos al ralentí, y necesitamos que nos pongan en marcha en esa tarea hermosa de evangelizar. Eso queremos: coger a la Iglesia en España y, con el impulso del Papa, poner en marcha para evangelizar

«La sociedad ha cambiado, tenemos que cambiar la forma de acercarnos a ella», constató el arzobispo electo de Barcelona, quien pidió «tener el oído atento a Dios y a los hombres y mujeres de nuestro mundo. Amar cada día más a Dios y a los hombres para quienes está dirigido este plan», que «no es una estrategia para imponer de nuevo la religión católica en la sociedad española», sino «una opción para compartir con todos el gozo del Evangelio».

Quien debió «bailar con la más fea» fue el obispo de Almería. González Montes trazó un tenebroso perfil de la sociedad española, de la que destacó su «poca valoración de la religión, que se reduce a creencias o prácticas religiosas, rituales, cuyo ámbito se relega a la interioridad y a los templos. Las creencias son contrapuestas al conocimiento científico, y se presentan como poco preparadas para orientar a la sociedad».

Al tiempo, el obispo denunció «la idea de la secularización impuesta desde el poder político. Se trata de un laicismo beligerantemente antirreligioso», y arremetió contra el consenso que lleva al relativismo «Los grandes problemas: natalidad, aborto, paro, educación, jóvenes… no encuentran en la doctrina de la Iglesia una fuente de inspiración del ordenamiento jurídico (…), como si el Evangelio no pudiera alcanzar estos grandes problemas que vive la sociedad. Hay un subjetivismo relativista«.

«Los pastores lamentamos los males de la sociedad, pero si nos quedáramos en eso seríamos profetas de calamidades. Ni somos ni queremos ser profetas de calamidades. Si ponemos el dedo en la llaga es para poder curarla. No podemos sustraernos de la tarea de llamar a la conversión», concluyó González Montes, quien animó a la regeneración democrática, que «tiene que alcanzar la hondura de las conciencias. El cambio que Dios propone es que el hombre sea bueno, que se gobierne por la justicia y se comprometa en la liberación de toda esclavitud. En definitiva, que se convierta».

Finalmente, Ginés García Beltrán apuntó algunas de las propuestas del plan pastoral, para responder a «las exigencias de nuestro pueblo», y se manifestó «ilusionado» para llevarlas a cabo. Los cinco años se estructurarán desde «la revisión profunda de la Iglesia en España» (2016), pasando por «poner a la Iglesia en estado permanente de comunión» (2017); el fortalecimiento de la presencia religiosa en España (2018); la vida litúrgicaa (2019) y la «caridad, el testimonio cristiano, la presencia de los cristianos en la vida pública, a través de un compromiso social, personal y político».

El pesimismo demostrado por González Montes fue uno de los ejes de las preguntas posteriores. A este respecto, el obispo de Almería subrayó que «estaríamos ciegos para no ver el subjetivismo y el relativismo, para no ver que el consenso se ha convertido, siendo instrumento positivo para lograr un marco de convivencia, en criterio de moralidad». Para González Montes, «no decimos nada que no haya puesto de manifiesto el Papa Francisco ni los papas anteriores».

Omella, por su parte, volvió a marcar diferencias. «Esto es una oportunidad para mejorar.Eso es el plan pastoral: tenemos que corregirnos, pero con una gran esperanza. Una mirada compasiva, con ternura, a este mundo, que puede dar una respuesta mucho mejor, pero que tenemos que ayudarla. Todos tenemos que pasar por el hospital, también los obispos. Nosotros somos los primeros».

«Ser testimonio creíble. A mí me preocupa nuestra credibilidad, y eso lo tenemos que hacer con el testimonio en la mano», apuntó, por su parte, García Beltrán.

«Queremos dar un guiño para la esperanza«, concluyó Omella. «Cristianos, católicos de España, no tengamos miedo. Y en este tiempo apasionante, lanzar las redes. No tengáis miedo, siempre ha sido difícil, caminemos con el Señor y que seguro que la gente agradecerá el servicio».

Preguntado por las elecciones, Gil Tamayo reclamó «no ser pesimistas, nosotros no lo somos». Así, llamó a ejercer el voto «con sentido cristiano», y subrayó la «gran esperanza en la madurez de nuestro pueblo, con una gran tradición asentada en el ejercicio de la democracia».

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