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Los musulmanes ya tienen camposanto

Hasta ahora, ningún municipio vasco contaba con un camposanto mahometano y la Sharia -la ley islámica- no permite el enterramiento de sus fieles en ninguna sepultura cristiana.

Más de 10.000 personas profesan la religión musulmana en Vizcaya. La mayoría, inmigrantes que llegaron en busca de una vida mejor y ya conviven plenamente integrados. Pero les quedaba una asignatura pendiente: «Poder morir tranquilos», sentenció Ahmed Al Hanafy, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas del País Vasco. Ayer fue un día feliz para este egipcio afincado en Portugalete porque, al menos los musulmanes bilbaínos, han logrado superar ese último escollo y en cuestión de 15 días dispondrán de un cementerio que respeta sus tradiciones funerarias.

 Hasta ahora, ningún municipio vasco contaba con un camposanto mahometano y la Sharia -la ley islámica- no permite el enterramiento de sus fieles en ninguna sepultura cristiana. Esta comunidad religiosa sólo tenía dos alternativas: solicitar un hueco en cementerios musulmanes de otras provincias españolas o, la más común, repatriar el cadáver. «Trasladar al fallecido a Marruecos no cuesta menos de 4.000 euros», calculó Al Hanafy; pero, si se trata de Jordania o Senegal, el gasto supera los 6.000.

 Los musulmanes nacidos, empadronados en Bilbao y los que fallezcan en la villa no deberán pasar ya por ese trance. Acaban de comenzar las obras de habilitación de un pequeño camposanto islámico en una parcela anexa al cementerio de Bilbao, ubicado en Derio. Sus 300 metros cuadrados, con acceso independiente, podrán acoger hasta 300 sepulturas, «suficiente para garantizar las necesidades en unos cuantos años», dijo el concejal del Área de Salud y Consumo, Sabin Anuzita.

 Una de las características del enterramiento musulmán es que los cuerpos no pueden moverse nunca de su tumba. Y de este hecho podrían aventurarse graves problemas de espacio. Sin embargo, Anuzita precisó que «habrá una parte rotatoria» que permitirá reutilizar las sepulturas. «No podemos sacar el cuerpo, pero, pasados los años, pueden apartarse a un lado los huesos y enterrar a otro fallecido en el mismo lugar», aclaró Al Hanafy.

 El nuevo cementerio -un antiguo depósito de aguas- les permitirá cumplir prácticamente todo su rito funerario. «Es como si el sitio se hubiera hecho para nosotros», valoró Al Hannafy. Cuando un musulmán muere, su religión determina que debe ser ‘purificado’ y, para ello, lavan el cuerpo. Después, ponen algodones en todos los huecos del cadáver y lo sitúan mirando a La Meca. Lo envuelven en una sábana de algodón y dan sepultura al cuerpo, apoyado de costado, directamente en la tierra. Sin ataud ni construcciones funerarias.

 Este último requisito es el que ha precisado llegar a un acuerdo. Podrán enterrar en tierra, pero la normativa sanitaria del Gobierno vasco no permite hacerlo sin féretro. «Han aceptado de buen grado los cambios necesarios para adaptarse a esa norma», dijo Anuzita. De todos modos, Al Hanafy, anunció que, «con este convenio en la mano, intentaremos hablar con el Gobierno vasco para modificar esa normativa, como se ha hecho ya en Andalucía o Tenerife. Sólo queremos que los difuntos musulmanes puedan enterrarse, porque también son vascos».

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