Frente a lo que muchos esperaban, Bergoglio no ha disuelto los Legionarios de Cristo, la organización fundada por el pederasta Marcial Maciel, sino que, tras una leve renovación, la mantiene como sólido soporte del papado.
Jesús expulsó de un poseso a tal cantidad de demonios, que dijeron que se llamaban “Legión”. Poco después él mismo sería asesinado por legionarios romanos. Y el término “legión” está vinculado históricamente a organizaciones militares especialmente caracterizadas por su sentido jerárquico y el uso de la fuerza bruta. Así que no deja de chocar que exista una organización que se llama “Legionarios de Cristo”.
La Legión de Cristo fue fundada en 1941 por el sacerdote mexicano Marcial Maciel, figura devotamente venerada por los miembros de la organización hasta que a finales de los años noventa empezaron a publicarse relatos de numerosas conductas que habían caracterizado su vida: abuso sexual de menores, hijos secretos con diferentes madres, adicción a drogas, manejo turbio de los cuantiosos fondos aportados a la organización, plagio de obras, usura con los pobres y connivencia con los poderosos de la política y la economía. En 2005 se vio forzado a abandonar la dirección de la Legión, yen 2006 el papa Benedicto XVI le prohibió ejercer su ministerio públicamente y le obligó a llevar “una vida de oración y penitencia”. Maciel murió en 2008, sin haber pedido perdón a sus víctimas ni haber dado cuenta de sus delitos ante la justicia.
En su libro Luz del mundo Benedicto XVI afirmaba: «Para mí, Marcial Maciel sigue siendo una figura enigmática. Por una parte, una vida que, como ahora sabemos, se encuentra fuera de la moralidad, una vida de aventuras, disipada, extraviada. Por otra parte, vemos el dinamismo y la fuerza con la que construyó la comunidad de los Legionarios». Y sobre los Legionarios decía el entonces papa: «Naturalmente, hay que hacer correcciones, pero en términos generales, es una comunidad sana. Hay en ella muchas personas jóvenes que quieren servir con entusiasmo a la fe. No se debe destruir ese entusiasmo. Muchos de ellos partieron de una figura falsa, pero al final se han visto llamados a adherir a una correcta. Éste es el hecho notable, la contradicción: que, por así decirlo, un falso profeta haya podido tener un efecto positivo».
El Vaticano recibió denuncias de los abusos de Maciel desde finales de los años 40 (Religión Digital [RD], 21.4.14), pero los hechos fueron sistemáticamente encubiertos por los papas. Eduardo Robles Gil, actual director general de los Legionarios de Cristo, explica algunos de los motivos del encubrimiento: «Sí había noticias, pero no fueron creídas. La razón es que un sacerdote es normalmente una persona de prestigio y para nosotros el padre Maciel tenía mucho prestigio, era un modelo. También tenía prestigio en el Vaticano y mucho prestigio social y eclesiástico» (El País, 1.3.14). Esa mentalidad clerical y de culto a la personalidad del superior está en la base de todo sistema de encubrimiento de escándalos. Y es una mentalidad que no ha cambiado en absoluto en la ICR: no hay más que ver el despliegue de papolatría acrítica en torno a Francisco. ¿Alguien osaría desconfiar del papa?
El periodista Raúl Olmos ha publicado El imperio financiero de los Legionarios de Cristo, libro en el que revela cómo la Legión invirtió millones de dólares en fondos internacionales con nexos con la industria armamentista, empresas ligadas a la pornografía, el juego, el alcohol y los anticonceptivos (RD, 4.1.16).
Como explica Olmos, «cuando llega el papa Francisco había la expectativa de que él iba a extinguir la congregación». En cambio, se limitó a aprobar unas nuevas constituciones para la organización. Como explicó su director general Robles Gil, Bergoglio desde el principio le comunicó su total apoyo en la “renovación” de la orden (La Razón, 2.3.14), y repetidamente los ha bendecido (ver un ejemplo, otro y otro).
No sólo eso, sino que en 2015 Francisco otorgó indulgencia plenaria a los Legionarios. Las condiciones de sus miembros para obtener la indulgencia papal son, entre otras: «Si renuevan por devoción sus compromisos que los vinculan al Movimiento o a la Legión, y rezan por la fidelidad de su patria a su vocación cristiana, por las vocaciones al sacerdocio, la vida consagrada y la defensa de la familia» y si «se dedican durante un tiempo conveniente a enseñar o aprender la doctrina cristiana o participan en misiones de evangelización». Además, los miembros «impedidos por la vejez o la enfermedad podrán lucrar la indulgencia uniéndose espiritualmente a las celebraciones jubilares y ofreciendo sus sufrimientos y oraciones por la nueva evangelización y por la instauración del Reino de Cristo» (Zenit, 28.10.15).
En su reciente viaje a México Francisco ha escenificado su connivencia no sólo con los Legionarios actuales, supuestamente renovados, sino ante todo con la vieja guardia de Maciel, como explica Carlos Martínez: «El cardenal Norberto Rivera Carrera es uno de los altos funcionarios eclesiásticos que mejor encarna la opción preferencial por los ricos y poderosos. En tal compromiso ha tenido excelentes compañeros de ruta, como el cardenal Juan Sandoval Íñiguez, y el obispo Onésimo Cepeda Silva, ambos ya retirados por haber cumplido la edad obligatoria para jubilarse […]. Rivera, Sandoval y Cepeda conformaron el trío clerical que defendió denodadamente al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel Degollado, el pederasta serial cuyos abusos sexuales de infantes fueron descubiertos públicamente gracias a que sus denunciantes encontraron medios periodísticos que publicaron y dieron seguimiento a las denuncias. La edad límite de 75 años la cumplirá Norberto Rivera en el 2017. ¿Le permitirá Francisco retirarse apaciblemente, o por todos los escándalos que ha protagonizado lo va a remover del cargo? Por lo pronto lo dejó aparecer a su lado en varios recorridos y actos en la ciudad de México» (Protestante Digital, 21.2.16).
Bajo Benedicto XVI algunos miembros de la Legión fueron apartados de la misma por ejercer críticas internas, y ni aquel papa ni Francisco los han reivindicado después, como expone el ex legionario Rafael Moreno en el libro de Olmos.
Tal y como explica este periodista, actualmente los Legionarios mantienen su gigantesco sistema de poder financiero. En Estados Unidos han contratado a una empresa para que renueve su imagen pública (El Universal, 3.1.16).
El apoyo de Bergoglio a los Legionarios se debe, según Olmos, a que «su poder económico es tan grande, que cortarlos de tajo sería cortar un suministro de fondos al Vaticano enorme. Tan solo en donativos, lo que recibe la Legión equivale al presupuesto del Estado Vaticano: 300 millones de dólares. Ellos financian parte del Estado Vaticano. Sería darse un balazo en el pie». Y como los Legionarios organizaron el viaje de Francisco a México, este “no ha podido” romper con ellos (RD, 4.1.16).
Parece claro que Bergoglio está haciendo un juego de equilibrios entre los distintos poderes fácticos en el seno de su iglesia. Pero se supone que cuando la corrupción es tan grave y los principios tan elevados, todas las posibles pérdidas que se producirían en caso de disolver la Legión son un precio que merecería la pena pagar, especialmente si el papa es “revolucionario”, “valiente” y “profeta”, como se dice, ¿no? En realidad, el papado, cuyo objetivo histórico es el poder, siempre juega a tener apoyos en diferentes facciones, y a fin de cuentas los Legionarios tienen entre sus objetivos el fomentar “un amor profundo al Papa”, como manifiestan en su web.
No hay que olvidar otro dato fundamental: Francisco “santificó” a Juan Pablo II, el gran protector y encubridor del criminal Maciel. Entonces la progresía dijo que era un precio que tenía que pagar al sector conservador. Al final todos se quedan con las palabras bonitas del papa, y olvidan que sus obras no se corresponden ni de lejos con ellas.
El sacerdote Pablo Pérez Guardado, que perteneció a la Legión, comenta sobre la decisión de Francisco de conceder indulgencia a los Legionarios: «Se indulta la obra de un pederasta y no ha sido el problema de un individuo sino un esquema repetido en toda una estructura que generó» (El País, 29.10.15).
Barbara Blaine, portavoz de la estadounidense Red de Supervivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP), hablando de los Legionarios opina que «esa congregación es terrorífica, hay mucha gente sufriendo». «No solo por la violencia sexual, también por los daños psicológicos. Los legionarios son una secta que ha roto familias enteras, con padres que no pueden ver a sus hijos desde que estos deciden unirse. Es muy desafortunado que el papa Francisco les haya permitido continuar. Muy triste. Pero ellos son buenos consiguiendo el dinero» (El País, 10.4.14). ¿Cómo que “desafortunado” y “triste”? ¡Es indignante! ¡Y todo por dinero y poder! Pero ¿quién se atreverá a decir directamente algo así del “buen” papa Francisco?