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Libertad de expresión, xenofobia e islamofobia · por Antonio Gómez Movellán

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Esta publicación expresa la posición de su autor o del medio del que la recolectamos, sin que suponga que el Observatorio del Laicismo o Europa Laica compartan lo expresado en la misma. Europa Laica expresa sus posiciones a través de sus:

El Observatorio recoge toda la documentación que detecta relacionada con el laicismo, independientemente de la posición o puntos de vista que refleje. Es parte de nuestra labor observar todos los debates y lo que se defiende por las diferentes partes que intervengan en los mismos.

La “islamofobia” fue un término concebido y difundido, en un principio, por las corrientes islamistas radicales para dar una connotación patológica a la crítica de la religión e identificar el racismo con la crítica a la religión.

Tanto en Suecia o Dinamarca estamos viendo cómo, primero individuos y después grupos de la ultraderecha, organizan quemas públicas del Corán o actos similares cuyo único objetivo es fomentar la xenofobia, utilizando la religión como excusa; la idea misma de la superioridad de la cultura occidental y el cristianismo sobre otras culturas o religiones está siendo utilizado por corrientes políticas de la nueva ultraderecha, como, en Francia, el Frente Nacional. Este tipo de discurso político ya lo tenemos en nuestro país y es fomentado por VOX, movimientos católicos diversos y grupos de la extrema derecha como, por ejemplo, el Frente Obrero -extrañísimo grupo de origen dudoso-. La denominada impropiamente “islamofobia” no es más que una manifestación de una misma ideología: el supremacismo blanco occidental cristiano sobre cualquier otra civilización o cultura y poco tiene que ver con la libertad de expresión. Sin embargo, muchas de estas manifestaciones racistas y xenófobas se amparan en la libertad de expresión.

Nos movemos en un terreno pantanoso donde el laicismo militante no puede caer en estas burdas provocaciones y donde se debe denunciar y condenar claramente estas manifestaciones xenófobas y racistas. La red laicista europea- plataforma europea que agrupa a asociaciones laicistas – acaba de lanzar una declaración con el muy significativo título de El racismo es un delito no un sacrilegio“ ya que, al calor de estas manifestaciones racistas y xenófobas, existe, por parte de los Estados, la tentación de proteger extraordinariamente a las religiones volviendo a identificar las poblaciones inmigrantes como creyentes de tal o cual religión y no como ciudadanos o residentes con derechos. Las manifestaciones racistas o xenófobas deben ser condenadas por eso mismo -por racistas y xenófobas- y no porque se queme un Corán; los Estados laicos deben mantenerse indiferentes a los sistemas de creencias personales y por supuesto no apoyar a ninguno en particular y no deben proteger a las religiones y sus símbolos de las críticas; sin embargo, existe una tentación de impulsar el multiconfesionalismo y abandonar el laicismo. Precisamente el comunitarismo religioso se basa en ello: quiere que la republica civil fracase ante el reto de inclusión social de la inmigración para que se asocie al extranjero con tal o cual religión.

La “islamofobia” fue un término concebido y difundido, en un principio, por las corrientes islamistas radicales para dar una connotación patológica a la crítica de la religión e identificar el racismo con la crítica a la religión. Por supuesto hoy el termino islamofobia tiene otro significado y está asociado, exclusivamente, al racismo y la xenofobia con las personas de origen de países con religión musulmana.

Con motivo de las ultimas revueltas, en Francia, de miles de jóvenes franceses cuyos padres o abuelos son de origen de países de religión mayoritaria musulmana, algunos medios de comunicación han aprovechado en exagerar los hechos dando la idea de que Francia estaba al borde una guerra civil y donde el laicismo republicano habría fracasado; son todos argumentos falaces donde se quieren presentar al mundo musulmán como incompatible con los valores occidentales. Toda una falacia para justificar ideologías de carácter nazi y para negar la libre circulación de personas y la inmigración con derechos y en ocasiones para justificar un nuevo neocolonialismo. El auge del comunitarismo religioso en Europa no es algo que tenga que ver con la “identidad” sino que es una manifestación del fracaso no de la república laica sino de la republica social. El laicismo no es una ideología sino un marco para el desarrollo libre de diferencias culturales y particularismos en un espacio común. No se trata de quitar los velos por obligación sino de garantizar su uso libre. El laicismo no se impone a machetazos.

Francia tiene muchos problemas de integración y cohesión social, sin embargo, también ha sido vanguardia en políticas sociales durante años. Vivimos en sociedades, las europeas, donde muchas conquistas sociales están siendo cuestionadas. Hoy la socialdemocracia ya no es socialdemócrata y se ha reconvertido, allí donde ha sobrevivido, al igual que el resto de partidos políticos europeos , en un partido más “a la americana” que acepta las reglas del capitalismo ultra liberal y lo mismo ha pasado con los partidos demócrata-cristianos; como dice el filósofo Régis Debray: “ahora todos somos americanos”, y el modelo social europeo de los años 60, con un fuerte sector público industrial tecnológico y con un potente Estado de bienestar, ha sido sustituido por el nuevo capitalismo liberal y por un sistema financiero oligarquizado, fusionado con el gran capital multinacional, que ha deteriorado la soberanía nacional y el marco en el que se desenvolvía el modelo social europeo y ello ha ido acompañado, también, por un colonialismo cultural del capitalismo americano-desde la lengua pasando por la moda hasta la industria cultural de plataformas digitales-.

Hoy todo vale para justificar recortes sociales en lo servicios universales y en el Estado de bienestar. Esa idea de Estado social europeo está despareciendo sin existir un modelo alternativo y es en la desigualdad social que crea este nuevo modelo económico ultraliberal, en la inseguridad laboral y en los bajos ingresos de un nuevo asalariado precario de donde se nutre no ya solo la extrema derecha y/ o populismos supuestamente izquierdistas sino también estos nuevos comunitarismos religiosos, donde la caridad tiene un papel importante. Ese comunitarismo religioso es no solo islámico también es evangélico y católico. Tenemos que estar atentos a estas nuevas manifestaciones. Por supuesto que en el conflicto social interno francés de las revueltas de los banlieus se deja entrever la huella neocolonial pero no debemos confundir avances civilizatorios con la lacra del colonialismo. Francia, durante décadas, tuvo una política de integración socioeconómica de inmigrantes muy avanzada, empezando por su escuela pública y laica, pero hoy estas políticas de integración están atrapadas entre los recortes sociales del nuevo capitalismo liberal, la xenofobia, los nuevos comunitarismos religiosos y la segregación social. En Francia, al igual que en otros países europeos, y en un ambiente de profundo segregacionismo social, la xenofobia y el nuevo comunitarismo religioso islámico se retroalimentan mutuamente destrozando el ideal de la república laica y social.

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