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El racismo es un delito, no un “sacrilegio”

Comentarios del Observatorio

Este comunicado está suscrito por la Red Laicista Europea, la cual es integrada por organizaciones de diferentes países de Europa. La asociación Europa Laica forma parte de esta Red.

El 7 de julio, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adoptó una resolución sobre “La lucha contra el odio religioso que constituye incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia”, a iniciativa de la República Islámica de Pakistán.

La causa inmediata citada por los partidarios del texto es el incidente ocurrido el 28 de junio de 2023 en Estocolmo. Salwan Momika, refugiado iraquí, quemó un ejemplar del Corán en público. El incidente provocó fuertes reacciones en muchos países de mayoría musulmana, al igual que las anteriores acciones similares del ultraderechista Rasmus Paludan.

La Red Laicista Europea condena firmemente los llamamientos al odio basados en la religión, así como todas las formas de racismo y antisemitismo. El laicismo es inseparable del humanismo universalista, basado en la igualdad de derechos y la dignidad de todos los seres humanos.

Sin embargo, el objetivo del texto de la ONU no es tanto condenar el racismo y la xenofobia como reintroducir el delito de “sacrilegio” e imponer normas religiosas al derecho internacional de los derechos humanos. Hay muchas expresiones como “quemar el Sagrado Corán o cualquier otro libro sagrado es ofensivo, irrespetuoso”, o “profanación del Sagrado Corán”. Este lenguaje religioso no tiene cabida en un documento emitido por el organismo responsable de garantizar la protección de los derechos fundamentales. El texto trata cualquier destrucción deliberada del Corán como una llamada al odio, y de hecho pide la criminalización del “sacrilegio” contra un “libro sagrado” en nombre de la necesaria lucha contra el odio racista.

Los derechos fundamentales protegen a las personas contra la violencia, los insultos racistas y las llamadas al odio y la discriminación. No protegen a “personalidades veneradas, libros sagrados o símbolos religiosos”, que pueden ser objeto de crítica y sátira, contra “actos irrespetuosos”. No es función de la ley obligar a las personas a respetar los dogmas religiosos o los objetos de culto. Tal confusión contribuye a la regresión de la libertad de expresión.

Hay que recordar que el Estado iniciador del texto, Pakistán, castiga la “profanación deliberada” del Corán con cadena perpetua, y la “blasfemia” con la pena de muerte. Resulta especialmente preocupante que el Consejo de Derechos Humanos contribuya a la larga campaña de algunos Estados para imponer sus normas religiosas en detrimento de los derechos fundamentales.

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