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Las esposas de los yihadistas: así fueron captadas por el Estado Islámico.HENAR DE PEDRO

Las esposas de los yihadistas: así fueron captadas por el Estado Islámico más de 1.000 jóvenes europeas

Los captores adecuan los preceptos yihadistas a una narrativa occidentalizada, capaz de sintonizar con los anhelos adolescentes, y tergiversar los ideales de justicia y coraje.

Jóvenes apuestos y musculados las esperan con los brazos abiertos. Los pretendientes aparecen en grandes mansiones, en medio de un oasis de té a la menta, repleto de comodidades, tiendas, dátiles y chocolate. Otras esposas se exhiben sonrientes, felices de dar la bienvenida a las nuevas integrantes. Circulan vídeos con tips de maquillaje para conquistar el amor de sus futuros maridos, o tutoriales a lo “cinco prendas cool para llevar a Siria”. Y ellas, las víctimas, lo dejan todo por amor. Lo que no saben es que van directas a la esclavitud y a la prostitución.

El Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización calculó que alrededor de 1.200 chicas europeas dejaron sus hogares para fugarse con sus amantes yihadistas a zonas perdidas de Irak y Siria. Mujeres francesas, alemanas, inglesas, estudiantes universitarias o adolescentes de tan solo 13 años, fueron engañadas y manipuladas con falsas promesas de capa y espada. 

Ellos saben muy bien cómo seducirlas. Se muestran distintos al resto de hombres, porque, claro, ellos son guerreros, muyahidines, de sangre valiente y férreos valores, dispuestos a perder la vida por la misión. Nada que ver con sus compañeros de clase, que solo se interesan por el móvil o el fútbol, lánguidos querubines que no durarían en batalla ni cinco minutos.

Y de eso se valen sus captores: adecuan los preceptos yihadistas a una narrativa occidentalizada, capaz de sintonizar con los anhelos adolescentes, y tergiversar los ideales de justicia y coraje. Les venden la película del príncipe azul que las salvará de la mediocridad. Pero ellos no son héroes, son terroristas que las tendrán como sirvientas y esclavas sexuales. Porque tras aquellos parajes idílicos, se esconden miseria y lapidaciones. Solo vastas zonas áridas, donde no crece más que el retumbo de bombardeos.

El objetivo del Estado Islámico era concebir un Califato. Para ello, debían crear una comunidad, y para conseguirlo hacían falta mujeres. Y las pusieron a trabajar. Como enfermeras para curar las heridas de los combatientes, para mantener limpia la casa, para tenerlos contentos y, sobre todo, para procrear y asegurarse la descendencia de su propósito.

Además de instruir a sus seguidores en técnicas de combate, también se formaron redes de captación por Internet. Se montó todo un despliegue de cuentas falsas por distintas redes sociales, que buscaban atraer a jovencitas con ganas de enamorarse. Se constituyó, así, la estafa amorosa más peligrosa. Utilizaron a su favor el cambio social que ha generado la tecnología, porque, como revela un estudio de la Universidad de Stanford, cerca del 40% de las parejas hoy en día se conoce a través de Internet. Tras un tiempo de seducción, les ofrecían un cuento de hadas, les pagaban el viaje, y se las llevaban. Ángela Rodicio narra estos relatos en su libro Las novias de la Yihad.

Historias hubo, y muchas, como la de Monique, una madre holandesa que atravesó dos veces Oriente Medio para rescatar a su hija. Aicha tenía 19 años, un día empezó a usar el velo, a recluirse en su cuarto, hasta desaparecer de repente. Semanas más tarde consiguió contactar con su madre, le pedía ayuda para regresar. Y ya se sabe. No hay horizonte que una madre coraje no cruce para salvar a su hija, por mucho que implique un doble descenso al infierno.

Hace poco más de un año regresaron dos españolas, repatriadas por el Gobierno tras una orden de detención internacional dictada por la Audiencia Nacional. Difícil saber hasta qué punto esa semilla germinó. En algunos casos, el idealismo cala tan a fondo, que impregna el intelecto hasta la justificación del horror. Por eso los yihadistas buscaban esposas también en Europa. El Califato aspiraba a ser internacional. Se estima que el 10% de los reclutas extranjeros del Estado Islámico eran chicas menores de treinta años. Algunas huyeron, otras fueron rescatadas, pero muchas se quedaron allí. Y sus hijos han nacido en medio de esa mentira, y crecerán absorbiendo su ira. La inocencia de sus madres les arrebató la suya. El contenido por Internet es inabarcable, pero igual de insondable es el poder de la educación. Y esa es la táctica básica para que no vuelva a pasar, porque ninguna organización terrorista resiste sin el apoyo social.

Biografía

Carmen Corazzini estudió periodismo y Comunicación Audiovisual. Se especializó con un máster en ‘Estudios Avanzados en Terrorismo: análisis y estrategias’ y otro en ‘Criminología, Victimología y Delincuencia’.

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