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Composición de fotografías de Milton Friedman y personajes suecos y estadounidenses

Las escuelas de Suecia: El sueño húmedo de Milton Friedman

Pensemos en una caricatura de una pareja de capitalistas y podremos imaginarnos la portada del principal diario sueco, Dagens Nyheter, a principios de este año. Un hombre con un traje a medida y una cartera al estilo de los 80. Junto a él, una señora de tacones altos, falda de seda y un gran abrigo de piel plateado. Grandes sonrisas de confianza.

Lamentablemente, el retrato de Hans y Barbara Bergström no era una caricatura, sino una ilustración del actual sistema escolar sueco. La foto acompañaba a un artículo sobre lo que era antaño una institución social valorada y una fuente de orgullo nacional, que se ha convertido en un rentable campo de juego para los intereses empresariales y la creación de una inmensa riqueza privada.

Barbara Bergström, fundadora de una de las mayores corporaciones escolares de Suecia, con 48 escuelas en todo el país, y su marido, antiguo redactor jefe del Dagens Nyheter -y viejo defensor de la privatización de las escuelas- son dos de las personas que han hecho fortuna dirigiendo escuelas financiadas con fondos públicos en Suecia. Cuando hace unos años vendió Barbara acciones de su imperio escolar a inversores estadounidenses, obtuvo unas ganancias de 918 millones de coronas suecas (casi 90 millones de euros). Las acciones restantes valen hoy otros 30 millones de euros.

Sistema de vales

Se trata de un dinero obtenido íntegramente con fondos públicos. En Suecia, los colegios privados no se financian con las tasas académicas, sino con un sistema de vales de “libre elección” introducido por un gobierno conservador en 1992.

Este año cumple treinta esa reforma radical del sistema escolar sueco. Ideológicamente concebido por Milton Friedman, el sistema es objeto de crecientes críticas. No sólo porque ningún otro país del mundo haya optado por copiarlo, sino también porque los inconvenientes se han hecho muy evidentes. En particular, los consejos escolares de todo el país son cada vez más conscientes de que los propietarios de las escuelas privadas las tratan como negocios rentables, a expensas de las escuelas públicas.

En 1991, una controvertida reforma de la gobernanza socialdemócrata suprimió el sistema escolar estatal. Fue el gobierno conservador de Carl Bildt el que al año siguiente introdujo la financiación de las escuelas públicas suecas mediante vales. La idea era que los alumnos y sus familias pudieran elegir cómo gastar los recursos asignados a la escolarización: asistir a una escuela pública o utilizar el vale en una escuela privada. Desde entonces, los municipios se encargan de las escuelas públicas en Suecia y todos ellos están obligados por ley a entregar vales escolares (equivalentes al coste de las escuelas municipales) a las escuelas privadas por cada alumno que acepten.

Elegir a los más rentables

Parece justo: todos los alumnos reciben un vale (“una mochila llena de dinero”) y todos pueden elegir. Sin embargo, las necesidades de cada alumno son diferentes y, mientras que la escuela municipal tiene que atender las necesidades de todos los niños, las escuelas privadas pueden elegir a los alumnos más rentables y seguir recibiendo la misma financiación.

Los municipios tienen la responsabilidad legal de proporcionar a los niños acceso a la educación cerca de su lugar de residencia, ya sea en una ciudad pequeña o en un pueblo remoto. Las escuelas con ánimo de lucro no tienen esa obligación y pueden establecerse en el centro de la ciudad.

Los municipios tampoco pueden rechazar alumnos. Las escuelas con ánimo de lucro lo hacen continuamente: ponen a los alumnos en lista de espera y sólo aceptan una cuota rentable. Dado que los mayores costes de las escuelas -profesores y aulas- son más o menos fijos, los máximos beneficios provienen de maximizar el número de alumnos por profesor y por aula. Las listas de espera permiten poner a los alumnos en cola (mientras asisten por defecto a la escuela municipal) hasta que se pueda abrir un aula completa (es decir, rentable).

Círculo vicioso

Con ello se crea un círculo vicioso. Mientras las escuelas privadas con ánimo de lucro gestionan aulas con 32 alumnos (con la financiación de 32 vales), los ayuntamientos tienen que gestionar escuelas en las que las aulas tienen uno, dos o quizá cinco alumnos menos. Menos dinero por profesor y por aula aumenta matemáticamente el coste medio por alumno.

Si el coste por alumno del municipio aumenta en sus escuelas, los colegios privados tienen derecho legalmente a una ayuda equivalente, aunque sus costes no hayan aumentado. Las escuelas públicas pierden alumnos, y por tanto financiación, en favor de las escuelas con ánimo de lucro, mientras que el consiguiente aumento del coste por alumno proporciona una nueva ayuda financiera a las escuelas privadas, que, con la ayuda de esta ayuda adicional, se vuelven aún más atractivas. Al mismo tiempo, las escuelas públicas se ven privadas de los recursos que tanto necesitan y la espiral descendente continúa.

Inevitablemente, son los niños privilegiados, sobre todo, los que pueden ejercer su derecho a asistir a escuelas privadas, por lo que los alumnos socialmente desfavorecidos se quedan en las escuelas públicas. Esto no sólo favorece la desigualdad de rendimiento entre escuelas, sino que también disminuye la media general: Finlandia, por el contrario, tiene unas diferencias de rendimiento muy bajas entre sus escuelas.

Andreas Schleicher, jefe de la dirección de educación y competencias de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), solía “mirar a Suecia como patrón de oro de la educación”. Ahora, escribe, “el sistema escolar sueco parece haber perdido su alma”. Ningún otro país ha experimentado una caída tan rápida de sus resultados en la tabla clasificatoria del Programa para la Evaluación Internacional (PISA) de la OCDE como Suecia, junto con un aumento de las diferencias de conocimientos entre las escuelas. Y, al mismo tiempo, la segregación escolar está aumentando, no sólo en las grandes ciudades, sino también en las medianas.

En su obra seminal The Death and Life of the great American School System (Muerte y vida del gran sistema escolar norteamericano), Diane Ravitch describe de qué modo convertir la “libertad de elección” en “religión dominante” beneficia a unos pocos y perjudica a muchos, al destruir el sistema escolar público. Lo que debería ser un servicio público es objeto de abuso por parte de los padres que buscan un refugio segregado (blanco y de clase no trabajadora) para sus hijos.

Ingentes fondos para gastar

Puede parecer poco probable que el sistema escolar sueco le sirva de inspiración a alguien en algún lugar. Pero las escuelas privadas suecas son muy rentables, sus propietarios disponen de ingentes fondos para gastar y están ansiosos por satisfacer las demandas de segregación social de la clase alta y media mediante la expansión de sus empresas en el extranjero.

Academedia, el mayor proveedor de educación privada de Suecia, se ha establecido en Noruega y tiene 65 centros de preescolar en Alemania. No hace mucho informó a los inversores de que estaba preparando el lanzamiento de un programa de aprendizaje en el Reino Unido y la expansión de sus centros preescolares en los Países Bajos. La Internationella Engelska Skolan, de Barbara Bergström, ya posee siete colegios en España.

Por su parte, la fundación de Bergström, ha donado 60 millones de coronas suecas para crear una “cátedra de organización y liderazgo educativo” en la Escuela de Economía de Estocolmo. Friedman habría quedado impresionado.


Lisa Pelling:
politóloga y directora del “think tank” Arena Idé, con sede en Estocolmo, es colaboradora habitual del diario digital Dagens Arena y trabajado como asesora política y redactora de discursos en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Suecia.

Fuente: Social Europe, 16 de mayo de 2022

Traducción: Lucas Antón

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