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¿Laicismo o electoralismo? El debate sobre el burka irrumpe en España

No existen datos estadísticos sobre el número de mujeres que visten burka en España, pero las estimaciones apuntan a que son muy pocas, unas decenas apenas. Sin embargo, en el país se ha abierto ya el debate existente desde hace meses en otros países europeos como Francia, Holanda y Bélgica. ¿Laicismo? ¿Derechos de la mujer? ¿O electoralismo?

"No es uno de los grandes problemas" del país, admitió esta semana el ministro de Justicia, Francisco Caamaño. "No es una cuestión por la que exista problema en España", le secundó la vicepresidenta primera del Ejecutivo, María Teresa Fernández de la Vega, porque su uso "es muy minoritario".

Sin embargo, el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha decidido entrar en el debate que comenzó en Cataluña, donde varios ayuntamientos han prohibido en las últimas semanas el velo integral en los espacios de titularidad municipal. El de Barcelona, la segunda ciudad del país después de Madrid, lo hará en breve por decreto, según anunció por sorpresa su alcalde, el socialista Jordi Hereu.

El Ejecutivo de Zapatero ha abierto la puerta a la limitación del uso del burka en la futura ley de libertad religiosa, que regulará entre otras cosas la presencia de símbolos religiosos en los espacios públicos, para cuya aprobación, no obstante, no parece haber fecha.

Uno de los argumentos para regular el uso del burka es el de la seguridad, ya que la prenda impide la identificación de quien la viste. Y el otro, la posición de desigualdad en la que el burka sitúa a la mujer que lo lleva, según la visión de los críticos.

"Nosotros creemos que hay elementos como el burka, y potencialmente otros atuendos, que son difícilmente compatibles con la dignidad del ser humano y, sobre todo, con elementos fundamentales en los espacios públicos como es la identificación de las personas", resumió Caamaño.

Las asociaciones islámicas han expresado su rechazo a la prohibición de la prenda, que oculta completamente el cuerpo de la mujer y en la que una rejilla de tela a la altura de los ojos permite a quien la viste ver sin ser vista. Y algunos creen que el debate en torno a ella, lejos de hacer que desaparezca, puede incluso fomentarla.

"El burka y todos los velos integrales no sólo suponen un problema de identificación. También atentan contra la igualdad y la libertad de las mujeres", en opinión de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído. "Es un tema que debe abordarse desde la reflexión, porque si no podría crear muchos más problemas", dijo, pero defendió que "es necesaria una regulación general" del velo integral.

El debate se inició en Cataluña, pocos meses antes de las elecciones autonómicas del próximo otoño. Y algunos expertos apuntan que se está utilizando como arma electoral.

"Da pistas de que los partidos quieren sacar réditos políticos, cuando estamos hablando de un tema serio", manifestó al diario "El País" el sociólogo Jordi Moreras, que ha estudiado a fondo el tema en Cataluña.

Con un 17 por ciento de población inmigrante en la comunidad autónoma del noreste español, de la que más de un tercio es de origen marroquí, la integración de los musulmanes es un tema electoral importante. Y el tema del burka puede servir sin duda para ganar votos.

Después de Lérida, el primer municipio español que prohibió el burka, el debate se extendió a otros. Hasta el punto de que incluso un pueblo sin ningún inmigrante empadronado debatirá al respecto: Tarrés, con 109 vecinos. La prohibición no saldrá adelante por la repartición de las fuerzas políticas, pero lo cierto es que el tema se debatirá, y lo hará por impulso del concejal de una plataforma xenófoba.

Ése parece ser precisamente uno de los grandes peligros del debate. "Da alas a discursos populistas y xenófobos y crea malestar en la sociedad", según el secretario general de la Unión de Centros Islámicos de Cataluña, Mimoun Jalich, que cree además que más que desterrar el burka, lo que hará será fomentarlo.

En 2007, la xenófoba Plataforma per Catalunya (PxC) planteó por primera vez la polémica. En aquel entonces, no logró mucho. Pero ahora habrá que ver qué ocurre con ella en las elecciones autonómicas del otoño.

De las formaciones con representación en el Congreso de los Diputados, sólo el Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy ha mantenido de forma sostenida y unitaria el mismo discurso: la necesidad de prohibir el burka, no sólo en edificios e instalaciones de titularidad pública, sino también en la calle.

"No soy partidaria del burka, y yo sí, yo lo prohibiría completamente", dijo esta semana la secretaria general de la formación conservadora, María Dolores de Cospedal. En el resto de los partidos, las voces no son tan unánimes, y algunas reclaman un debate sosegado para poder decidir al respecto.

"No comparto la opinión de los políticos de que debemos despreocuparnos porque son pocos. ¿Nos preocuparemos cuando sean el 20 por ciento? El velo integral es un indicador de la preeminencia y la influencia de los discursos más rigoristas", dijo al respecto el sociólogo Moreras.

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