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La educación privada ha ganado un peso significativo en las enseñanzas elementales y medias, y ahora está ampliando su influencia en la educación superior y la formación profesional.
Durante muchos años, hemos sido testigos de cómo cientos de estudiantes con calificaciones sobresalientes veían truncado su sueño de estudiar medicina o enfermería. La Universidad de Oviedo, con su limitado número de plazas para estos grados y la altísima demanda, permitía solo a unos pocos (aquellos con calificaciones casi perfectas) acceder a estos estudios. Mientras tanto, el sistema sanitario clamaba desesperadamente por más personal. Siempre pensamos que era necesario aumentar el número de plazas disponibles en estas carreras, y la ciudadanía asturiana asumía que, si esto no se hacía, debía ser por algún tipo de imposibilidad técnica o económica. Pensábamos que quizás no había suficientes recursos técnicos, como cadáveres para prácticas, laboratorios o instrumental costoso, o tal vez faltaba personal médico dispuesto a dedicarse a la docencia. Es decir, entendíamos que si, por un lado había una alta demanda de personal sanitario, y, por otro, estudiantes brillantes deseosos de estudiar estas carreras, la única explicación para la falta de plazas era que, simplemente, no era factible aumentar el número de estudiantes.
Sin embargo, esta suposición se ha puesto en tela de juicio con la llegada de una nueva institución educativa. La Universidad de Nebrija ha desembarcado en Asturias con una facultad de enfermería en Avilés, lo que ha levantado muchas preguntas y sospechas. ¿Cómo es posible que una universidad privada logre hacer lo que se nos decía que era imposible para la pública? La elección de Avilés como sede no podría haber sido más estratégica. Esta ciudad, a diferencia de Uviéu y Xixón, no cuenta con ninguna facultad, lo que supone un atractivo adicional para los estudiantes de la comarca. Además, la titulación en enfermería es una apuesta segura, dada la gran cantidad de aspirantes que no logran acceder a medicina en la Universidad de Oviedo. Estos estudiantes, frustrados por no conseguir una plaza en la universidad pública, verán en la Universidad de Nebrija una alternativa viable. Por supuesto, esta opción solo será posible para aquellas personas que puedan permitírselo económicamente.
La entrada de la universidad privada en el ámbito de la educación superior en Asturias no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia más amplia en España. La educación privada ha ganado un peso significativo en las enseñanzas elementales y medias, y ahora está ampliando su influencia en la educación superior y la formación profesional. Este crecimiento de la educación privada se produce aprovechando los huecos que deja sin cubrir la red pública. Allí donde la educación pública no llega, la privada está dispuesta a intervenir. Eso sí, siempre que sea rentable (buena prueba de ello es que, mientras en las grandes ciudades como Uviéu y Xixón, la educación privada concertada tiene un enorme peso, en regiones que por cuestiones demográficas es menos rentables, como el suroccidente asturiano, la privada no existe).
La verdadera pregunta que debemos hacernos es por qué la educación pública no llega a cubrir estas demandas. ¿Qué lleva a nuestros gobernantes a desatender e infrafinanciar la enseñanza pública, permitiendo que la privada prospere? Para responder a esta pregunta debemos mirar hacia el gobierno que inventó la red concertada: el de Felipe González. Una vez más, el Thatcher español disfrazado de socialista está en el origen de todos los planes neoliberales y privatizadores que llevamos sufriendo 30 años. Desde entonces, hemos visto un movimiento hacia un sistema dual donde lo privado será dominante y lo público se relegará a una función asistencial, marginal y desvalorizada, destinada a atender solo a aquellos sectores de la sociedad que no pueden pagar.
Este proceso de privatización no solo afecta a la educación, sino que se extiende a todos los servicios públicos. La estrategia consiste en desmantelar progresivamente los servicios públicos, privatizándolos con la promesa de una mejor calidad y eficiencia. Sin embargo, esta promesa es engañosa. Muchos ciudadanos se sienten satisfechos pagando 50 € al mes por un seguro privado de salud, creyendo que obtienen un servicio superior. No obstante, esta satisfacción se desvanece cuando se enfrentan a la realidad de que estos seguros no cubren tratamientos caros y vitales, dejándolos desprotegidos en momentos críticos.
La llegada de la Universidad de Nebrija a Avilés es solo un síntoma de un problema mayor. Es un recordatorio de que la educación superior pública necesita una mayor inversión y apoyo. Si una universidad privada puede ofrecer más plazas y más recursos, la pregunta inevitable es: ¿por qué no puede hacerlo la pública? Es necesario que el gobierno y las instituciones educativas públicas trabajen juntos para ampliar la oferta educativa, mejorar las infraestructuras y garantizar que todos los estudiantes con talento tengan la oportunidad de estudiar las carreras que desean, independientemente de su situación económica.
Además, la expansión de la Universidad de Nebrija podría no detenerse en enfermería. Si la facultad tiene éxito y atrae a muchos estudiantes, es probable que busquen ofrecer otros grados en ciencias de la salud (medicina, fisioterapia, odontología…). E incluso podrían expandirse a otras áreas académicas, aprovechando su ubicación en Avilés para atraer a estudiantes que prefieran no desplazarse a Uviéu, Xixón o Mieres para estudiar. De hecho, además de la Universidad de Nebrija, la Universidad Europea (otra institución privada) también plantea aterrizar en Asturies, en este caso, en Xixón, donde no se conforma solo con ofertar Enfermería, sino que ya habla abiertamente de ofertar Medicina también. Evidentemente comienzan por estas dos que suponen una gran demanda no atendida por la pública, pero seguramente se extenderan a otras titulaciones que, inexplicablemente, no ofertan prácticamente plazas como Física o Matemáticas, carreras con una demanda laboral elevadísima que el sistema público está desatendiendo y, una vez asentadas en estas carreras, comenzarán a ofertar todas aquellas en las que vean nicho de negocio, aunque no haya tanta falta de plazas en la universidad pública. Y comenzará el vaciado del sistema público para engordar al privado.
En suma, la llegada de la universidad privada a Asturies pone de manifiesto la necesidad de una reforma profunda en el sistema de educación pública. Es imperativo que se aumenten las plazas en las carreras más demandadas, se mejore la infraestructura y se ofrezcan más recursos para que todos los estudiantes talentosos tengan la oportunidad de alcanzar sus sueños. Solo así podremos asegurar un futuro donde la educación sea verdaderamente accesible para todos, y donde la enseñanza pública no solamente no quede relegada a un segundo lugar por la privada, sino que haga que la privada desaparezca por falta de espacio, porque la pública sea capaz de dar el servicio necesario a todos los estudiantes: Una educación pública, gratuita, universal y de calidad.