En la noche del viernes 25 de noviembre de 1977 se clausuró el ciclo académico anual y el rector Francisco José Piñón entregó el diploma al genocida. La USAL hizo desaparecer la documentación de esa comprometedora ceremonia.
“Pese a esta generosa designación de Profesor Honorario, no estoy preparado para afrontar el compromiso intelectual de un discurso académico, de modo que me limitaré a conversar con ustedes sobre algunos temas que, sin duda, nos preocupan a todos.”
Vale la pena, en este caso, comenzar por el final y aclarar de primera intención que, consultado por Tiempo Argentino, desde el Rectorado de la Universidad del Salvador explicaron a Tiempo Argentino que "no tienen ningún registro de que a Massera se le haya otorgado un honoris causa. Que conocen la información, pero que no hay documento alguno, por lo menos en la universidad, sobre ese hecho. Por esa razón, nunca hubo posibilidad de retirárselo."
ENTRETELONES DE UN ACTO VERGONZANTE. Quizás Bergoglio intuyó que el acto de entregar el diploma a Massera no tenía que ver con la cruz cristiana y tomó dos previsiones en su resguardo. La primera fue no realizar el acto en las sedes céntricas de la USAL. La segunda, evitó exponerse, por lo que en el escenario estuvo el padre Víctor Sorzín, su vice en la Compañía, sentado junto a Massera.
A 35 años de aquel hecho, la USAL le debe a la sociedad –y a sí misma-– un acto de desagravio. Apenas un salto moral. No es pedir demasiado.
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