Desde hace más de 30 años está cerrada al público por el deterioro en el que se encuentra. Y es unas de las «joyas del patrimonio local» que sigue pendiente de ser rehabilitada. Un edificio declarado Monumento Histórico Artístico de carácter nacional que encierra entre sus paredes una gran belleza. Se trata de la capilla de la Virgen de las Angustias. Construida durante el siglo XVIII por la Venerable Orden Tercera de San Francisco, es el mayor exponente del barroco levantino en Yecla. Una edificación en la que destaca el camarín construido para alojar la imagen de esta Virgen de Salzillo, que conserva su retablo original junto a una muestra única de azulejería valenciana del mismo siglo.
En su tiempo, a mediados del siglo XVIII, el templo era utilizado por los franciscanos seglares, y a él pertenecían una inmensa mayoría de la oligarquía y la élite social y económica de Yecla. Curiosamente, por aquel entonces era la única cofradía de corte religioso que permitía la pertenenia de mujeres, explica el director de la Casa de Cultura, Liborio Ruiz, que ha participado en el proyecto de rehabilitación.
Esta parte del complejo de la iglesia de San Francisco no se incluyó en la restauración realizada hace escasamente cuatro años y ahora empieza el proceso. El Consistorio ha encargado al estudio de arquitectura García Guisado el proyecto valorado en 1,1 millones de euros. Para sufragarlo, se pretende que el programa ‘1,5% Cultural’ del Gobierno central aporte buena parte del montante y el Ayuntamiento unos 294.000 euros. El alcalde de Yecla, Marcos Ortuño, y la arquitecta Anabel Rubio fueron los encargados de presentar el proyecto en la propia capilla. Rubio comentó «lo deterioradas que se encuentran las paredes y las humedades por filtración y por capilaridad», comentó la arquitecta. «Hay daños estructurales en varias zonas, y la degradación está generalizada».
Entre otras actuaciones, la obra prevé abrir una ventana situada en el camarín que fue sellada y que impide la entrada de los rayos del sol. «Esa luz era reflejada por varios espejos que daban un ambiente único al camarín donde se albergaba la obra de Salzillo», comentó.