En un país donde la constitución en uno de sus artículos se declara Laica, y donde hay variedades de cultos y ninguno de ellos debería ser primado en el ámbito escolar, pese al Concordato realizado en su día por unas de las fuerzas parlamentarias actuales de nuestro parlamento y que en su día tuvo responsabilidades de poder: Nuevamente Wert, ministro actual de Educación y miembro de gobierno del Partido Popular, rinde pleitesía a la jerarquía a uno de estos cultos, concretamente: la iglesia católica.
El nuevo currículo de religión católica para Primaria y Secundaria aprobado recientemente por el Ministerio de Educación convierte la catequesis católica en una asignatura evaluable y de oferta obligatoria.
El texto normativo que el gobierno del Partido Popular acaba de publicar en el BOE y que organiza la formación religiosa y moral es coherente con los Acuerdos firmados con la Santa Sede en las postrimerías del franquismo, aún vigentes y más empoderados que nunca. Me gustaría recordar que la Conferencia Episcopal ya tenía reconocidas por parte del gobierno las competencias para la elaboración de este currículo.
Estos acuerdos garantizan que los centros públicos deben ser respetuosos con la ética cristiana, que los planes educativos deben incluir la religión católica para quien la quiera, obligando a pronunciarse a todo el alumnado – en contra de lo establecido constitucionalmente- sobre su creencia o religión, según la elija o no, y forzando a crear una asignatura alternativa, dando respuesta a una aspiración histórica de la iglesia católica.
Asimismo, establecen que la religión católica debe ser impartida por aquellos que han sido autorizados por la jerarquía eclesiástica y que esta jerarquía es la que debe determinar los contenidos de la enseñanza, los libros y el material didáctico. Y que el Estado se hará cargo del coste de todo. Esta situación es incompatible con un sistema educativo que garantice el derecho a las creencias y las propias convicciones, la pluralidad democrática, la convivencia respetuosa, la cohesión social y la solidaridad. Por ello, pienso, que comunidad educativa, independientemente de nuestras creencias, debemos exigir la derogación definitiva de estos acuerdos.
La actual oferta obligatoria de religión y su materia alternativa no garantiza que todo el alumnado curse en algún momento de la escolaridad obligatoria contenidos relativos a la educación ciudadana y democrática que el sistema educativo español debería garantizar por ser un acuerdo de los estados miembros de la Unión Europea. Por este motivo, CCOO, ya, denunció ante instancias nacionales y europeas la vulneración de determinados apartado del artículo 27 de la Constitución Española, que garantiza el derecho a la educación.
Desde, mi punto de vista, y viendo que vivimos en una sociedad plural y con varios cultos, debemos defender una escuela laica y oponernos con rotundidad a que cualquier tipo de religión se imparta dentro del horario lectivo del alumnado y a cualquier tipo de adoctrinamiento a través del currículo que se presenta y menos evaluable.
En definitiva, esto es producto de la LOMCE y ésta, por desgracia, nuevamente se rinde a los intereses de la jerarquía católica porque satisface dos de sus demandas históricas: que haya una asignatura alternativa a la religión que legitime una oferta obligatoria en horario escolar y que la religión sea evaluada. Este problema solo se va a solucionar con la derogación de la ley y la salida definitiva del currículo de la religión católica y de cualquier religión, que solo debería impartirse en sus lugares de culto y más siendo nuestro país constitucionalmente Laico.
Ximo Estal Lizondo
Secretario General de Enseñanza de CCOO del Camp de Morvedre y Alto Palancia