Esperan que la limitación no se extienda al uso del pañuelo. El presidente de la Comunidad Islámica en España recuerda que el Corán niega la igualdad entre los sexos.
El pasado lunes, el Ayuntamiento de Coín (Málaga) aprobó en Pleno la prohibición de llevar burka y niqab en los edificios y equipamientos públicos. Una medida que sigue la estela iniciada por los municipios tarraconenses de Lérida y El Vendrel, y que busca, por un lado, mejorar las medidas de seguridad, ya que estas prendas ocultan el rostro de las mujeres, y por otro, limitar su uso, porque «atentan directamente contra la igualdad de hombres y mujeres», aseguró el alcalde de la localidad, Gabriel Clavijo (PSOE).
La decisión de los conineños ha contado con el rechazo de la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, quien aseguró que «puede que haya más normativas municipales que burkas en España». En el mismo sentido se mostró la consejera de Igualdad y Bienestar Social, Micaela Navarro, que considera «que se ha abierto un debate que no lleva a ningún sitio». Ambas defienden la libertad de la mujer para llevar o no esta prenda y se muestran críticas con la regulación, a excepción de cuando busca mejorar la seguridad.
Coinciden de este modo con la visión que se tiene de esta polémica desde el propio mundo musulmán, en el que dejan entrever que puede ser el comienzo de una persecución de los valores del islam en la comunidad. Malik Ruiz, presidente de la Comunidad Islámica de España, granadino y uno de los principales defensores de la creación de grandes mezquitas en las capitales andaluzas, entiende «que es normal que esté al descubierto el óvalo de la cara, aunque nos parece sorprendente que haya una beligerancia contra aspectos muy minoritarios. Tendría que hacer memoria porque son muy pocos los casos de mujeres con niqab y con burka. Lo que no queremos es que esta legislación se extienda al hiyab». Sin embargo, estas prendas, que cubren el cuerpo femenino por completo, cada vez son más habituales, en especial en la Costa del Sol, donde hay una mayor presencia de ciudadanos de países de la Península Arábiga.
La cuestión del uso o no del velo va más allá, ya que hay un claro encontronazo entre los valores de igualdad defendidos por los estados occidentales y el carácter represor, en la mayoría de los casos, que tienen el niqab, burka o el hiyab. «Di a tus mujeres y a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se ciñan sus velos. Ésa es la mejor manera de que sean reconocidas y no sean molestadas», señala el Corán. Un mandato que según Ruiz permite que la mujer vaya de manera pudorosa, pues no sabe «qué degenera más a la mujer, si el que vaya con su pañuelo y vestida de una forma discreta o esta cantidad de mujeres que van por la calle que se les ve casi la ropa interior».
En la misma línea se posiciona Moumina Wagner, una alemana conversa, como ella misma se identifica, que preside la Asociación de Mujeres Medina de Granada y que asevera que el uso del pañuelo «nos da tranquilidad a nosotras, porque se nos valora por lo que somos en realidad, por nuestro interior, pero también a nuestros maridos». Según Wagner, que antes de ser musulmana se dedicó al activismo feminista, «si hay libertad, hay libertad en todos los sentidos y no se le puede prohibir a nadie ir con la prenda que desea. ¿Qué va a ser lo próximo?, ¿qué nos digan de qué color debemos llevar la ropa?», a la vez que señala que conoce a algunas mujeres que utilizan niqab y que lo hacen «porque así sus maridos les permiten salir a la calle». Para ella, estas prohibiciones constituyen en el fondo una «agresión oculta hacia la comunidad musulmana de la región, que al ser en su mayoría inmigrante, es la más débil». Con el Corán en la mano, Ruiz insiste en que en la actualidad hay una «gran agresión para las mujeres, que son más libres gracias al Islam, porque éste las dota de una mayor autonomía», aunque cuando se le pregunta sobre la igualdad entre hombres y mujeres, afirma que «son distintos y que cada uno tiene un espacio delimitado».
El debate desatado no ha tenido su repercursión en otros ayuntamientos. De hecho, fuentes de los consistorios de Cádiz, Sevilla y Granada señalan que ni se lo han planteado.
Varios tipos de prendas para ocultar a las mujeres
Tanto el niqab como el burka son dos prendas minoritarias en Andalucía. La primera es propia de las mujeres de los países de la Península Arábiga y la segunda de Afganistán y Pakistán. Hasta hace unos años, en la Costa del Sol, el niqab era el atuendo habitual de las mujeres, que con los «petrodólares» en la mano, hacían las delicias de los comerciantes de Puerto Banús y su área de influencia. Sin embargo, su implantación, así como la del chador, de origen persa y que deja al descubierto el óvalo de la cara pero cubre el cuerpo, se hace cada vez más visible con la llegada de inmigrantes de países del Magreb y de Oriente Próximo, donde el Islam se está radicalizando y adopta formas más represoras para la dignidad de la mujer. De todas formas, el pañuelo o hiyab, que cubre solamente el pelo y los hombros, sigue siendo la prenda más común en la comunidad.
Una mujer, oculta bajo un niqab, sale de un centro comercial de Sevilla acompañada de su hija
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