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Un crucifijo en una escuela en Burgos. Imagen de archivo. — AFP

La privada y la concertada ralentizan la laicidad en la escuela: sólo en la pública son mayoría quienes no eligen religión

La concertada emerge como el gran bastión de la enseñanza religiosa en España y lastra la secularización de la escuela. El 85% de su alumnado cursa esta asignatura en primaria frente al 46,6% que lo hace en la pública.

El camino hacia la laicidad en las aulas del país durante la etapa de enseñanza obligatoria avanza con lentitud, lastrado sobre todo por el poder de los centros privados concertados, que son habitualmente católicos y están financiados con fondos públicos, y también, aunque en menor medida, de los privados.

Aún hoy son mayoría quienes cursan religión católica en España en los colegios e institutos. En primaria, de 6 a 12 años, el 58,27% del alumnado total recibió esta materia en el curso 2021-2022 (el último con datos oficiales y accesibles del Ministerio de Educación) frente al 40,6% que no la escogió. Y en secundaria, de 12 a 16, aunque se reduce un poco el porcentaje, también son más quienes optan por la doctrina católica: el 54,89% frente al 44,74% que eligen una alternativa. 

A la vista de los datos, la escuela privada concertada, sobre todo, y la privada no concertada también, aunque en menor medida,emergen como el gran bastión de la enseñanza católica: en primaria, el 85% del alumnado matriculado en colegios concertados escogió religión en 2021; en secundaria (de 12 a 16 años) lo hizo el 83,66%.

En los centros completamente privados, el porcentaje descendía ese mismo año, el 2021, al 61,08% en la primaria y al 56,99% en la secundaria.

Así, sólo en la enseñanza pública son mayoría quienes no eligen religión católica. Y esto sucede desde fechas muy recientes para todas las etapas de la enseñanza obligatoria: el curso 2020-2021 fue el primero en el que los alumnos de primaria escogieron mayoritariamente una alternativa (el 50%, frente al 48% que prefirió religión). En secundaria la tendencia a elegir enseñanza católica se revirtió en el curso 2008-2009.

En 2021-2022 cursaron primaria 2.795.572 alumnos y alumnas (el 67,6% en centros públicos, el 28,5% en concertados y 3,9% en privados), según el Ministerio de Educación. En secundaria, el alumnado total sumó 2.050.577 personas (el 66,7% en centros públicos, el 29,3% en concertados y el 4% en privados).

Aplicando a esas cifras, los porcentajes de quienes eligieron religión católica en la etapa obligatoria –el 58,27% en la primaria y el 54,89% en la secundaria– salen estos datos absolutos: 1.628.979 niños y niñas entre 6 y 12 años fueron a religión católica ese año, a los que hay que sumar otros 1.125.561 entre 12 y 16 años. En total, 2,7 millones. 

La batalla de la Iglesia por la educación

La enseñanza concertada es un negocio regado con miles de millones de euros públicos cada año. En el último curso con datos oficiales disponibles, el de 2021-2022, el Estado financió los colegios concertados con 6.619 millones de euros, el 12,9% del gasto total en Educación. 

Los gobiernos autonómicos, que tienen las competencias y presupuestos propios, fomentan este tipo de enseñanza en ocasiones por afinidad e ideología. Así sucede, por ejemplo, en Andalucía, donde este año, con la mayoría absoluta del PP, se han superado por primera vez los mil millones de euros de dinero público transferido a los centros privados a través de los conciertos.

«La asignatura de religión es un anacronismo y una anomalía que tiene que ver con nuestra historia reciente: el sistema dictatorial que existió hasta 1978. No tiene sentido pedagógico en absoluto, desde el momento en que la propia esencia de la asignatura es la doctrina de un credo religioso. Es objetivamente una materia adoctrinadora por naturaleza», reflexiona Carmen Yuste, de la Unión de Sindicatos de Trabajadoras y Trabajadores en Andalucía (Ustea).

Además, agrega Yuste, «la religión católica plantea un análisis de la realidad basado en la fe y en una serie de preceptos alejados de la razón. Los centros educativos del siglo XXI tienen la obligación de plantear un análisis y una interpretación de la realidad basados en la evidencia científica, en la razón y en el espíritu crítico».

«La educación ha sido siempre la batalla principal de la Iglesia. En la Transición hay una cuestión clarísima: toda la presión que ejercieron en la Constitución fue sobre todo en el tema de la educación, fue en lo que más insistieron», afirma José Antonio Naz, presidente de la asociación Andalucía Laica, a Público.

¿La asignatura de religión es por tanto capital para la jerarquía católica? Para la Iglesia, la educación ha sido una «tabla de salvación para conseguir adeptos«, abunda en conversación telefónica con Público el teólogo Juan José Tamayo.

«Ha perdido muchísimos creyentes que han dejado de practicar el cristianismo. No le queda otra salida a la Iglesia que conseguir esa presencia y esa influencia a través de esa educación de la escuela. Es la única posibilidad que tiene de seguir manteniendo su influencia ideológica».

Para Tamayo, «la forma de presencia de religión en la escuela tiene que ser como fenómeno social y cultural y que se analice la influencia que ha tenido en la historia». «Que se imparta una asignatura sobre la historia de las religiones en los distintos momentos y etapas escolares, esto es una educación en historia crítica y rigurosa», afirma.

Incipiente laicismo y vuelco en la pública

Los datos revelan también que, pese a todo, en las últimas dos décadas el porcentaje de los alumnos que eligen cursar religión en la escuela primaria (cuando son madres y padres quienes eligen) ha caído progresivamente, un punto cada año de media, en paralelo a la evolución de una incipiente conciencia laicista en el país.

Así, en el curso 1999-2000, un 83% de los niños entre 6 y 12 años iban a clase de religión, pero casi un cuarto de siglo después el porcentaje está en el 58%, 25 puntos menos. Esta estadística incluye todos los centros, tanto los públicos, como los concertados y los privados.

El vuelco laicista en la pública en el tramo de primaria se ha producido hace apenas unos cursos. En el año lectivo 1999-2000, madres y padres elegían religión para sus descendientes por una abrumadora mayoría, el 80,87%.

Pero dos décadas después, en el último curso disponible, 2021-2022, el porcentaje se había dado la vuelta como un calcetín y ya eranmayoría,el 51,9%, quienes prescindían de la enseñanza religiosa en los primeros cursos de la enseñanza obligatoria, por el 46,6% que sí la cursaban. Un año antes se había producido por primera vez ese giro.

«Esos datos son un fiel reflejo del avance del proceso de secularización de la sociedad española, que ha tenido un importante cambio. España ha sido una excepción en Europa, porque hemos vivido el nacionalcatolicismo hasta avanzada la Transición. Además, el poder político no ha roto con la Iglesia Católica y le ha mantenido ciertos privilegios», reflexiona Tamayo.

En la escuela secundaria, hace 25 años cursaba religión católica el 64,4% del alumnado (el 53,5% en institutos públicos). En 2022 la cifra se había reducido doce puntos, al 54% (41% en la pública).

En bachillerato, cuando el alumnado empieza a tomar decisiones académicas por sí mismo, en el curso 1999-2000 ya eran mayoría quienes no elegían religión, el 52,57% (56,8% en la pública). Pero cinco lustros después, en 2021-2022, la cifra había subido al 63,87% (68,76% en la pública).

La evolución en la escuela es un reflejo del lento avance del laicismo en España. En 2023, el porcentaje de españoles que declararon tener «adscripciones de conciencia no religiosa» se incrementó hasta el 39,3%, «la cifra más alta de la serie histórica», según la Fundaciò Ferrer y Guàrdia. En 1980, solo el 8,5% de la población se ubicaba en esa opción.

Y el desapego hacia la religión católica va en aumento: «El 60,3% de las personas entre 18 y 24 años se declara no religiosa (atea, agnóstica o indiferente). Esta posición también la manifiestan más de la mitad de las personas entre 25 y 34 años en un 57,9%«, recoge ese estudio.

Catalunya, la Comunidad más laicista

Los datos por Comunidades Autónomas (ver gráfico) revelan la tendencia general –es sobre todo la enseñanza concertada (y la privada) las que ralentizan la laicidad– y al mismo tiempo una profunda diversidad en el sentimiento y en su elección.

Catalunya es la Comunidad en la que menos madres, padres y alumnado, en términos relativos, eligen religión durante primaria: el 38,8% contando todos los centros; el 12% si solo se consideran los públicos. Estos datos contrastan con los de Extremadura, donde el 80% opta por religión en primaria (76,9% en la pública), y los de Andalucía, con el 73,6% de alumnos de enseñanza católica (68,4% en la pública).

Del análisis de las estadísticas se observa también un repunte en las matriculaciones en religión en los años que estuvo en vigor la conocida como ley Wert. Según Andalucía Laica, esto se explica porque la asignatura contaba para el currículum y para la nota media de cara a la selectividad. 

La nueva ley educativa, aprobada la pasada legislatura, ha dejado sin valor académico la materia y da a las Comunidades la potestad de decidir cómo se imparte, indican las fuentes consultadas. «Lo más importante es que no sirve para el expediente: eso era una aberración«.

De nuevo, la diversidad es manifiesta. Algunas, como Andalucía, gobernada por el PP, la protegen, y otras, como Asturias, gobernada por el PSOE, la empujan a horarios que desincentivan que el alumnado la curse. 

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