Las últimas palabras de Federico Lombardi, el portavoz del Vaticano, antes de regresar el papa a su lujosa casa, son las acostumbradas en los emisarios de los papas. Es el estilo típico de los altaneros, de los mafiosos y de los cínicos que tienen a un testaferro que les va a "aclarar" sus exabruptos, sus imposturas, sus cacicadas, sus insolencias y su agresión verbal. Lombardi cree aclarar las infaustas palabras de Ratzinger, quien, en el avión que le trajo y antes de aterrizar, comparó el anticlericalismo que hubo en la II República española, con el agresivo laicismo actual en España fruto de la constitución.
Lombardi ha dicho antes de irse con su compadre: "el papa no quiso ser polémico", "quiere encuentro y no choque": la mismísima estrategia de los antes relacionados antes de apuñalar verbalmente al adversario: "yo te respeto, a ti y tus ideas, pero eres un indeseable"…