Valerie Tarico nos expone seis razones por las que la religión trae más desventajas que ventajas.
Texto tomado de Salon.com Traducido por: Ferney Rodríguez Vargas.
La mayoría de los británicos creen que la religión hace más daño que bien, según un estudio encargado por el Huffington Post. Sorprendentemente, incluso entre quienes se describen como «muy religioso» hay un 20% que afirma que la religión es perjudicial para la sociedad. Probablemente podamos agradecer a la Internet, que emite desde las decapitaciones de Isis, las historias sobre los hospitales católicos que niegan la atención a una mujer para que aborte, a las listas de creencias religiosas extrañas, hasta artículos sobre los daños psicológicos de creyentes cristianos en su Biblia.
En 2010, el sociólogo Phil Zuckerman publicó «Sociedad sin Dios: Lo que las Naciones menos religiosas pueden decirnos acerca de contentamiento». Zuckerman aportó evidencia de que las sociedades menos religiosas también tienden a ser más pacíficas, prósperas y equitativas, con políticas públicas que ayuden a las personas a florecer mientras que disminuye tanto la desesperación y la glotonería económica.
Razón 1. La religión promueve el tribalismo.
Infiel, pagano, herético. La religión divide a sus adeptos del resto de humanos. En lugar de asumir las buenas intenciones, a los adherentes a menudo se les enseña a tratar a los externos con desconfianza. «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos», dice la Biblia cristiana. «Ellos desean que no creéis y entonces serías igual a los que no creen; por lo tanto, no te hagas amigos de ellos», dice el Corán (Sura 4:91).
En el mejor de los casos, enseñanzas como éstas desalientan o incluso prohíben la amistad y los matrimonios mixtos que ayudarían a los clanes y tribus a hacerse parte de un todo más grande. En el peor de los casos, los extranjeros son vistos como enemigos de Dios y de la bondad, potenciales agentes de Satanás, que carecen de moral y no son dignos de confianza. Los creyentes podrían agruparse, anticipando el martirio. Cuando hay tensiones, las sociedades se fracturan a lo largo de la falla sectaria religiosa o viceversa. De hecho, la evidencia apoya la idea de que la religión se nutre de la angustia existencial. Aún si este es el caso, hay buenas razones para sospechar que la conexión entre la religión y el mal funcionamiento de las sociedades va en ambos sentidos. Esta es una de las seis formas que las religiones hacen más difícil lograr la prosperidad pacífica.
Razón 2. La religión ancla a los creyentes a la Edad del Hierro.
Concubinas, encantamientos mágicos, pueblo elegido, lapidaciones… La Edad de Hierro fue una época de superstición rampante, ignorancia, desigualdad, racismo, misoginia y violencia. La esclavitud tenía sanción de Dios. Las mujeres y los niños eran literalmente posesiones de los hombres. Los señores de la guerra practicaban la guerra de tierra arrasada. La gente desesperada sacrificaban animales, productos agrícolas, y a los soldados enemigos como holocaustos destinados a apaciguar a los dioses.
Los textos sagrados como la Biblia, la Torá y el Corán preservan y protegen los fragmentos de la cultura la Edad de Hierro, poniendo el nombre de un dios como respaldo de algunos de los peores impulsos humanos. Cualquier creyente que buscan excusar su propio temperamento, su sentido de superioridad, belicismo, intolerancia, o la destrucción planetaria puede encontrar validación en los escritos que pretenden ser obra de su dios.
Hoy en día, la conciencia moral de la humanidad está evolucionando, basada en una comprensión cada vez más profunda y más amplia de la Regla de Oro. Pero muchos creyentes conservadores no pueden avanzar. Ellos están anclados a la Edad del Hierro. Esto los ha enfrentado a cambio de una batalla sin fin que consume energía pública y retrasa solución creativas a los problemas.
Razón 3. La religión hace de la fe una virtud.
Confiar y obedecer que no hay otra manera de ser feliz en Jesús. Así cantan los niños en las escuelas dominicales en todo Estados Unidos. El Señor trabaja de maneras misteriosas, dicen los pastores a los creyentes que han sido sacudidos por horrores como el cáncer de cerebro o un tsunami. La fe es una virtud.
Como la ciencia avanza en terreno una vez en poder de la religión, las creencias religiosas tradicionales requieren cada vez de mayores defensas mentales contra la información amenazante. Para mantenerse fuerte, la religión capacita a los creyentes a practicar el autoengaño, excluyendo las pruebas incómodas, y enseña a apoyarse en autoridades de confianza en lugar de su propia capacidad de pensar. Este enfoque se filtra en otras partes de la vida. El gobierno, en particular, se convierte en el lugar de lucha entre ideologías, más que uno para averiguar soluciones prácticas, basadas en la evidencia que promueven el bienestar social.
Razón 4. La religión desvía los impulsos generosos y las buenas intenciones.
¿Te sientes triste por Haití? Dona a nuestra mega-iglesia. La religión redirige rutinariamente la generosidad a fin de perpetuar la religión misma. Se alienta a las personas generosas para dar hasta que duela, más para promover la iglesia en sí, que el bienestar general. Cada año, miles de misioneros se lanzan a la ardua labor de salvar almas en vez de salvar vidas o salvar nuestro sistema de soporte de vida planetaria. Su trabajo, libre de impuestos, engulle capital financiero y humano.
Además de la explotación de la energía moral positiva como la bondad o generosidad, la religión a menudo redirige las emociones de repugnancia moral e indignación, adjuntando estas emociones a las normas religiosas arbitrarias en lugar de solucionar verdaderos daños. Judíos ortodoxos gastan dinero en pelucas para las mujeres y dobles lavavajillas*. Padres evangélicos, obligados a elegir entre la justicia y el amor, patear a los adolescentes homosexuales a la calle. Los obispos católicos imponen reglas injustas en las salas de operaciones.
*N. del T: Los judíos ortodoxos exigen a las mujeres salir con el cabello cubierto. Una solución «fashion» encontrada fue la de poner pelucas a las mujeres judías. Por otra parte, las normas kosher, que indican lo que es permitido comer en el judaísmo, exigen tener por separado los cubiertos con los que se maneja las carnes y los lácteos. Los lavavajillas dobles permiten poner por separado los cubiertos que se usan para cada tipo de alimento.
Razón 5. La religión enseña impotencia.
¡Que sea lo que dios quiera! ¡Dios sabe como hace sus cosas! Hemos escuchado estas frases, pero a veces no reconocemos la profunda relación entre la religiosidad y la resignación.
En las sectas más conservadores del judaísmo, el cristianismo y el Islam, las mujeres son vistas como más virtuosa si dejan a Dios manejar su planificación familiar. La sequía, la pobreza y el cáncer quedan atribuidas a la voluntad de Dios en lugar de malas decisiones o los malos sistemas; Los creyentes esperan a Dios para resolver los problemas que pudieran resolver por sí mismos.
Esta actitud perjudica a la sociedad en general, así como individuos. Cuando las religiones más grandes de hoy llegaron a existir, la gente común tenían poco poder para cambiar las estructuras sociales, ya sea a través de la innovación tecnológica o la promoción. Vivir bien y hacer el bien en gran parte eran asuntos personales. Cuando esta mentalidad persiste, religión inspira piedad personal sin responsabilidad social. Los problemas estructurales se pueden ignorar, siempre y cuando el creyente es amable con los amigos y la familia y generoso a la comunidad tribal de los creyentes.
Razón 6. Las religiones buscan el poder.
Las religiones piensan con personalidad corporativa. Las religiones son instituciones hechas por el hombre, al igual que instituciones con fines de lucro. Y como cualquier corporación, para sobrevivir y crecer una religión debe encontrar una manera de construir poder y la riqueza y competir por una cuota de mercado. El hinduismo, el budismo, el cristianismo, cualquier gran institución religiosa duradera es tan experta en esto como lo es Coca-cola o Chevron. Y al igual que como las instituciones con fines de lucro gigantes, están dispuestas a ejercer su poder y riqueza en el servicio de la autoperpetuación, incluso si esto perjudica a la sociedad en general.
De hecho, sin el conocimiento de los practicantes religiosos, el perjudicar a la sociedad puede ser en realidad parte de la estrategia de supervivencia de la religión. En palabras del sociólogo Phil Zuckerman y del investigador Gregory Paul, «Ni una sola democracia avanzada que goce de condiciones socio-económicas benignas y progresistas conserva un alto nivel de religiosidad popular.» Cuando la gente se siente próspera y segura la retención de la religión se debilita.