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El atentado contra Donald Trump generó una gran ola de discursos y retóricas tanto a nivel nacional como internacional.
El atentado contra Donald Trump generó una gran ola de discursos y retóricas tanto a nivel nacional como internacional. De particular interés fue la connotación religiosa que sus seguidores y políticos republicanos le dieron al acontecimiento. La representante de la Cámara Baja y una fuerte voz de la extrema derecha, Marjorie Taylor Greene, afirmó en una entrevista que durante el atentado la bandera de Estados Unidos hizo la forma de un ángel, atribuyendo la intervención divina para salvar a Trump. Igualmente, comunicadores trumpistasargumentaron que se trató de un milagro para explicar que el candidato haya sobrevivido.
Tales comentarios sonarán absurdos, en efecto, pero detrás de ellos se encuentra la profunda penetración que históricamente ha tenido el cristianismo en la política estadounidense. Los inicios de diversas colonias corrían paralelos con el establecimiento de comunidades religiosas como los puritanos, católicos, anglicanos y cuáqueros, por mencionar algunas. Con el tiempo fueron surgiendo otros grupos, ya sea desprendiéndose para formar su propia comunidad a partir de nuevas interpretaciones sobre el rol de Dios y la nación. Tal convivencia entre diferentes religiones estuvo lejos de ser armoniosa, aunque existía la libertad religiosa y no había una sola que estuviera atada al Estado. Los padres fundadores no eran muy devotos. Ellos creían en la importancia de la secularización.
Fue a comienzos del siglo diecinueve cuando se inventó la idea, todavía presente, que Estados Unidos se fundó como una nación cristiana. Hasta 1850 surgieron narrativas que fabricaron un pasado religioso para Estados Unidos. Estos esfuerzos obedecían a varias necesidades, entre las cuales destacaban el rechazo a la secularización, atacar el ateísmo, promover sus propios intereses y el crecimiento de las comunidades religiosas. Pertenecer a una iglesia cristiana era una cuestión de estatus y moralidad que garantizaban el buen trato con las personas, elementos importantes para hacer negocios.
Dentro de estos movimientos protestantes uno que ganó terreno fue el cristianismo evangélico, el cual cree en la verdad literal de la Biblia y en su infalibilidad. A lo largo del siglo veinte, dicho grupo comenzó a vincularse con el Partido Republicano en la medida en que crecía su disgusto contra el Partido Demócrata. Las políticas y discursos a favor de los derechos civiles, el feminismo y la comunidad LGBTQ+, así como el crecimiento del catolicismo en las filas de los demócratas, influyeron para que los evangelistas buscaran promover su agenda con el Partido Republicano, el cual a su vez vieron en el movimiento una fuerte base de apoyo. Esto no implica que los republicanos sean evangelistas. En su interior hay gente de varias religiones, sin embargo, sí han encontrado en el evangelicalismo una herramienta que les otorga apelar a una legitimidad religiosa y a una relación especial de Estados Unidos con Dios. Uno se pregunta en dónde queda la secularización.