El catolicismo se construyó gracias a una variante de cristianismo primitivo más la adaptación de credos paganos en un curioso sincretismo, que vemos hoy reflejado en muchos ritos, fiestas (como la navidad), y los lugares de culto.
En 1854, durante el pontificado de Pío XI conocido también por su dura oposición al racionalismo, al socialismo y consideraba que los matrimonios celebrados por una autoridad civil, estableció que María, la madre de Jesús nació sin el "pecado original"
"…Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado y que ha caído de la unidad de la Iglesia y que si además osaren manifestar de palabra o por escrito o de otra cualquiera manera externa lo que sintieren en su corazón, por lo mismo quedan sujetos a las penas establecidas por el derecho"
"Dios se encarnó como hombre, Jesús, para que pudiera ser torturado y ejecutado como expiación del pecado heredado de Adán. A partir de que san Pablo expusiera su repelente doctrina, Jesús ha sido adorado como el redentor de nuestros pecados. […] He descrito la expiación, la doctrina central del cristianismo, como cruel, sadomasoquista y repelente. También podríamos desestimarla por ser una locura. […] Si Dios quería perdonar nuestros pecados, por qué no perdonarlos simplemente, sin tener que ser torturado y ejecutado en pago. […]
¿A quién trataba Dios de impresionar? Probablemente, a sí mismo –juez y jurado, así como víctima de la ejecución—. Para coronarlo todo, Adán, el supuesto perpetrador del pecado original, nunca existió; un hecho embarazoso, excusablemente desconocido para san Pablo, pero tal vez conocido para un Dios omnisciente. […] Oh, pero, por supuesto, la historia de Adán y Eva siempre ha sido simbólica, ¿no? ¿Simbólica? Así que, para impresionarse a sí mismo, ¿hizo Jesús que lo torturaran y ejecutaran, como chivo expiatorio, por un pecado simbólico, cometido por un individuo inexistente? Como ya he dicho, una locura […]"