El teólogo José María Castillo critica la falta de “derechos” en la Jerarquía católica
El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, fue absuelto de un presunto delito de coacciones e injurias contra otro sacerdote, al que supuestamente había intimidado con el objetivo de impedir la publicación de un libro sobre la catedral de Granada. José María Castillo, granadino, teólogo de la liberación y ex jesuita, ha criticado el desarrollo de este acontecimiento. Pero no por el fallo judicial en sí, sino porque los hechos ocurridos en Granada describen a una Iglesia que a su juicio “se ha organizado como una monarquía absoluta”, en la que “nadie tiene derecho alguno”. A pesar del fallo judicial, Martínez recupera el caso del arzobispo Martínez, que según él, puede coaccionar a otro sacerdote basándose en la “ley de la sumisión”.
“Puedo y debo decir que en la archidiócesis de Granada se está viviendo una situación escandalosa”. Así se ha manifestado Castillo en el portal Atrio, sosteniendo que actitudes como la del arzobispo de Granada están “erosionando, más de lo que ya está, la imagen y la credibilidad de nuestra Iglesia”.
“Como una monarquía absoluta”
El caso granadino es sólo “la punta del iceberg que indica un mal de fondo”. Y ese “mal de fondo” es que la Iglesia “se ha organizado como una monarquía absoluta”. El Papa es la “autoridad universal” y los obispos, las “autoridades locales”, y a ellos están sometidos el resto de componentes de la Iglesia. Y lo están porque en la Iglesia “nadie tiene derecho alguno, en el sentido propio de lo que hoy se entiende como tener un derecho”.
“Ley de sumisión”
Castillo recuerda que en la Iglesia no hay “cauces de participación a la hora de nombrar o destituir a un obispo en una diócesis o a un párroco en una parroquia”. Y al funcionar por tanto esa “ley de sumisión”, esta ley tiene “como consecuencia la ley del miedo, del que sigue el silencio”. Un silencio que según este teólogo se ha producido alrededor del caso del arzobispo de Granada.
“Se entiende”
Con semejante escenario en la Iglesia universal, “se entiende perfectamente lo que está pasando en Granada”. “Se entiende”, continúa Castillo, “que a nuestra ciudad, sin consultar con el clero y los fieles, destinaran a un obispo que había tenido serios problemas en Córdoba, cosa que es pública y notoria”. Y también se entienden otras cuestiones, como que al sacerdote que acusó ante los tribunales al arzobispo sólo le quedase la opción jurídica apelando a un tribunal civil.
Sin respuesta del Nuncio
Pero por encima de todo “se entiende también que a estas alturas y con todo lo ocurrido el Nuncio ni haya respondido” ni haya cesado a Martínez, pese a las peticiones e 132 sacerdotes. Y por esto mismo “también se entiende que los cristianos de Granada se mantienen aún más pasivos y callados que el clero”. Pero aún así, en la procesión del Corpus se echarán a la calle cantando “el amor de los amores”, por lo que “el escándalo resultará tan solemne como ridículo”, concluye Castillo.