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«La Iglesia no hace sacerdotes a las mujeres porque Cristo no lo hizo»

Las celebraciones de San Juan de Ávila, patrón de los curas, en el Seminario de San José tuvieron como protagonista al secretario de la Congregación para el Clero de la Santa Sede. Celso Morga (Huércanos, La Rioja, 1948) es licenciado en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra y de esta disciplina dio clases en Córdoba (Argentina) entre 1980 y 1984. Tres años después, fue llamado a la Congregación para el Clero, donde aún sigue.

La Congregación para el Clero es una especie de ministerio vaticano que se ocupa de las inquietudes de los sacerdotes de todo el mundo. Al frente está el español Celso Morga, que ayer dio en Burgos una charla con motivo de la celebración de San Juan de Ávila, patrono del clero secular.

¿Cuáles son los principales problemas que le plantean los sacerdotes?
Pues muy variados. Desde que a uno le cambien de parroquia y él no lo desee por cualquier circunstancia personal y escriba contándolo a la Congregación y al Santo Padre hasta los que piden dejar el ministerio. También nos ocupamos de la formación en los seminarios.

¿Los españoles llaman mucho a  su puerta?
No es de los países que más problemas crean. En España hay mucha tradición de seminarios y se forma muy bien a los sacerdotes.

Imagino que le gustaría ver  los seminarios algo más llenos…
Sí, ciertamente, pero las últimas noticias son positivas: ha habido un 2% más seminaristas que el año pasado, que, en números absolutos, son 50 más. Y no solo en España va en aumento sino que en Gran Bretaña desde el 2008 están en un incremento constante y acabamos de tener la visita de los obispos de Estados Unidos que nos han comunicado el crecimiento de vocaciones en casi todas las diócesis. Son las partes del mundo, Europa y Estados Unidos, donde hemos sufrido, mayormente, las crisis de vocaciones porque en otros puntos hay abundancia…

¿Cree, pues, que se está dando la vuelta a la situación?
Son los primeros signos de que parece que algo está cambiando.

¿Podría tener algo que ver con la crisis de valores, además de económica, que se está viviendo en este lado del mundo?
Puede ser, puede ser que la crisis de valores influya. En el caso de España se ha atribuido a la Jornada Mundial de la Juventud y en Estados Unidos es claro que esa crisis de valores está influyendo. En todo caso, hay mucho trabajo de la Pastoral Sacerdotal y mucha oración: en muchas diócesis han empezado con la adoración perpetua por esta intención y hay mucha oración de fieles laicos, hombres y mujeres que se empeñan en mantener la adoración perpetua por la intención de las vocaciones. Si tenemos fe, eso está influyendo. Desde la Congregación insistimos en que en cada diócesis haya una capilla o un lugar de culto donde se tenga esta adoración perpetua por las vocaciones.

¿Cree que los muchachos no se lo pensarían tanto si pudieran compaginar el sacerdocio con una vida familiar como ocurre en otras religiones?
El planteamiento, al principio, parece que es la solución de los problemas pero también tengo que decirle que todas las iglesias reformadas que vienen de Lutero desde el principio aceptaron pastores casados y están en una crisis muchísimo mayor que la nuestra. También sabemos que las iglesias ortodoxas aceptan sacerdotes casados y tampoco es que estén boyantes en cuanto vocaciones. El problema está en si hay fe o no. Si la hay tienes vocación si no, no. Ahí está la madre del cordero.

En España son muchas las comunidades católicas que se sostienen por las actividades que realizan las mujeres, son éstas las que llenan las parroquias y las que se comprometen y participan. ¿Por qué aún se les  veta el acceso al sacerdocio cuando son una parte tan fundamental de la Iglesia católica?
Y eso es así desde el principio, desde los tiempos de la Resurrección: las mujeres han tenido, tienen y tendrán un papel fundamental en la Iglesia. No tenemos que ver el sacerdocio como poder y decir que ‘no me dejan porque no puedo mandar’, esto es una equivocación muy grande. El sacerdocio es un servicio y no un poder. El tema se ha estudiado a nivel teológico, sobre todo en tiempos de Juan Pablo II y Benedicto XVI, porque para la Iglesia, como madre, sería muy fácil decir que lo acepta porque no tiene prejuicios. Pero está el problema de la voluntad de Cristo, del querer de Cristo: si él no lo hizo la Iglesia no se atreve a hacerlo. ¿Por qué  no lo hizo? Unos dirán que porque era propio de sus tiempos pero Cristo es la plenitud de los tiempos, no actúa por prejuicios y demostró que no tenía ninguno contra las mujeres, que fueron las primeras en recibir testimonio de la Resurrección. Hay que buscar caminos nuevos de participación que no sean el sacerdocio.

En el amplio auditorio que le ha estado escuchando no había ni una mujer y esto no representa a la sociedad… Así la Iglesia no tiene la representación de la calle…
Bueno, pero si vas a una misa un domingo hay más mujeres. Aquí han venido los sacerdotes. Pero el problema está ahí igual que  otros asuntos como, por ejemplo, el dar la comunión a los divorciados, que hay esa presión tan tremenda para que se haga. La Iglesia se encuentra con que el matrimonio es indisoluble y cuando hay una ruptura y una convivencia que no es regular no se puede dar la comunión. Hay límites que la misma Iglesia no se puede saltar.

Igual esta actitud les está quitando fans…
Por supuesto que es un problema pastoral de primer orden pero hay cosas que la Iglesia no puede hacer.

Celso Morga secretario Congregación para el Clero

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