En siete años se ordenaron unos90 diáconos enlas once diócesis, que tienen 2.784 parroquias sin cura propio
Con la mirada puesta en el Día del Seminario, que se celebrará el próximo 19 de marzo, los sacerdotes de Castilla y León muestran su «preocupación» por la crisis vocacional, un fenómeno que no es exclusivo de las once diócesis de aquí, pero que sumado al envejecimiento de los presbíteros, ha repercutido directamente en la comunidad sacerdotal de la región, que se ha reducido un 23,9 por ciento en los últimos siete años, según datos oficiales de la Conferencia Episcopal Española (CEE). De acuerdo con la última estadística del máximo órgano eclesial (con datos de 2010), en Castilla y León hay 2.686 sacerdotes para atender a 5.470 parroquias, lo que deja a 2.784 sin cura propio. Una situación que se agrava aún más si se tiene en cuenta que en Diócesis como la de León, de los 310 presbíteros que están este año bajo la autoridad del obispo Julián López (24 menos que en 2010), sólo 189 figuran como sacerdotes en activo, y la media de edad está en los 65 años. «Esto es, sin duda, lo más preocupante», señala José Sánchez, rector del Seminario Conciliar San Froilán de León.
Desde el curso 2005-2006, este centro no cuenta con más de diez seminaristas —durante el año pasado fueron seis—, y en los últimos siete años sólo se han ordenado en la Diócesis leonesa siete sacerdotes, uno por año excepto en 2009, que fueron dos. «Asumimos que es una realidad pobre, que hay una escasez y nos gustaría que las cifras fuesen más elevadas», admite el rector. No obstante, añade, «seguimos trabajando con el mismo tesón e ilusión, creemos en el sacerdocio y en la pastoral vocacional, y confiamos en Dios porque esto es cosa suya más que de nadie».
En su última reflexión, desde la Conferencia Episcopal se asegura que «la crisis vocacional de este tiempo aparece como una crisis de pasión, una mengua de la vitalidad y el entusiasmo». ¿Cómo volver a despertar el entusiasmo entre los jóvenes?. «Los obispos nos invitan a cambiar de mentalidad», dice el rector del Conciliar de León, provincia que, al igual que Burgos, cuenta además con un Seminario Redemptoris Mater, vinculado al camino neocatecumenal. «Lo primero que tenemos que tener claro es que las vocaciones no surgen por generación espontánea. Detrás de cada vocación hay una historia. Quizá contemplando esas historias podamos encontrar la clave para hacer pastoral vocacional». No obstante, José Sánchez ve otro elemento fundamental: «Lo primero es formar a los cristianos. Quizá hoy queremos tener vocaciones y nos faltan cristianos o cristianos con una fe madura».
Esperanza tras la JMJ
Con 10 y 17 alumnos el pasado curso, respectivamente, los seminario Mayor de Burgos y el de Valladolid son los que tienen actualmente mayor número de seminaristas, si bien en el caso burgalés, lejos quedan de los 17 que estudiaban en el curso 2007-2008. Este descenso también se refleja en el Seminario Menor, con 14 pupilos el pasado curso en Valladolid —menos de la mitad que en 2006-2007— y 15 en Burgos, casi un tercio de los que estudiaban en 2005. No obstante, ambas diócesis, junto a la zamorana y salmantina, han sido las que más ordenaciones han tenido en los últimos siete años: 13 en la burgalesa, que en 2010 contaba con 453 sacerdotes; 18 en la salmantina (216 y 14, respectivamente), en Zamora y Valladolid (187 y 275 sacerdotes).
En total, desde 2005 se han ordenado en Castilla y León alrededor de 90 sacerdotes, entre diocesanos y pertenecientes a otras órdenes religiosas. Pese a una «cierta» preocupación, el rector del Seminario Mayor vallisoletano, Aurelio García, ve el futuro con «esperanza». Un optimismo que defiende con argumentos: seis meses después de la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) ha visto un aumento de candidatos al Seminario: «Se están acercando muchos jóvenes ilusionados, así que el año que viene seguro que seremos más». Para el padre Aurelio, «despertar» vocaciones no es cuestión de «marketing humano», ya que es una tarea en la que es fundamental el «testimonio» de los sacerdotes. «La escasez de vocaciones es fruto de una crisis de fe que afecta a todo el mundo», añade el rector vallisoletano, cuya diócesis perdió 566 sacerdotes en los últimos siete años. Según el rector del Seminario Conciliar San Froilán de León, el «fruto» de la JMJ se empezará a descubrir a partir de ahora. No obstante, matiza, «si pensábamos que iba a ser una solución a la crisis vocacional, no es así, aunque esa experiencia habrá ayudado a muchos jóvenes a vivir en cristiandad y pensar «qué quiere Dios de mí».
Aunque en el último decenio los seminarios menores no han perdido muchos estudiantes, esto no se ha visto reflejado en el número de vocaciones. Muchos padres del medio rural escogen esta opción para sus hijos por tener internado, pero pocos son los que dan el paso al Seminario Mayor, con 60 seminaristas en 2011 (29 menos que hace siete años). San Atilano, en Zamora, contaba con 47 alumnos el curso pasado, mientras que sólo había dos en el Seminario Diocesano. Una tendencia que también se reflejaba en las diócesis de Astorga (con 45 en el Menor y cinco en el Mayor –la mitad que en 2005-); Osma-Soria (con 24 y uno, respectivamente), o Ciudad Rodrigo (con 22 y 2). Precisamente las comunidades sacerdotales de estas dos últimas diócesis son las que menos diáconos han sumado en estos últimos siete años, un sacerdote cada una – en Osma-Soria ninguno desde 2006, confirma el padre Rubén, último en ordenarse—. Asimismo, seis han sido los que se han sumado a Astorga; seis a Segovia y cuatro a Ávila, con siete y cuatro seminaristas cada una en el Mayor; y cinco a Palencia, bajo cuyo techo del Seminario Mayor estudian cuatro jóvenes.
«Es evidente que existe una cierta preocupación, pero no es un fenómeno aislado, sino que afecta a diócesis más allá de Castilla y León», considera el rector de los seminarios palentinos. Además, para Raúl Muelas, hay que analizar el problema con perspectiva «histórica», porque «la Diócesis de Palencia ha vivido épocas con más crisis que ahora y otras con mayor prosperidad». Para este sacerdote no existe la receta «mágica», aunque coincide con sus dos compañeros en el camino: «Predicar el Evangelio con pureza e impulsar la vida espiritual en la comunidad cristiana».
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