Hoy mismo, viernes día 23 de abril, se estrena en cines la nueva película del director Emilio Ruiz Barrachina (El discípulo. Jesús, la historia no revelada) que fue presentada en el Festival de Cine de Málaga y en la XVI edición de la Mostra de Cine Latinoamericano en Lleida el pasado 11 de abril.
La película, que ya ha suscitado polémicas incluso antes de su estreno, trata, por primera vez en la historia del cine español, el controvertido tema de la vida de Jesús desde la perspectiva de los conocimientos históricos y científicos que se tienen a día de hoy de esta trascendente figura histórica; conocimientos avalados por quince años de investigación del propio director y por la revisión del guión de la película por parte de reconocidos expertos en Historia antigua y Estudios bíblicos.
En la misma proyección de la película en La Mostra se alzaron algunas voces calificando al director como un "anticristo", y la Conferencia Episcopal ya ha hecho público un comunicado de repulsa. La polémica está servida, no cabe duda, desde el momento en que, desde el plano de la objetividad intelectual, alguien pretende indagar en unos hechos de un pasado remoto que han marcado el transcurso de la historia de Occidente, que se han transmitido (e impuesto) desde la irracionalidad y la creencia dogmática, y que sustentan la espiritualidad de una parte importante de la humanidad.
Sin embargo, mientras algunos delegan el sentido de su vida en dogmatismos irracionales sin cuestionarse siquiera su veracidad, otros buscan el significado real de las cosas en las verdades profundas que hay detrás de lo aparente. Y ambas posturas son igualmente respetables y dignas de ser expresadas. Lo curioso es que, en pleno siglo XXI, haya alguien que se escandalice por que se muestre una versión de los hechos basada en la realidad histórica y en el librepensamiento, cuando lo verdaderamente escandaloso es que se sigan concibiendo como ciertos absurdos dogmatismos y supersticiones varias.
Decía Aristóteles que la capacidad más elevada del hombre es la contemplación de la verdad, y decía que la verdad es sólo una: la realidad. Por más que a veces podemos considerar la existencia de tantas realidades como interpretaciones sobre ella, no hay duda de que existe un sustrato de verdad inalterable que permanece mientras caducan las diferentes versiones subjetivas de los hechos. Y es a esa verdad a la que Barrachina, siempre con un gran respeto y una evidente honradez intelectual, pretende acercarse con este trabajo.
Es ésta una de las premisas básicas que han hecho avanzar a la humanidad, es la base de la ciencia, de la cultura, del arte y del conocimiento. La búsqueda de la verdad es uno de los grandes motores que mueven el progreso del ser humano y de las sociedades, y marcan el avance desde la barbarie de tiempos pasados hacia la racionalidad y la solidaridad que sustentan, a día de hoy, los mejores valores con que cuenta la humanidad en su haber.
Quizás se trate, en definitiva, de la eterna disputa secular entre fe y razón; entre la razón que comporta la verdad contrastada, y la inconsciencia que proviene de las llamadas "verdades reveladas" o dogmas religiosos que, a modo de burdas supersticiones, se imponen como "la verdad absoluta, incuestionable e inquebrantable" en el inconsciente colectivo, legitimando en ese camino el fanatismo y la violencia, y sometiendo el pensamiento libre y la libertad humana frente a la represión, la irracionalidad y la superstición.
Y el respeto a la diversidad, el pluralismo y la tolerancia son los presupuestos fundamentales para la construcción de una verdadera cultura de la democracia y de un mundo en paz, en el que nadie imponga a nadie sus creencias, ni considere despóticamente su verdad como la única verdad válida.
Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica