Presentado en San Sebastián “Cartas de José Arregi, para creyentes del siglo XXI”
José Arregi (Azpeitia, 1952) presentó ayer en Donostia 'Cartas de José Arregi, para creyentes del siglo XXI'. El teólogo dice que se siente "en paz" y "más libre" tras unos meses en los que ha sido protagonista de una "vorágine mediática". Ahora sólo desea "acompañar a buscadores". Lo entrevista Cristina Tapia en Noticias de Guipúzcoa.
¿Cómo vive esta nueva etapa?
Quiero salir de esta vorágine mediática que me ha rodeado estos últimos meses y dedicarme a lo que he hecho desde hace 25 años: buscar nuevas categorías, palabras y planteamientos para la espiritualidad. Me encuentro bien, en paz y quiero seguir trabajando en paz.
De lo que se ha dicho estos meses, ¿qué es lo que más le ha molestado?
He estado preocupado por las cosas que se han dicho de los franciscanos y de sus responsables. Quiero dejar claro que han hecho todo posible y que sigo manteniendo muy buena relación con ellos. Me han ayudado a salir en las mejores condiciones. Por otro lado, creo que se han exagerado algunas cuestiones a raíz de cosas que dije entorno al tema de las órdenes de destierro. Eran sugerencias, propuestas… Además, me han llamado de una parte y de otra y me ha costado discernir dónde tenía que decir sí o no. Me he visto un poco desbordado y ha podido dar la impresión de que a toda costa estaba buscando protagonismo mediático. Pero bueno, todo esto me parece lo mínimo que podía pasar en una situación así. Ya está llegando a una situación de normalidad y me alegro.
¿Ha llegado también a una situación de normalidad con Munilla?
No he tenido más relación con él desde nuestro último encuentro, el 27 de abril. Ha habido unos desmentidos por parte del Obispado… Prefiero dejarlo como está. Respondo de todo lo que he dicho. De ningún modo, quiero centrarme en polémicas con nadie. Quiero seguir dedicándome a trabajar en lo que pueda, escribiendo cosas sencillas y acompañando y dejándome acompañar por peregrinos y buscadores.
Da la sensación de que es ahora más libre que nunca…
No niego que me siento más libre puesto que yo soy el único responsable de lo que digo, lo cual, en parte, me hace sentirme también un poco más inseguro porque me siento menos arropado y más desvalido. Uno sigue teniendo un cierto grado de autocensura pero al mismo tiempo es verdad que ahora no siento tantos reparos como hace unos meses.
Sin embargo, sus charlas están llenas de gente que quiere escucharle…
Agradezco mucho y me da ánimos para seguir mi camino. Pero también me miedo que la gente tenga demasiadas expectativas. Y más miedo me daría que me convirtiera en abanderado de no sé qué causa. No soy líder ni quiero liderar ningún movimiento. Por oficio y por vocación, la vida me ha puesto en una situación de sentir la necesidad de decir la fe en categorías de un nuevo paradigma y de releer los antiguos textos, dogmas y escrituras para los hombres y las mujeres de hoy. Eso me apasiona sin ser bandera de ninguna causa. Lo tengo muy claro. En ese sentido, las expectativas que la gente pueda tener conmigo me dan cierto miedo, más bien me molestan.
Tal vez haya necesidad de escuchar palabras como las suyas…
Comparto esa sensación. Hay una especie de enorme ola de búsqueda y eso es indicio de una época y de una nueva espiritualidad que mucha gente ansía. Sería mi gran objetivo que poder prestar un pequeñísimo servicio a toda esta gente.
¿Qué le parece la visita del Papa a Santiago y Barcelona?
Más que el viaje o su coste económico, para mí la clave es la figura del Papa. Considero que para su perjuicio, su figura está desencajada desde hace mil años. Que sea un jefe de Estado resulta totalmente anacrónico, no tiene ningún sentido. Que en su persona haya monopolizado la verdad, el bien, que se haya declarado infalible y que haya centrado en su persona todo el poder es un esquema medieval que resulta insostenible. Que un Obispo de Roma viaje a Santiago o a Barcelona está muy bien pero lo que eso significa desde el punto de vista político… Todo ese montaje entorno a su figura está muy superado. Es de otros tiempos.
¿Y qué le han parecido sus palabras?
No he tenido tiempo de repasarlas pero por los ecos de la prensa me parece que hablar de laicismo, aborto, matrimonio natural o matrimonio homosexual… Creo que no son esos los mensajes que necesita la sociedad, sea creyente o no. Sus palabras han respondido más a esa figura construida a lo largo de los siglos. Hoy por hoy no es lo que podría esperarse de un testigo del Evangelio. La sociedad es compleja y busca nuevas formas de espiritualidad.
¿Cuáles son los mensajes que necesitaría la sociedad hoy?
El gran mensaje que necesitamos todos es que podemos soñar con otro modelo de vida en el planeta y que debemos colaborar, también a nivel espiritual, para hacerlo realidad. Ese sueño tiene una vertiente más de interioridad y de búsqueda de armonía y tiene también una dimensión clarísima de compromiso de transformación de estructuras. Ése es el tipo de mensaje que un testigo del Evangelio debería predicar a todas horas y en todas partes. Todas las demás causas: laicismo, relativismo, verdad, divorcio, matrimonio, los homosexuales… Esos no son los problemas y estamos derrochando tiempo y energía en debates absolutamente estériles, inoperantes e incluso contraproducentes. El mensaje que ha traído el Papa no habrá ganado ningún nuevo creyente, a los que estaban lejos les ha alejado un poco más y a los que eran indiferentes les ha hecho más indiferentes.