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La escuela de la espada y el rezo

Apoderándose de la ciudad, dieron al anatema todo cuanto en ella había, y al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y viejos, bueyes, ovejas y asnos” (Josué, 6:21). “Matad de los niños a todo varón, y de las mujeres a cuantas han conocido lecho de varón” (Números, 31:17). 
“No penséis que he venido a poner paz en la tierra; no vine a poner paz, sino espada” (Mateo, 10:34). “¡Cuántos pueblos -más fuertes que tu pueblo, Mahoma, que te ha expulsado- hemos aniquilado! No tuvieron defensor” (Corán, 47:14). Todas las citas anteriores sacadas del Antiguo y Nuevo Testamento y del Corán, habrá muchas otras, por supuesto, rezuman violencia por todas sus palabras y letras. Cierto es que los llamados Libros Sagrados fueron escritos en un contexto social y político en el que la violencia formaba parte de la cotidianidad. Pero, eso sí, no debemos caer en el error de interpretar los hechos no como fenómeno histórico (incluso los hechos que aparecen en los Libros Sagrados), sino como suceso inmediato, “imputando las responsabilidades históricas como si fueran políticas y sacadas del horno ayer mismo”. Por tanto, no sería ocioso ser o estar versado en hermeneútica, es decir, en el arte de interpretar los Libros Sagrados, para trasladar, con cierta propiedad, los sucesos de aquel contexto a este otro en el que tiene lugar nuestra existencia.
Con todo ello quiero llegar a la controversia actual de implantar la asignatura de Religión (como doctrina o dogma) en el ámbito escolar. No necesitamos escuelas para formar creyentes -nos apunta Savater-, las necesitamos para formar seres pensantes, autónomos y críticos. ¿Acaso esos clérigos que imparten doctrina religiosa, cualquiera que sea, estarán tan versados en hermeneútica que pondrán sobre aviso a sus alumnos haciéndoles ver que ciertos hechos que se pueden leer en esos Libros Sagrados son, desde el punto de vista ético, inasumibles? ¿Acaso los clérigos musulmanes ‘desactivarán’ los hadices y los versículos del Corán en los que se trata a la mujer como piltrafa y se la humilla y se la discrimina claramente? ¿Acaso los clérigos judíos alertarán a sus discípulos como inasumibles éticamente los versículos del Antiguo Testamento en los que la violencia e incluso la violación campan por sus páginas? ¿Acaso los clérigos musulmanes van a enseñar a sus alumnos  que sean tolerantes con los apóstatas y a no matarlos tal y como exige el Corán? ¿Acaso los clérigos cristianos van a advertir a sus discípulos de que Jesús gusta de “semejantes figuras (la de la espada) para imprimir mejor las ideas en la mente de sus oyentes”? ¿Acaso…?
Indudablemente debe ser respetado el derecho de cada uno a profesar las creencias que mejor le convengan, pero el Estado laico en modo alguno debe velar por la formación catequística de sus ciudadanos. Si ello ocurriera en la escuela, debería ser terminantemente fuera del horario escolar y que cada comunidad pagara a sus clérigos, en modo alguno el Estado debe correr con los gastos de la enseñanza de las distintas religiones en la escuela pública. En la escuela se ha de enseñar lo “verificable” y lo civilmente “válido para todos”. Lo que es “inverificable” ha de salir del currículo del alumno. Lo llamado inverificable pertenece a la doctrina de cada Religión.
Llegados a este punto habría que recordar a este respecto, una vez más, que el CPR de Ceuta no está para albergar un seminario de religión islámica, (ni de ninguna), en colaboración con la Dirección Provincial del Ministerio de Educación, como ocurrió en el mes de abril, impartido por un personaje polémico como es Riay Tatary. La Asesora de Atención a la Diversidad debería ser más cuidadosa a la hora de programar cursos que se refieran a la diversidad. Sería instructivo que la Asesora leyera la llamada “Carta islámica de los derechos del hombre”. Para empezar a abrir boca sólo expondré que la citada “Carta” comienza por afirmar que “Alá es el autor de la ley y la fuente de todos los derechos humanos, de modo que los tales para ser viables exigen creer en Dios y someterse al Islam”. ¿Qué le parece a la Asesora?

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