Antes de la promulgación de la constitución de 1857, el Estado que imperaba en México era de corte confesional, esto quiere decir que la constitución que nos regia (1824), decretaba como religión oficial la católica. Pensamiento que perduro hasta la época del juarismo.
El poder de la Iglesia Católica en esas épocas, era tan grande que los documentos que expedían los ministros de culto eran los que se consideraban como oficiales, ejemplo de ello, fue que la fe de bautizo era el documento que le daba identidad a las personas de esa época, además de que este documento precisaba el lugar y fecha de nacimiento.
Los ministros de culto en esa época, podían expresar libremente sus preferencias políticas, así como también eran los encargados de la educación. Sin embargo el presidente Benito Juárez se percató que las facultades del Estado, se veían limitadas por el inmenso poder de la Iglesia Católica y emprende una cruza para comenzar la separación de los asuntos del Estado y la Iglesia. Se dice fácil, pero esta iniciativa, le costaría a nuestro país, una crisis severa y vidas de por medio.
Sin embargo, nuestros legisladores en los últimos años han decidido tirar la historia de nuestro país a la basura, para dejarse llevar por cuestiones más dogmáticas que científicas o políticas. Aunque tal vez amable lector, usted podría decirme que la religión forma parte del escenario político actual, cierto, pero para evitar esta situación, nuestro país decidió tomar distancia de este factor con reformas políticas y constitucionales.
Pero el proceso de degradación del Estado Laico en México se ha venido operando desde hace ya unos años, para ser más preciso el primer gran golpe que se le da, fue con las reformas que realizará el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, quien con aras de ocultar la crisis política que vivía nuestro país tras los dudosos resultados de la elección de 1988, decidió legitimar su gobierno buscando el respaldo de distintos sectores a cambio de reformas a nuestra carta magna. Ese fue el caso de la Iglesia Católica que vio con buenos ojos la administración salinista al grado de que Juan Pablo II gran jerarca visitara nuestro país y fuera recibido como jefe del Estado Vaticano y no como turista.
Salinas de Gortari con apoyo de los legisladores emprendieron la reforma de los artículos 3, 5, 27, 28 y 130 de la constitución política. Con lo cual entre otras cosas ya se autorizaba a los denominados ministros de culto el derecho a votar. Aunque todavía se limita el acceso de los ministros a ser votados (candidatos).
Con está serie de reformas la Iglesia Católica inicia a ganar terreno ante el Estado Laico instaurado desde la época de Juárez. Pero los embates más fuertes que ha tenido nuestro actual Estado por parte de la Iglesia son durante la época del Partido Acción Nacional (PAN).
Primeramente el entonces presidente de México, Vicente Fox, recibió con altos honores al Papa Juan Pablo II, e inclusive a la llegada del líder religioso a México, Fox, estrecha su mano y decide darle un beso al anillo que tenia el sumo pontífice. Lo cual le significo una serie de criticas al interior del país. Pasando a terrenos más de fondo, durante la administración de Felipe Calderón, varias legislaciones de distintos estados de la república han prohíbo e inclusive han dictaminado como delito el libre derecho de las mujeres al aborto. Y han decidido proteger la vida desde la concepción.
Para terminar, a unos días de que el ahora Papa Benedicto XVI visite nuestro país. El gobierno de Felipe Calderón consideraron que el mejor regalo que pudiera hacerle esta administración al Estado Vaticano y a su generosidad es realizando la reforma al artículo 24 de nuestra constitución.
El cual establece lo siguiente: “Todo hombre es libre para profesar la creencia religiosa que más le agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
El Congreso no puede dictar leyes que no establezcan o prohíban religión alguna. Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria”.
Esta reforma daría paso a que los ministros de culto pudieran realizar actos fuera de templos, lo cual representaría que la religión católica adquiriera mayores números de adeptos, ya que está cuenta con mayor número de elementos (ministros) para divulgar sus dogmas, lo cual dejaría en seria desventaja a otras religiones, con ello el catolicismo tendría mayor ventaja sobre otras religiones.
Otro aspecto sería que los ministros de culto se volverían una vez más evangelizadores, e iniciarían como en lo viejos tiempos una cruzada por todo el país para imponer su visión del mundo y porque no decirlo su visión de temas políticos, en los cuales pudieran apoyar al partido o candidato que mejor se ajuste a los dogmas de esta religión. Sin embargo cabe la posibilidad de que el poder legislativo en su caso el Senado de la República, recapacite y decida frenar esta reforma. Espero que así sea.