La comarca ha pasado de los 1.706 alumnos que hicieron esta asignatura el curso 2019/20 a los 1.088 que la han escogido para este 2021/22. El descenso ha sido del 44,6% en Catalunya
La voluntad de estudiar religión católica cae en picado. En los dos últimos cursos, la demanda por parte de los alumnos de los centros públicos del Tarragonès se ha visto reducida en un 36,2%. Se ha pasado de los 1.706 estudiantes que pidieron hacer esta asignatura el curso 2019/2020 a los 1.088 que han escogido esta opción para el curso actual, el 2021/2022. El 2020/2021 fueron 1.364 los alumnos de la comarca que estudiaron religión católica, un 20% menos que el curso anterior. Estas cifras, aportadas por el propio consejero de Educació de la Generalitat de Catalunya, Josep González Cambray, en el Butlletí Oficial del Parlament de Catalunya (BOPC), siguen la misma tendencia si ampliamos el ámbito geográfico al nivel de la provincia de Tarragona. En este caso la caída exacta de esta demanda es del 35,5%, pasando de los 4.714 a los 3.893 y a los 3.040 alumnos en tan solo dos años.
En cuanto a las cifras generales de Catalunya, estas reflejan una caída todavía mayor del interés de los alumnos de la educación obligatoria de la escuela pública por estudiar la religión católica. Un total de 33.581 estudiantes decidieron realizar la asignatura el curso 2019/2020, mientras que esta cifra se redujo a 25.786 alumnos el curso 2020/2021 y a tan solo 18.581 para el actual, lo que su pone un descenso del 44,6% de la demanda. En algunas comarcas destacan caídas de más del 60%, como es el caso de la Garrotxa, que ha pasado de 140 alumnos que estudiaron religión católica hace dos años a los 51 que lo están haciendo actualmente, o del 70% en el Solsonès, que ha pasado de 97 a 29. Asimismo, hay que remarcar que aquellas regiones con una mayor tasa de despoblación están ya muy cerca de quedarse prácticamente sin alumnos que estudien religión católica. La Alta Ribagorça ha pasado de 22 a 5 alumnos en dos años, el Moianès de 20 a 9 y el Priorat de 27 a 7.
Con todo, la directora de la aFFaC (Associacions Federades de Famílies d’Alumnes de Catalunya), Lidón Gasull, asegura que «nosotros hemos detectado que hay una clara relación entre el descenso del alumnado que estudia religión católica con un aumento de la demanda de estudiar en la escuela pública». En este sentido, defiende que cada vez hay más familias que apuestan por inscribir a sus hijos a la escuela pública y menos a las privadas y concertadas. «Desde que controlamos esta tendencia preguntamos a las familias el por qué y su respuesta es que quieren una educación laica, en un entorno no religioso», señala la directora de la aFFaC. Con todo, Gasull dice que desde la asociación «seguimos apostando porque la escuela pública respete la libertad religiosa, y que los niños y niñas tengan también la opción de estudiar otras religiones como la islámica, la judía y la evangélica».
Por su parte, el director del Secretariado diocesano para la enseñanza y la escuela cristiana del Arzobispado de Tarragona, Rafael Muñoz, habla de varios factores que han podido provocar tal descenso en el estudio de religión católica por parte de los alumnos de la escuela pública. En este sentido, en primer lugar Muñoz señala que «el derecho a cursar la asignatura está garantizado por ley. Sin embargo las familias cristianas no siempre ejercen este derecho que les pertenece a ellas y no al Estado, con el resultado ciertamente desalentador de una progresiva merma del alumnado de la escuela pública que cursa la religión católica como asignatura». Asimismo, comenta que «el país ha alcanzado unas cifras muy altas de familias recién llegadas que practican cultos no cristianos. Es significativo el incremento de alumnado de religión islámica en nuestras aulas», y añade que «es cierto también que la descristianización de la sociedad se ha acentuado en los últimos años». Finalmente, el director del Secretariado diocesano defiende que «la religión católica es enseñanza necesaria para que el alumno adquiera una formación plena e integral» y lamenta que «continua envuelta de tópicos y prejuicios como el adoctrinamiento y el privilegio de la Iglesia Católica».