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«La corrupción mental es peor que la económica»

Filósofo. El académico publicará en abril «El origen del diálogo y la ética», una celebración de los clásicos Platón y Aristóteles en tiempos de crisis

El filósofo y académico Emilio Lledó (Sevilla, 1927) ha cumplido 84 años, pero está en plena forma. Acaba de editarse El texto de la vida. Debate con Emilio Lledó (Biblioteca Nueva), una reflexión de Jacobo Muñoz y Francisco José Martín sobre el pensamiento del filósofo, y en abril Gredos lanzará su último libro, El origen del diálogo y de la ética, en el que insiste en recuperar a los clásicos griegos en tiempos de crisis. Lledó, un hombre afable cuya mirada denota pasión por la educación, nos recibe en su casa de Madrid, en la que guarda cerca de 13.000 libros. Su conversación, que va desde su época de estudiante en Alemania hasta las polémicas de la actualidad, es toda una lección magistral.

«El Plan Bolonia es un paso hacia una educación menos libre»

En 1953, salió de España camino de Alemania para estudiar en Heidelberg. ¿Qué ve si echa la mirada hacia atrás?

Una aventura magnífica de la cual estoy muy orgulloso. Para mí fue un shock maravilloso y asombroso ver una universidad tan distinta a la que yo conocía. Era una universidad muy libre, porque no había asignaturas. Yo venía de una universidad asignaturesca con exámenes y apuntes. Y esto es el aniquilamiento de lo que es la vida universitaria.

En ese mundo posnazi, cobró fuerza la voz de su profesor Hans Georg Gadamer, un filósofo totalmente contrario a la Verdad Absoluta.

«Justificar el insulto como libertad de expresión es una falsedad»

Cuando llegué a Heidelberg, Gadamer tenía 53 años. Yo buscaba una filosofía diferente a la que había vivido en España. Quería acceder a un instrumento adecuado para entenderla mejor. Gadamer era un magnífico profesor. Y las clases eran auténticas lecciones magistrales. Una de las cosas que más absurdas me parecen ahora es que se diga que hay que cargarse la lección magistral. ¡Y qué más hubiera querido yo que todo hubieran sido lecciones magistrales! A las clases de Gadamer iba quien quería.

¿Hasta qué punto ha influido Gadamer en la contemporaneidad?

Él era lo más opuesto a la idea del alemán cabeza cuadrada. Pero ahora se ha dado un paso atrás. A pesar de que se habla tanto de la libertad, del Plan Bolonia, creo que es un paso atrás totalmente. Yo nunca he sentido una libertad intelectual como la que se sentí en Alemania.

¿A qué atribuye este paso atrás?

Creo que se debe a una confusión. Ahora hay que ganarse la vida mientras se está en la universidad. Y esta es la manera más dramática, triste y estúpida de perderla. Es lo más antiuniversitario que existe. En la universidad hay que entusiasmar al alumno. La vida se la gana uno después.

La vida se ha encauzado a la consecución de beneficios económicos.

¡Exacto! Y esto es un error. Aristóteles ya decía: «Condicionar toda la vida humana a la economía es de almas miserables». Por eso, esa idea del asignaturismo o de que haya academias para aprobar oposiciones Es una exageración y un anquilosamiento.

Una nueva política universitaria. Por cierto, ahora los políticos no pasan por su mejor momento.

Despreciar a los políticos, aunque muchas veces nos den pie, es destruir la política como ejercicio de solidaridad, que es a lo que aspira el político. Destruyendo la política, facilitamos el paso al siniestro dictador de turno.

¿Está la situación en España así de delicada?

Yo soy optimista por naturaleza. Creo que hay gente muy sana en este país. Yo oigo mucho la radio y, cuando abren el micro a los oyentes, escucho a gente con muchísima sensatez, inteligencia y agudeza.

Últimamente, en los medios de comunicación también nos estamos acostumbrando a escuchar todo tipo de exabruptos. ¿Eso es la libertad de expresión?

La libertad de expresión no tiene sentido si no hay antes una libertad de pensamiento. La libertad de expresión no es decir todo lo que se te ocurra, sino que lo que se te ocurre tenga sentido. La libertad de expresión debe tener unos cauces humanos puestos en nuestra mente. Es una libertad de la mente.

Pero ¿hay una pérdida de responsabilidad en los medios en aras de una supuesta libertad de expresión?

Decir lo que se quiera no es libertad. Justificar el insulto y la calumnia como libertad de expresión es una falsedad. Es una cosa lamentable de una sociedad donde la corrupción no ha entrado sólo en la economía, sino en la cabeza. Y es más peligrosa la corrupción mental que la económica.

¿Conoce Twitter? ¿Qué le parece como medio de comunicación?

Todo lo que sea comunicación es interesante. Lo que ocurre es que nunca ha habido tantas posibilidades de comunicarnos como ahora y, sin embargo, nunca hemos estado tan indefensos y tan poco libres. Manejar Twitter o Facebook El medio es magnífico, pero depende también de lo que comuniques. El medio puede adobar, cocer, guisar el mensaje, pero lo importante es lo que mensajeas.

Pero Twitter dispara hacia ámbito público y ahí es cuando todo cambia.

Aquí se impone también una reflexión sobre lo que es la fama. En griego fama es decirse, ser dicho. Uno era famoso porque merecía ser dicho. Lo que es famoso es porque es ejemplar. Eso es lo que necesita comunicarse. Por eso no puede ser la fama por sí, sino que tiene que tener un fundamento.

¿Qué se puede decir de un país cuya persona más famosa es Belén Esteban?

Este fenómeno es algo que me desconcierta. Una política ha dicho recientemente que los seres humanos somos así, hay corrupción porque el ser humano es así’. Váyase usted a paseo. De acuerdo que los seres humanos podemos tener tendencia hacia el mal, pero también hay una tendencia hacia el bien. La tendencia hacia la generosidad, hacia el amor, es mucho más importante que hacia la violencia y el crimen. Esa idea de que el hombre es un lobo para el hombre es falsa.

¿Está seguro? La competitividad, el individualismo y el egoísmo están a la orden del día.

No quiero creer esto que usted dice porque eso sería la catástrofe. Vendría el imperio de la metralleta. El que tenga la metralleta más a punto es el que sobrevivirá y en eso no podemos caer. Tengo ya una cierta edad y no he vivido una vida fácil, y nunca se me ha agotado la idea de que la fuerza del amor, de la generosidad es mucho más potente que el mal. El día que renunciemos a esa lucha de creer en estos ideales, ya no merecerá la pena vivir.

Usted es un idealista platónico.

Una sociedad obsesionada sólo por el dinero es una sociedad perdida. Por supuesto, ¿cómo vas a predicar la educación en una persona que tenga hambre. Sin embargo, yo creo, como dice Kant, que un ser humano es lo que la educación hace de él. La televisión puede ser entretenida, pero no degenerante. Esto hay que evitarlo en lo posible.

¿Estos tiempos de crisis puede traernos un nuevo humanismo?

Aunque nos digan utópicos, creo que sí. Y esa es la ilusión que me alienta y me hace feliz. Me siento vivo.

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